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—Te lo dije, TN —murmuré, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza—. Pero como siempre, no me escuchas. Y ahora mírate, aquí estás de nuevo, sufriendo por ese imbécil.

Me senté a su lado, envolviéndola en un abrazo protector. A pesar de la rabia que hervía dentro de mí, no por ella, sino por él, el tipo que había roto su corazón, no podía ignorar el dolor de mi amiga. Verla así, tan vulnerable y destruida, hacía que cada una de mis palabras anteriores se sintiera vacía. Quería que entendiera cuánto valía, pero parecía atrapada en un ciclo del que no podía salir.

—Ya no más, Jimin —TN suspiró con un intento fallido de fortaleza, secando bruscamente las lágrimas de sus mejillas—. Ya no quiero llorar por él.

—¿De verdad lo vas a dejar? —pregunté con suavidad, aunque no pude ocultar el tono de duda en mi voz. Había visto cómo volvía a él, cómo lo justificaba una y otra vez, aun sabiendo que solo la lastimaba.

—Ya lo dejé —respondió, pero su voz temblaba, y la tristeza en sus ojos aún era palpable—. Él se enamoró de su esposa, Jimin. Todo este tiempo solo me utilizó... —Las palabras eran amargas en su boca, y antes de que pudiera decir más, se desplomó contra mi pecho, ahogada por el llanto. Mis manos se tensaron alrededor de ella, buscando consolarla de una manera que las palabras no podían.

—Ya, mi pequeña —le susurré mientras acariciaba su espalda, intentando calmarla—. Te prometo que voy a ayudarte a superar esto. Ese idiota no merecía ni un segundo de tu amor, y menos aún tus lágrimas. Él no supo ver lo increíble que eres.

TN levantó la mirada, sus ojos aún brillaban con tristeza, pero en su rostro apareció una de esas sonrisas que solo ella podía darme, esa que siempre me hacía querer protegerla del mundo.

—Gracias, Jiminie. A pesar de todo lo que hago, siempre estás ahí para mí —murmuró con ternura, y yo sentí que, en ese momento, el mundo entero se reducía a nosotros dos.

—Siempre voy a estar aquí para ti, TN. Siempre.

—Te quiero, idiota —me dijo, su voz sonaba un poco más ligera, y aunque las heridas aún estaban frescas, sabía que poco a poco, su corazón sanaría.

—Y yo a ti, mocosa —le respondí, en tono juguetón. La despeiné, sabiendo que eso la haría reír, y en cuestión de segundos estábamos en una pequeña guerra de cosquillas, tratando de borrar, aunque fuera por un momento, la nube oscura que se cernía sobre ella.

El sonido de nuestras risas resonaba en el aire hasta que una voz severa interrumpió el momento.

—¡Ustedes dos, dejen de jugar y pónganse a trabajar! —gritó el jefe desde la oficina, su tono autoritario y molesto nos hizo enderezarnos de inmediato.

—Sí, señor —respondimos al unísono, compartiendo una mirada cómplice antes de estallar en una pequeña risa.

A pesar de todo lo que había pasado, sabía que TN era fuerte. Había atravesado tanto, pero si aún no había abierto los ojos por completo, me aseguraría de que lo hiciera. No dejaría que Jeon Jungkook siguiera atormentando su mente y su corazón. Ella merecía algo mucho mejor, y aunque me dolía verla así, estaría allí para ayudarla a reconstruir su vida, paso a paso, sin él.

 Ella merecía algo mucho mejor, y aunque me dolía verla así, estaría allí para ayudarla a reconstruir su vida, paso a paso, sin él

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Burning Desire | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora