El regalo de Emma

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La felicidad que me inundaba era abrumadora, Dante parecía estar aceptando mis sentimientos, por fin había logrado acercarme más, me estaba besando y yo me estaba volviendo loco de felicidad, no pude evitar que las lágrimas escaparan de mis ojos mientras me besaba.

Al parecer se sintió preocupado por mi repentino llanto y se forzó a sí mismo a separarse, pero antes de que pudiera decir palabra alguna, fue golpeado por algo grande y pesado; cayó al suelo inconsciente.

Emma estaba parada detrás de él, sosteniendo el rodillo con el que cocinaba los postres, mi rostro aún tenía algunas lágrimas en él por lo que Emma se asustó bastante.

- ¡¿Qué demonios?! ¿De verdad te estaba haciendo cosas este maldito pervertido? ¿Te lastimo? ¡Dime la verdad! - yo negué apresuradamente.

- No me lastimó, él no estaba haciendo nada malo ¿por qué lo golpeaste? - Emma me miró extrañada, al parecer esperaba que le dijera lo contrario.

- Olvídalo, llevemoslo a la sala y espero que su cabeza se haya refrescado para cuando despierte - sin ningún remordimiento me pidió que la ayudara y lo pusimos en el sillón de la sala.

Emma y yo estuvimos en silencio durante un rato, mientras observaba a Dante y esperaba que despertara ella parecía por fin haberse arrepentido un poco, Dante despertó quince minutos después de haber sido golpeado.

- Dante - lo llamé - ¿estás bien? - estaba preocupado de que el golpe le hubiera hecho algún daño interno. Si perdía la memoria sería horrible.

- ¿Qué sucedió? - preguntó mientras intentaba levantarse

- Eso es lo que yo quiero saber - Emma se acercó peligrosamente con el rodillo en la mano - ¿Qué estaban haciendo tu y Aran? - Dante la miró llenó de miedo, yo tuve que ponerme entre los dos para evitar que comenzaran a pelear.

- Emma tranquilízate un poco, hablemos como personas civilizadas - Dante le rogó.

- Claro, me tranquilizaré, una vez que haya terminado de triturar tu entrepierna y asegurarme de que no seas capaz de usarla nunca más - sin pensarlo cubrí con mis manos el lugar que Emma dijo que iba a golpear, ambos se quedaron quietos mirándome.

- ¡Dannnte! - la mirada de Emma se volvió aún más aterradora.

- N-n-no es mi culpa, él lo hizo por su cuenta - luego de forcejear por un momento y lograr que Emma se calmara un poco, por fin fuimos capaces de hablar de forma tranquila

- Sea como sea, sabes que no está bien, si simplemente vas a dejarte llevar cada vez que una mujer o un niño te mire de esa forma tal vez sea hora de castrarte - dijo Emma una vez que le explicamos lo que había sucedido.

- No lo digas de esa forma, sabes perfectamente que no soy ese tipo de persona, además, no es como que toda la culpa sea mia - Dante estaba molesto, pues había recibido un par de golpes por parte del rodillo justiciero, Emma me tenía sujetado a su lado, por lo que no podía consolar a Dante.

- No me importa, se supone que tu eres el adulto aquí, no quiero que esto se vuelva a repetir ¿entendido? - forcejeo un poco, intentando soltarme de Emma.

- No quiero - dije y Emma me miró anonadada - trabajé tanto, me costó tanto, no puedes prohibirnos algo como esto - Emma me tomó suavemente de los hombros y me miró a los ojos.

- Aran, puede que no tengas idea alguna de lo que estás diciendo, deja que yo me encargue de esto ¿si? - no quería, no iba a separarme de Dante.

- Aran, basta - dijo Dante, sólo entonces me detuve - lo que dice Emma no está mal, tal vez me dejé llevar por el momento, lo siento - negué con mi cabeza, preocupado por que hubiese un gran retroceso en todo esto.

- No lo digas de esa forma - mis ojos se volvieron borrosos, estaba por comenzar a llorar otra vez.

- N-n-no llores - dijo Dante - no me refiero a eso, digo que sin duda me dejé llevar, pero no voy a arrepentirme de eso - Emma lo amenazó de nuevo con el rodillo.

Después de más discusiones, gritos y otras cosas; al fin logré que Emma me soltara y estar de regreso al lado de Dante.

- Como sea, Aran hoy ven a dormir en mi cuarto, no pienso dejarte en manos de este pervertido - dijo sin darme derecho a réplica, ni a mi, ni a Dante. Lo miré por un momento para que me ayudara con la situación.

- Por el momento hagamos lo que ella dice y esperemos que se le baje un poco el coraje ¿está bien? - asentí, muy a desgana, estaba esperando con todas mis ganas poder volver a la habitación con Dante, al parecer tendría que esperar un poco más.

Después de tomar un baño, me dirigí hasta la habitación de Emma, esperando que simplemente me dejara dormir y no tuviera que aguantar otro sermón como el de antes.

- Aran, que bueno que ya estás aquí, apúrate y cierra la puerta - no se veía enojada, pero al parecer había algo que estaba tramando.

Cerré la puerta como ella dijo y me acerqué hasta la cama, al parecer había un regalo en ella, Emma siempre me estaba dando cosas, ya sea dulces o ropa nueva, era siempre muy buena conmigo. Aunque a veces me sobre-protegía demasiado, aún así la quiero mucho.

- Lamento el alboroto de antes, estaba asustada de que Dante no hubiese sido capaz de controlar sus instintos y te hubiera hecho daño - se disculpó sinceramente.

- Está bien, entiendo que te preocupes, gracias - ella sonrió y me abrazó.

- Entonces toma - dijo después de revolverme el cabello; me entregó el sobre que estaba en la cama - esto es para ti, feliz cumpleaños - ¿feliz cumpleaños?

- ¿Hoy es mi cumpleaños? - le pregunté y ella sólo sonrió.

- Por qué no lo abres y lo descubres - con cuidado abrí el papel brillante y dentro parecía haber una foto, la saqué lentamente, pues me resultaba demasiado familiar.

Mis manos temblaron al ver por completo la fotografía, no podía equivocarme, la que estaba ahí era mi mamá y a su lado, había un niño pequeño de ojos claros, ese era yo, en mi fiesta de cumpleaños número seis, había un pastel enorme en el centro y una vela con el número seis encendida sobre él.

Tenía años sin ver a mi madre, apenas era capaz de recordarla, pero al ver esa foto fue como si todos los años que habían pasado hubieran desaparecido, era ella y ahora podría recordar su rostro para siempre. Mi corazón se detuvo por un momento, no podía creer lo que tenía en frente.

- ¿Te gusta? - Emma preguntó y yo asentí conteniendo el llanto, me encantaba.

- Es el mejor regalo de todos, muchas gracias - limpié un par de lágrimas de mis ojos y abracé de nuevo a Emma.

- No hay de que, me alegra que te gustara - sonrió - mira la parte de atrás - le dí la vuelta y en la parte de atrás estaba la fecha en que la foto se había tomado, además de las palabras "los seis años de mi querido Aran" escritas a mano.

- La fecha de esta foto es exactamente hoy hace once años, feliz cumpleaños número diecisiete Aran - mis lágrimas cayeron sin cesar, recordar esto, poder saber por fin algo más sobre mi propio pasado, me hacía sentir muy feliz. Mi fecha de cumpleaños y el rostro de mi madre, sentía que había encontrado la mitad de la vida que había perdido.

- ¿Cómo la conseguiste? - pregunté mientras intentaba calmarme.

- Alguien me la dió, bueno no, tomé la original y la escaneé por ambos lados para poder imprimirla un poco más grande, la foto original es muy pequeña y le pertenece a alguien que ha estado buscándote durante seis años - ¿buscándome? ¿Había alguien buscándome además del tío Giuseppe?

- ¿Quien? - pregunté, quería saberlo cuanto antes.

- Al parecer es hermano de tu papá, por lo que sería tu tío, él vendrá a conocerte la próxima semana ¿te parece bien? - asentí incontrolables veces, el rostro de mi madre, mi fecha de cumpleaños y un familiar nuevo.

Estaba recibiendo demasiados buenos regalos en tan poco tiempo, terminé llorando hasta quedarme dormido, con la fotografía de mamá entre mis manos; esa noche no tuve pesadillas, en cambio, soñé de nuevo con ese día once años atrás en el que mi madre me decía que soplara la vela y pidiese un deseo. "Mamá, quedate a mi lado para siempre" dije mientras la luz de la vela se extinguía lentamente.

Quédate a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora