Incendio

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Entré a la habitación de a lado y por suerte había otra puerta, al parecer las habitaciones estaban conectadas, la segunda puerta se abrió con gran facilidad, de nuevo el lugar estaba oscuro, de pronto fui atacado por una silla, pude esquivarla ya que no iba con mucha fuerza, cuando enfoqué la mirada, noté que había una niña de alrededor de diez años, que me miraba con furia.

- ¡Váyase! La policía está por llegar, aquí no hay nada para usted - gritó, estaba asustada y todo lo que intentaba era protegerse.

- Lo sé, deberías aprovechar para salir tu también, debes irte - la pequeña negó.

- No voy a irme sin el hermano Aran - señaló a la cama, pero a oscuridad del sitio no me permitía ver con claridad, alcé mi vista y di un paso al frente y en efecto, Aran estaba recostado ahí, corrí de inmediato hasta él, sintiendo mi corazón hundirse hasta el suelo.

- ¡Aran! despierta Aran, nos vamos de aquí - no podía contener mis lágrimas, de nuevo estaba desnudo, con apenas esos asquerosos calzoncillos blancos, me preguntaba que le habían hecho, ¿cuanto había soportado? Esperaba no haber llegado demasiado tarde.

- Ya intenté despertarlo, pero parece que no reacciona, hasta hace media hora todavía se estaba riendo, tal vez se cansó y se quedó dormido - la pequeña explicó, yo asentí.

- Vámonos de aquí - envolví a Aran en una cobija y lo cargué en mis brazos, salir de ahí con él sería toda una proeza.

La pequeña al ver que lo que quería era sacarlos, me siguió sin titubear, ayudándome a encontrar el camino de regreso a las escaleras principales. Al llegar, escuché a los niños gritar desesperados, la habitación se iluminó de repente, algún loco había prendido fuego a la entrada principal, sólo los niños permanecían adentro, esto era horrible, los niños más grandes se apresuraron para consolar a los más pequeños, pero ninguno sabía qué hacer.

La situación era bastante mala, había alrededor de cincuenta niños, muchos de ellos no pasaban los diez años y algunos parecían estar por debajo de los cinco, sería imposible para ellos salir por su cuenta. Sólo quedaba una cosa por hacer.

- ¡Escuchen todos! - grité desde arriba y la mayoría de los niños mayores voltearon a verme - podemos salir todos de aquí, pero tienen que organizarse, así que escúchenme - dije y la pequeña que estaba a mi lado asintió.

- Este señor va a ayudarnos a salir - dijo la pequeña y los rostros de todos se iluminaron, recuperando la esperanza instantáneamente.

- Primero, quiero que me digan si aún falta alguien - todos comenzaron a mirarse entre sí y después negaron, al parecer ya todos habían salido de sus habitaciones, lo cual fue un gran alivio.

- Bien, los mayores tomen a los menores, asegurense de que ninguno se quede atrás, alejense de la puerta y vengan conmigo - caminé hacia la parte posterior del lugar, pero no podía encontrar de nuevo la puerta por la que había entrado, encontré un pequeño almacén, pero la puerta de salida no se abría.

- Si el hermano Aran estuviera despierto él sabría cómo abrir la puerta - dijo la pequeña y yo la miré sin entender - él suele sacarnos cuando el tío nos deja encerrados, nos deja salir para poder comer - entonces recordé, que Aran estaba todo el tiempo usando pasadores y prendedores.

Busqué entre su cabello y en efecto había uno. Había hecho ese tipo de cosas durante mucho tiempo en mi juventud, la cerradura se abrió en un par de movimientos y todos los niños comenzaron a salir.

- No vayan al frente o podrían lastimarlos - indiqué - sigan por ese camino - señalé hacia el hoyo por el que había entrado y todos los niños comenzaron a correr hasta ahí y salieron de uno en uno, yo me quedé atrás, revisando que absolutamente todos fueran capaces de salir. Mientras recuperaba un poco el aliento, ya que mi cuerpo dolía cada vez más.

Mientras corrían comencé a contarlos, eran cincuenta y tres niños y niñas de diferentes edades, todos metidos en esta mansión y explotados como prostitutas, después de reprimir un par de arcadas, me apresuré a alcanzarlos. 

Una vez afuera todos sus pequeños ojos se fijaron en mí, preguntando hacia dónde debíamos ir, pero mi cuerpo estaba exhausto, no podía seguir, ahora que todos habían salido y yo había por fin recuperado a Aran, toda la adrenalina que había en mis venas se drenó, dejando al lamentable y debilucho Dante de siempre.

- Si el incendio se extiende, sigan el camino de ramas rotas, si escuchan las sirenas de policía corran hacia ellas, tengan mucho cuidado - le dije a la pequeña que estaba a mi lado.

- Debemos ayudarlo a seguir, si se queda aquí puede ser peligroso - escuché una voz a lo lejos.

- No podemos, somos demasiados y muchos de los niños más pequeños están asustados y llorando, esperemos en un lugar cercano a que llegue la policía - los niños discutían entre sí, todos ellos en verdad querían ayudarme, pero si el incendio se extendía hasta el bosque sería inútil escapar.

Las sirenas comenzaron a escucharse a lo lejos, los niños se miraron unos a otros y los mayores comenzaron a guiar a los pequeños hacia ellas, fue un milagro que hubiesen llegado justo en ese momento, me levanté con lo último de fuerzas que me quedaban, aún con Aran en mis brazos e intenté seguir al resto de cerca, la pequeña niña se quedó a mi lado e intentó ayudarme con Aran, pero sus pequeñas manos no podían hacer mucho.

Me derrumbé un par de veces, pero la pequeña me ayudaba a sostenerme, perdimos a los demás niños de vista, pero pude asegurarme de que habían abandonado el bosque con seguridad, ya que estaban siguiendo las sirenas. Pronto llegamos al claro, donde los oficiales estaban subiendo a los niños a camionetas y ambulancias.

- ¡Dante! ¡Con un demonio! - Escuché la voz de Emma antes de desmayarme, parecía estar preocupada, sorprendida y asustada de verme en aquel lugar.

Se apresuró para llegar hasta mí, pero yo, ya no fui capaz de seguir. El peso de Aran cayó sobre mi, pero seguramente Emma se apresuró a levantarlo, el dolor había paralizado  mi cuerpo, por lo que ya no pude sentir más. Mientras estaba consciente pude escuchar como era llevado en una ambulancia, a mi lado estaban tanto Emma como Aran, de ahora en adelante, me aseguraría de mantenernos unidos sin importar que.

Quédate a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora