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Dos chicos paseaban por el bosque, buscando entre los arbustos. El primero iba ensimismado en sí mismo mientras que el otro le miraba con preocupación.

-Jimin...- le llamó Hoseok.

El rubio le miró y sonrió con debilidad, no quería seguir preocupando a su amigo.

-Estoy bien, en serio.

Cuántas veces había dicho eso. Su amigo continuó en su labor de romper las trampas que habían puesto los cazadores en busca de algún trofeo. Los licántropos adultos no solían caer en estas trampas, lo que preocupaba a los dos chicos es que algún cachorro despistado se hiciera daño o peor aún, lo cazaran.

"Cachorro"...

Hacía un mes que Jimin no veía a Jungkook, y no pasaba un solo día en el que no pensara en el moreno. Su corazón dolía, no había ninguna forma de saber cómo estaba el cambia formas, si estaba vivo o si sus padres le habían castigado severamente. Jimin se imaginó a su pobre cachorro con lágrimas en sus oscuros ojos mientras recibía una reprimenda de sus progenitores. Le echaba tanto de menos que no sabría decir cuantas noches se había dormido de tanto llorar. Comía muy poco y siempre tenía una mirada apagada. 

-Seguro que está bien Minie, el pulgoso es fuerte.

-Le has cogido cariño, ¿verdad?

Hoseok bufó y comenzó a reirse con falsedad mientras retiraba sus castaños mechones de la cara. Quitar las complejas trampas era una tarea complicada. 

-¿Cariño? ¡No me hagas reir!- Jimin buscaba otras trampas por los alrededores mientras vigilaba que ningún cazador apareciera, no debían levantar sospechas en su plan secreto salva lobos.

Cuando Hoseok terminó con la trampa, se levantó satisfecho quitando el sudor de su frente. El día estaba especialmente soleado, pero todavía soplaba una fría brisa. Ambos chicos continuaron caminando hasta llegar a un pequeño río con bastante agua que corría con velocidad. Se detuvieron en seco al ver un par de cachorros de lobos jugar entre ellos sin ninguna clase de supervisión.

Las criaturas eran adorables, de color marrón. Jugaban a perseguirse el uno al otro mientras gruñían y corrían con sus rosadas lenguas asomando por sus hocicos, en los que se podían ver sus pequeños y afilados dientes. 

-Mira Hoseok, son adorables- dijo Jimin derritiéndose ante la escena.

Su amigo asintió, sonriendo y enseñando sus hoyuelos. La vista era realmente encantadora.

Cuando ocurrió.

Un cachorro estaba siendo demasiado juguetón y decidió subirse a unas ramas que estaban sobre el rio. Su amigo le ladró, diciéndole que era demasiado peligroso pero el pequeño cachorro no escuchó. 

Las ramas se rompieron bajo su peso.

-¡No!- gritó Jimin al ver al cachorro caer al agua en un ladrido asustado.

El pobre animal aullaba muerto de miedo mientras intentaba mantenerse a flote, al mismo tiempo que el agua le arrastraba. 

El rubio no se lo pensó dos veces y saltó al agua haciendo caso omiso a los gritos de Hoseok, que se había quedado en tierra con el otro cachorro entre sus brazos.

Jimin nadó con rapidez hasta llegar a la bola de pelos que se removía en el agua con el pánico reflejado en sus ojos. El cazador cogió al pequeño lobo y tras muchos esfuerzos, consiguió dejarlo en unas rocas cercanas a la orilla. Nada más poner al animal a salvo, pudo respirar pero por poco tiempo.

La adrenalina que su cuerpo había adquirido mientras salvaba al cachorro le había abandonado. Jimin se vio arrastrado por la corriente, su pesado abrigo mojado tirándole hacia lo más hondo del río. La ansiedad recorrió su cuerpo, no podía alcanzar nada con sus manos, ni una rama para poder salir de ahí. Lo único que veían sus ojos era agua, agua turbia por todas partes.

AlwaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora