Después de nuestra charla del otro día, Aran se había mantenido alejado de mí, no era como si hubiéramos peleado, pero había terminado con su jugueteo sensual de todos los días.
Una parte de mi estaba algo aliviada, pero en el fondo me estaba sintiendo solo, no es como que le hubiera pedido que se alejara, sólo quería pasar un poco más de tiempo con él y darle forma a los sentimientos que se estaban formando en mi.
También desde ese día dejó de utilizar los vestidos y la ropa corta para dormir, no sólo eso, comenzó a dormir con Emma, al parecer en mi intento de no perderlo, lo había hecho alejarse, ahora mismo, mientras lo observaba de lejos, me di cuenta que estaba creciendo poco a poco mientras estaba con nosotros.
Ya habían sido casi cuatro meses desde que nos habíamos encontrado por primera vez, los cuales se fueron volando sin piedad alguna, ahora, Aran era un chico completamente distinto al delgado y pálido niño que recogí esa noche.
- Aran la comida está lista - se encontraba viendo la televisión, por lo que ni siquiera había volteado a verme, aunque bien podría ser que me estuviera ignorando.
Serví su plato y serví el mio y me senté en la mesa esperando que viniera, la tele se apagó y se acercó a la mesa en silencio. Esta horrible atmósfera se había repetido los días anteriores, pero este era el primero en el que estábamos solos.
La semana de exámenes me mantuvo ocupado y rara vez comía con él, por lo que esta era la primera vez que comíamos solos después de aquella noche.
- ¿Estás molesto conmigo? - dije, ya no podía soportar más su silencio.
- No lo estoy - dijo metiéndose el primer bocado a la boca, sin voltear a verme en absoluto.
- ¿Estás seguro? - Aran asintió mientras masticaba.
Aunque él dijera eso, yo no podía parar de sentirme culpable, ya no era el pequeño parlanchín de siempre, si no estaba enojado conmigo, estaba seguro de que tenía algo importante metido en la cabeza, lo que quería es que me hablara y no simplemente me ignorase o se quedara callado.
- ¿Piensas volver algún día a dormir a mi lado? - Aran me miró, sintiéndose extrañado.
- No - dijo y mi corazón se hundió hasta el piso.
- Y-Ya veo - me sentí un poco herido al ser rechazado, pero en parte había sido mi culpa.
- ¿Dante? - Cuando Aran me llamó me di cuenta de que mis ojos se habían vuelto vidriosos y tenía un nudo en la garganta.
- Está bien, está bien - dije levantándome de la mesa, mi cabeza era todo un lío y no podía ordenar mis ideas, lo mejor sería retroceder, me vería patético si comenzaba a llorar por una cosa así.
Dejé mi plato prácticamente intacto, por lo que lo guardé en la nevera con la esperanza de terminarlo más tarde.
- Estaré trabajando, avísame si Emma llega o llaman a la puerta - caminé hacia el estudio.
- ¿No piensas comer nada más? ¿No fue muy poco? - preguntó preocupado, al menos aún se preocupaba por mi.
- No tengo hambre, lo terminaré después - le sonreí y me perdí en el taller.
No podía creer la manera en la que me estaba comportando, aunque eso no era lo peor, lo peor era, que me dolía distancia que había puesto Aran entre nosotros, me había acostumbrado tanto a tenerlo todo el día a mi lado, que ahora me sentía demasiado solo.
Aran era el único que me escuchaba atentamente, con quien podía bromear y hablar sobre las cosas que me gustaban, cualquier cosa, y él estaría alegremente conversando conmigo, pero al parecer tanta felicidad no podía durar para siempre. Me sentía inquieto al pensar que no tendría nada más que palabras secas y cortas a partir de ahora.
- Dante - entró sigilosamente al taller, sacudí la cabeza intentando alejar los pensamientos tan deprimentes que estaba teniendo - toma - en sus manos llevaba un plato, había pelado y picado un poco de fruta, al parecer lo había hecho preocuparse. Me sentí aún más despreciable.
- No deberías molestarte, te dije que comería después - Aran permaneció mirándome, sus enormes ojos no me dejaban escapar tan fácilmente.
- Aún así - empujó el plato hasta mi, tuve que tomarlo para que dejara de insistir.
- Está bien, gracias - le sonreí, pero la expresión en su rostro no mejoró ni un poco.
- ¿De verdad puedo volver a dormir contigo? - su pregunta me dejó un poco fuera de órbita.
- Nunca dije que no pudieras ¿o si? - él negó, al parecer habíamos estado en un gran malentendido.
- Creí que sería incómodo, no quería molestarte - dijo, mientras sus ojos se volvían rojos.
- Nunca, ya te lo he dicho, nunca he considerado que seas molesto, no pienses demasiado las cosas por tí mismo - dejé el plato de fruta a un lado y me acerqué, pero Aran retrocedió un par de pasos - ¿qué sucede? - pregunté alarmado, ¿por qué se alejaba de mi?
- Y-yo, soy extraño, n-no te acerques - hacía mucho tiempo desde que lo había escuchado tartamudear.
- ¿Por qué? - intenté acercarme de nuevo, por desgracia para Aran, al retroceder un paso más se encontró con la pared y no pudo alejarse más. Me apresuré a ponerme frente a él y evitar que escapara - has estado actuando muy extraño y si no me explicas la situación no seré capaz de entender y estaré en verdad preocupado, dime que pasa - le supliqué
- Si te acercas, yo... - sus mejillas se volvieron de un carmesí intenso - no puedo detener mi corazón, me siento extraño y mi cuerpo reacciona de manera extraña, tengo miedo que pienses que no soy normal - sus manos estaba temblando mientras hablaba y a parecía punto de llorar, sus ojos iban de un lado a otro en busca de una ruta de escape.
- Y-yo, nunca tuve nada que me importara, pero ahora me importa Dante y me da miedo lo que piense de mi - no pude más, no podía tolerar verlo así, lo tomé entre mis brazos y lo apreté fuertemente.
- Aran, pequeño idiota, ¿cuántas veces tengo que decirte que dejes de pensar así? No eres extraño, ni anormal, mucho menos voy a odiarte aún si lo eres, eso no importa, esos sentimientos son muy tuyos, no los desprecies de esa manera, dejalos salir como lo has hecho hasta ahora ¿si? - Aran asintió y mientras rodeaba mi cuerpo con sus pequeños brazos comenzó a llorar. Me mantuve a su lado, acariciando su cabeza, esperando a que se calmara.
Una vez que dejó de llorar, lo levanté, era tan liviano que no era gran esfuerzo, entonces lo senté en la mesa del taller.
- ¿Se ha calmado tu corazón? - él negó.
- Creo que va cada vez más rápido - tocó su pecho y me miró.
Me acerqué para sentirlo por mi cuenta, coloqué mi mano en su pecho y en efecto este corría desbocado, demasiado lindo. Lo miré a los ojos y sonreí, lentamente me acerqué a él, manteniendo mi mano en su pecho y deposité un beso en su frente. Su corazón se detuvo por un momento y luego comenzó a latir con mucha más fuerza, además toda su cara se tiñó de rosa.
- Eres en verdad... - dije mientras reía, Aran infló las mejillas, al parecer lo estaba molestando.
Mi risa se apagó lentamente en una sonrisa, mientras miraba los ojos de Aran, los cuales me hipnotizaban, cada vez los veía más y más cerca, tomé su mentón y lo siguiente que tocaron mis labios fueron los suyos.
Sentí al chico rodear mi cuello con sus brazos, mientras me dejaba adentrarme lentamente en su boca. El chico era bueno, su boca era cálida y suave, me hacía querer introducirme más y más en ella. Mis manos se habían posado en sus mejillas, la cuales comenzaron a llenarse de lágrimas, cuando quise separarme para preguntarle si estaba bien, sus pupilas se achicaron y yo sentí un fuerte golpe en la cabeza.
Lo único que supe después es que caí al piso, mientras Aran gritaba mi nombre lleno de preocupación y terror.
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Quédate a mi lado
Teen FictionYo, no estoy muy seguro de cómo fue que llegué hasta aquí, pero no parece ser un mal lugar, después de escapar del infierno, cualquier lugar estaba bien, pero nunca creí llegar al cielo, con gente que me quisiera y me protegiera de la manera en la q...