𝐄𝐒𝐏𝐄𝐂𝐈𝐀𝐋 𝐉𝐈𝐑𝐎𝐒𝐄́

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Habían pasado dos semanas desde aquel terrible incidente con Lee. Dos semanas que se sentían como una eternidad. Mi cuerpo aún llevaba las cicatrices de aquella noche, especialmente la herida en el brazo que casi me quitó la vida. La infección había empeorado mi estado al punto de poner en riesgo mi existencia, pero los médicos lograron estabilizarme, al igual que a Jungkook, quien también sobrevivió y ahora estaba en proceso de recuperación, aunque aún caminaba con ayuda de muletas.

Jungkook y TN no me habían dejado sola en todo este tiempo. Desde que abrí los ojos después de la cirugía, ellos habían estado allí, a mi lado, agradeciéndome por todo lo que hice, como si su gratitud pudiera borrar las heridas físicas y emocionales. Era un gesto reconfortante, aunque había una ausencia que no podía ignorar, un vacío que dolía más que el disparo en mi brazo. Él nunca vino. Jimin.

El eco de su ausencia me perseguía, en cada visita, en cada momento que pasaba en la soledad de mi habitación. Me decía a mí misma que no debía importarme, que no necesitaba su perdón ni su amor, pero la verdad era otra. Cada día que pasaba, el peso de su traición, de su rechazo, me aplastaba un poco más.

—Chaeyoung, buenos días. Hoy te daremos de alta. ¿No estás feliz? —dijo el médico a cargo, entrando a mi habitación con una sonrisa amable, intentando animarme.

—Sí, muy —respondí con sarcasmo, intentando ocultar la apatía que sentía en ese momento. Ser dada de alta significaba salir de este limbo seguro y enfrentar la realidad de lo que había ocurrido, enfrentar lo que había perdido.

El doctor pareció ignorar mi tono, y en lugar de seguir con la charla habitual, cambió el tema.

—¿Ya saben algo sobre la persona que vino a donar sangre para mi? —pregunté, desviando la conversación hacia algo que me intrigaba más que mi propio alta médica. Alguien había venido de manera anónima, y eso me tenía inquieta.

El doctor negó con la cabeza.

—No, aún no hemos podido identificarlo, lo siento, Chaeyoung.

Suspiré, intentando restarle importancia, aunque algo dentro de mí no podía dejar de pensar en ello.

—No se preocupe. Supongo que solo fue alguien con ganas de donar —respondí encogiéndome de hombros, tratando de actuar como si no me importara tanto, aunque en el fondo sabía que era algo más.

El médico me observó durante unos segundos, como si quisiera decirme algo más importante, y entonces su expresión cambió, volviéndose más seria.

—Bueno, hay algo que debo decirte antes de que te vayas —dijo con cautela, su tono grave encendiendo todas mis alarmas internas.

Me enderecé en la cama, un ligero miedo comenzando a asentarse en mi estómago.

—No me asuste, por favor. ¿Es algo grave? —pregunté con el corazón acelerado—. ¿No podré mover mi brazo correctamente? ¿Van a amputarlo?

La paranoia y la ansiedad me invadían. Después de todo lo que había pasado, cualquier noticia negativa parecía el golpe final.

El doctor sonrió levemente, negando con la cabeza.

—Nada de eso, Chaeyoung. Tu brazo se recuperará con el tiempo. Lo que quiero decirte es... algo que está creciendo dentro de ti.

—¿Un tumor? —pregunté inmediatamente, sintiendo una oleada de pánico. Mi mente no podía procesar otra cosa.

El doctor soltó una pequeña risa, lo que me desconcertó aún más. No había nada gracioso en la idea de un tumor.

—No, no es un tumor —dijo, y vi cómo su sonrisa se ensanchaba—. Felicidades, Rosé. Estás embarazada.

Burning Desire | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora