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La convivencia con Jungkook había sido buena, por no decir excelente. Los pocos días que se quedó con Jimin fueron excelentes, pero ahora el ambiente se sentía tenso.

Era el último día del cambia formas en la casa. Ayer por la noche habían acordado que ese día al anochecer, Jungkook volvería con su manada.

Por ello el lobo había estado todo el día algo sombrío, triste y distante. Jimin no sabía qué hacer para consolarle, además que había podido ver cómo sus ojos se volvían amarillentos algunas veces que le miraba de reojo.

Jimin tenía la impresión de que el chico quería algo, y sabía lo que era.

Cada vez que el pequeño cazador salía del baño, ya sea con una bata o la toalla enrollada a la cintura, los ojos de Jungkook se volvían de color oro. Hasta había pasado descaradamente la lengua por sus labios, relamiéndose ante la piel expuesta del más bajo.

Jimin no lo iba a negar, él también deseaba a Jungkook, pero le hacía gracia la manera en la que el chico mantenía el control y evitaba echarse encima de su cuerpo. Además, quería reservar ese momento íntimo para el último día, para que Jungkook le recordara a él y no al mal rato que pasaría al volver a ver a su familia después de estar un par de días desaparecido.

Así que esperó a que atardeciera y llevó a cabo su plan.

-Jungkookie, ¿puedes venir?

Jimin sentía que su corazón explotaria en cualquier momento, y más cuando Jungkook entró a la habitación.

El cazador pudo ver el momento exacto en el que los ojos del cambia formas pasaron de ser inocentes y negros a fieros, de color oro.
Dos orejas peludas aparecieron entre el desordenado pelo de Jungkook y Jimin pudo jurar que también le había salido una cola de lobo.

Jimin observó pequeños colmillos que reposaban en el labio inferior del moreno, el cual se relamió.

-Jimin...

Digamos que el más bajo había sido muy claro con sus intenciones al estar sobre la cama sin una sola prenda de ropa encima. Jungkook apretó con fuerza sus puños al observar el cuerpo del chico.

-Ven, Kookie- le llamó el pequeño cazador.

El cambia formas no se hizo de rogar y en menos de un minuto ya estaba encima de Jimin. Contempló cada detalle de él, provocándole un ligero sonrojo en sus abultadas mejillas al sentirse tan observado.

Jungkook acercó el rostro al cuello del chico e inaló su aroma, soltando una especie de ronroneo. A Jimin le pareció de lo más adorable así que le acarició los largos cabellos.

Jungkook le besó con pasión, metiendo su lengua en la boca de Jimin y explorándola a su gusto. El cazador tiró levemente del pelo del moreno al sentirse tan lleno y ansioso por lo que iban a hacer. Pero cuando sintió la juguetona mano de Jungkook dirigirse a su entre pierna la detuvo y se separó de él.

Unos finos hilos trasparentes unían sus brillantes labios. La mirada de Jungkook era de total confusión, así que Jimin puso tranquilamente sus manos en las mejillas del chico.

-E-Esta vez no- murmuró, ¿por qué los nervios le venían ahora?

-¿El qué bebé?- Jimin se murió ante el apodo.

-Quiero ir yo encima.

La determinación en el rostro del más bajo le hizo gracia a Jungkook, que sonrió haciendo que sus ojos se cerraran un poco.

-¿Y por qué quieres ir encima...?- esta vez el tono del chico era más grave, sus orejas moviéndose inquietas.

-Porque esta vez voy a ser yo el que te haga gemir de placer.

AlwaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora