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—¡Maldita sea, Jimin! ¿Puedes ir más rápido? ¡Mis bebés ya quieren salir! —gritaba TN entre jadeos de dolor, su rostro tenso mientras apretaba el vientre. El sudor le cubría la frente, y yo podía ver la mezcla de pánico y sufrimiento en sus ojos.

—No puedo, TN. ¡Hay un embotellamiento! —contestó Jimin, apretando el volante con frustración—. Ni modo que pase por encima de los autos.

El auto estaba atrapado en un mar de tráfico. Estábamos tan cerca del hospital y, al mismo tiempo, tan lejos. Los bocinazos resonaban a nuestro alrededor, pero lo único que oía con claridad eran los gritos desesperados de TN.

—Tranquila, amor. Dame la mano —le ofrecí, tomando sus dedos entrelazados con los míos, sintiendo cómo su cuerpo temblaba—. Respira conmigo, por favor. Inhala… exhala. Tienes que tratar de aguantar un poco más.

—¿¡Aguantar!? —sus ojos se clavaron en los míos, furiosos—. ¡Estoy en un embotellamiento, a punto de parir a dos bebés y me dices que me relaje! —se inclinó hacia atrás y soltó un grito desgarrador, apretando mi mano con tanta fuerza que pensé que me la rompería.

El miedo me paralizaba. Mi corazón latía tan rápido que apenas podía pensar, pero tenía que mantener la calma. Lo último que necesitaba era que los dos entráramos en pánico.

—Será mejor que baje a ver qué está pasando —dijo Jimin, soltando su cinturón con rapidez. Estaba tan nervioso como nosotros, pero intentaba mantener la compostura.

—¡No tardes, Jimin! —gritó TN, respirando con dificultad—. ¡Si lo haces, te juro que te mato!

—¡Oye! No soy un niño… te lo dije mil veces —refunfuñó Jimin mientras abría la puerta, pero antes de terminar la frase, TN y yo lo interrumpimos al unísono.

—¡JIMIN!

—¡Ya voy! —respondió él a regañadientes, saliendo del coche.

Me volví hacia TN, quien ya no podía contener más las lágrimas. El dolor la consumía.

—Amor, inhala… exhala —le pedí nuevamente, esta vez con más desesperación—. Solo unos minutos más, por favor.

—¡Jungkook! —gritó entre jadeos—. ¡No puedo más! ¡Ya vienen, ya vienen! —su voz temblaba y sus ojos se cerraban, el pánico dibujado en su rostro—. ¡No es una broma!

El terror me invadió. Sentí que el aire me faltaba. No podía ser. Nuestros hijos no podían nacer aquí, no en este auto, en medio de un embotellamiento. Intenté calmarme, pero mis pensamientos iban a mil por hora.

—¡No, no, no! ¡Espera, no pueden nacer aquí! ¡No sé qué hacer! ¡Nunca hice esto antes! —dije, casi gritando, con la voz cargada de nerviosismo.

—¡SE UN HOMBRE DE UNA VEZ EN TU VIDA, JUNGKOOK! —gritó ella, su voz rota—. ¡Tus hijos vienen ya! ¡Ayúdame a sacarlos!

Mi cabeza daba vueltas. No estaba preparado para esto. Pero su desesperación era innegable. No tenía opción. Era ahora o nunca.

—¡Maldición! Está bien —dije, tragando el nudo en mi garganta. Salí del auto a toda prisa y abrí la puerta del lado de TN—. Muy bien, hagámoslo. —Me agaché frente a ella, sintiendo cómo el mundo se detenía por un segundo—. Vamos, amor, puja. Tú puedes. Solo puja.

TN asintió, con una mueca de dolor en su rostro, y empezó a pujar con todas sus fuerzas.

En ese momento, escuché los pasos apresurados de Jimin acercándose.

—¡Chicos! —gritaba mientras corría—. ¡Oh, por Dios! —se detuvo en seco, viendo la escena frente a él—. ¡Wow, qué hermosa vista! Aunque un poco…

Burning Desire | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora