Mi nombre es Dante Costa, soy un estudiante universitario que vive su día a día de manera pacífica. Rento una pequeña casa junto con mi mejor amiga, Emma, desde hace casi tres años, ya que a ubicación nos ayudaría a llegar más pronto a nuestras respectivas universidades.
Solía vivir en una pequeña provincia, en donde no había nada más que campo y granjas en todo alrededor; fue por ello que decidí que iría a una universidad en una ciudad diferente y un poco más moderna, para así cumplir mi sueño de convivir con las tecnologías y sobre todo con los equipos de computo.
Como ya dije tengo una vida tranquila, mis padres me ayudan con parte de los gastos que genero cada mes, pero para no ser una carga y no vivir al límite, comencé a hacer reparaciones de computadoras en casa, había estado en el negocio por un par de años, aunque en los últimos días nada iba demasiado bien.
- El pequeño bribón está desesperado por que lo saques a pasear, si no lo haces pronto lo dejaré ir por su cuenta - la dulce chica parada en la entrada de la cocina, es precisamente Emma, ella sigue molesta conmigo desde que traje al pequeño amigo a casa.
- Su nombre es Byron, deja de llamarlo pequeño bribón - hice sonar la cadena y lo ví venir desde la habitación, batiendo todo ese frondoso pelaje dorado, como todo un torbellino de energía.
- Dejaré de llamarlo de esa manera el día que lo hagas comportarse - se giró, se notaba en verdad disgustada - por cierto, me debes otro par de pantuflas - esas eran ya las quintas en este mes. Tenía que enseñarle a Byron a comportarse o me iba a llevar a la quiebra muy pronto.
Salí del lugar, a pesar de ser bastante tarde, y caminé tranquilamente junto a Byron, usualmente se comporta, al menos hasta llegar al parque, pero ese día algo extraño no paraba de llamar su atención.
A pesar de ser una ciudad un tanto moderna, la universidad se encontraba construida en los límites de algún bosque, el cual parecía ser propiedad privada de algún ricachón; siempre estaba solo por lo que muchos lo utilizabamos para salir y correr un poco alrededor.
Byron dejó de lado por completo el gran bosque y se acercó al jardín de un edificio cercano, ladró un par de veces mientras meneaba la cola y brincaba. Le pedí que se alejara, pensando que estaría espantando a algún pequeño animal. Pero al acercarme a revisar, noté que lo que estaba oculto entre esas ramas, ¡era un niño!
Estaba mugriento y maltratado, se veía tan delgado y pálido que me preocupaba fuera un cadáver, pero de inmediato me di cuenta de que respiraba. No llevaba más ropa que un par de calzoncillos blancos, parecía que había intentado tomar todas las ramas de alrededor para cubrirse del frío.
Lo toqué para moverlo un poco y ver si despertaba y noté que estaba ardiendo en fiebre, el pobre niño podría morir ahí y nadie lo habría notado, estaba arañado por todo el cuerpo y su cabello tan lleno de ramas y hojas que se confundía con los arbustos.
Entré en pánico por un momento, no podía dejar al pobre chico ahí y pretender no haber visto nada, necesitaba llevarlo a algún hospital. Me quité la chaqueta y lo envolví en ella, esperando que se calentara un poco. Después lo levanté y lo llevé en brazos hasta un pequeño centro de salud que estaba cerca de ahí.
Por suerte sólo tenía un poco de fiebre, pero el médico se preocupaba más por la desnutrición del pobre niño que de la fiebre en sí.
- ¿Dice que lo encontró así a mitad de la calle? - me preguntó preocupado.
- Si, salí a pasear a mi perro y él encontró al chico bajo unos arbustos - el médico frunció el ceño, al parecer algo no estaba bien. Lo dejamos tendido en una camilla esperando que el medicamento surtiera efecto.
- El chico no pareciera tener más de catorce a simple vista, pero tras revisarlo mejor puede que sea un poco mayor, no sé qué clase de persona lo abandonaría así a su suerte o si es un chico de la calle, aunque lo creo un poco improbable - comenzó a explicar.
Estaba de acuerdo con el punto del médico, el chico se veía sucio, pero no era la suciedad grasosa y descuidada de un chico de la calle, era más bien la de alguien que había terminado arrastrándose entre la tierra y la maleza. Además su piel y cabellos estaban bastante bien tratados. Todo esto no hacía más que plantar más dudas en mi cabeza.
- Hay otra cosa que me preocupa - dijo el médico - le administré un supositorio para bajar la fiebre más pronto, sin embargo al revisar un poco pude notar que tenía algunos cortes y desgarres en su cavidad anal, puede que haya sido atacado por algún lunático y después lo abandonara ahí esperando que nadie lo encontrase - sus palabras pusieron mis cabellos de punta, mi cuerpo entero se estremeció, no podía creer que algo así sucediera sin que nadie se diera cuenta. Aunque bien pudo haberlo hecho dentro de aquel bosque.
Una vez que el chico se mejoró, decidí llevarlo a casa, ya que no parecía que fuera a despertar pronto, además dejarlo en el pequeño consultorio sin nada que vestir podría empeorar su estado actual. El médico me prestó una manta para envolverlo y evitar que el aire fresco le hiciera daño.
Cuando regresé, era casi medianoche, estaba seguro que Emma estaría dormida, por lo que intenté no hacer mucho ruido. Sin embargo, Byron, quien no se despegaba mucho de mi, comenzó a correr por todos lados, haciendo bastante ruido. Sabía que debí terminar el recorrido.
Caminé hasta la habitación y recosté al chico, para inmediatamente sacar al perro, antes de que hiciera un gran escándalo. Si Emma me veía con este chico seguro se pondría histérica de nuevo. No es como si fuera un hábito mio, pero anteriormente dejé a un par de personas ocupar la casa por un tiempo y estas terminaron siendo una gran carga. Después de haber acogido a Byron, me hizo prometer que no volvería a traer a nadie más a esta casa.
Tal vez era que mi sentido de responsabilidad era demasiado grande, pero no podía dejar solo a alguien que pudiese necesitar mi ayuda. Mucho menos en una situación como esa, en la que el chico pudo haber muerto de una pulmonía o similar.
Al regresar a mi cama lo encontré durmiendo muy tranquilamente, la fiebre se había ido y parecía que el calor del interior le estaba sentando bien, tomé una sudadera de entre mi ropa y con cuidado se la coloqué, al menos eso le ayudaría hasta que despertara y pudiese vestirse por sí mismo.
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Quédate a mi lado
Teen FictionYo, no estoy muy seguro de cómo fue que llegué hasta aquí, pero no parece ser un mal lugar, después de escapar del infierno, cualquier lugar estaba bien, pero nunca creí llegar al cielo, con gente que me quisiera y me protegiera de la manera en la q...