Juntos otra vez.

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La siguiente vez que intenté ir a ver a Dante, él por fin podía recibir visitas, sin embargo un familiar directo debía autorizar mi entrada, por más que intenté pedir que me dejaran verlo, la secretaria no me lo permitió. Tuve que volver a casa una vez más derrotado.

Al volver, había un auto de color café afuera de la casa, por un momento entré en pánico, pues al intentar abrir la puerta un hombre y una mujer bajaron del auto y se acercaron a mi.

- Hola, buen día - dijo la mujer - disculpa ¿aquí viven Dante y Emma? - asentí y la señora miró a su acompañante bastante feliz - perdón por llegar sin avisar, creíamos que llegaríamos hasta mañana, pero quisimos apresurarnos un poco - tenía una sonrisa amable en su rostro y unas cuantas arrugas en los costados de sus ojos.

- ¿Podemos pasar? - preguntó el hombre.

- Espera, espera, vas a asustar al pobre niño, mira como está - se giró de nuevo a mi - mi nombre es Dalia y él es mi esposo Dante - parpadee un par de veces, otro Dante - somos los padres de Dante, podrías dejarnos descansar un poco - asentí rápidamente y me apresuré a abrir la puerta para dejarlos entrar.

Les ofrecí algo de beber y a preparar un poco de fruta, parecía que el viaje había sido largo y agotador.

- Dime pequeño ¿cual es tu nombre? - preguntó la mujer.

- A-Aran, mi nombre es Aran, es un gusto - la señora sonreía y encantada se cruzó de piernas.

- Es un nombre muy lindo, Aran, ¿Quién te lo puso? - incliné la cabeza, era la primera vez que alguien me preguntaba semejante cosa.

- Mis padres, creo... - la señora se sintió extrañada.

- ¿Crees? ¿Nunca le has preguntado a tus padres? - yo negué, al parecer estas personas no sabían nada de mi.

- No puedo preguntarles, así que tal vez nunca lo sepa - la señora se cubrió la boca con las manos y su esposo le dió un ligero codazo.

- Perdóname, no sabía, lo siento mucho - dijo y yo negué restándole importancia.

- ¿Estás viviendo aquí? ¿Desde cuando? - el hombre intentó desviar la conversación.

- S-Su hijo ha cuidado de mi por cuatro meses y un poco más - no podía evitar sentirme nervioso, estar frente a la familia de Dante era un poco desgastante.

Dante no hablaba mucho sobre ellos, por lo que no era fácil encontrar un buen tema de conversación, las primeras horas fueron un poco pesadas, pero pude acostumbrarme rápidamente a la actitud alegre y amable de la madre de Dante, se parecían bastante, madre e hijo. Sin embargo su padre era un poco más silencioso y parecía estar ausente.

- Me gustaría ir a ver a mi niño cuanto antes ¿A qué hora regresa Emma? - me preguntó.

- Ella está regresando un poco tarde, su trabajo ha sido más pesado estos días - Emma solía volver casi a las diez y para eso aún faltaban cinco horas, para cuando ella volviera el horario de visitas ya habría terminado.

- Que mal, deberíamos llamar al hospital y preguntar donde queda - el hombre asintió.

- Y-yo venía del hospital cuando llegué - dije, al parecer ellos no creían que yo pudiese llevarlos.

- ¿De verdad? ¿Está cerca entonces? - asentí - genial, entonces vamos antes de que cierren el horario de visitas - fue así como terminé siendo arrastrado al hospital una vez más.

Los padres de Dante se acercaron e hicieron el trámite correspondiente, la enfermera les entregó los pases y entraron para ver a Dante, me hubiera gustado entrar primero, pero ellos ni siquiera preguntaron si quería. Debían estar en verdad preocupados por él.

Me quedé obedientemente sentado en la sala de espera, mientras tanto, me puse a ver algunas revistas y a leer algunos periódicos, Dante aparecía en algunos, todos lo llamaban héroe, todos decían que había sido en verdad valiente, sonreí, sintiendo una calidez muy reconfortante en mi corazón, aquello me subió un poco el ánimo.

- Toma muchacho - una mano extendió un pase de hospital hacia mi, al alzar mi vista noté, que era el padre de Dante, mi garganta se cerró un poco.

- G-gracias - asintió con una sonrisa amable, y yo, contento, caminé hacia los pasillos.

Por fin, por fin sería capaz de verlo, por fin iba a estar cerca de él, por fin... Mis ojos se volvieron borrosos mientras buscaba la habitación, me calmé un poco antes de entrar, pues la madre de Dante aún estaba dentro. Abrí la puerta lentamente y escuché a la señora hablando con Dante.

- Mira nada más, quedaste todo malherido ¿en qué estabas pensando? - le preguntó, pero no hubo respuesta, se giró al escucharme entrar - Oh Aran, adelante, acércate - ella estaba tomando la mano de Dante, la acariciaba con mucho amor, como si en sus manos hubiese algún tipo de poder curativo.

Al acercarme, pude notar que Dante se encontraba durmiendo, su rostro se veía pálido y tenía máquinas conectadas por todos lados, mis pies vacilaron, no era capaz de acercarme más, Dante se veía tan tranquilo, pero todo lo que tenía conectado lo hacía verse aterrador, por un momento el pensamiento de que podría perderlo abrumó mi mente.

- ¿Sucede algo? - preguntó la madre de Dante.

- Él, está bien ¿verdad? Va a recuperarse pronto ¿verdad? - pregunté, mientras inutilmente controlaba mi llanto.

- Oh querido - la mujer se levantó y se acercó para consolarme - no te preocupes, Dante es un chico muy fuerte, no va a rendirse por unas cuantas costillas y un poco de sangre, si un brazo o una pierna rota no lo detuvo antes, esto no lo va a hacer tampoco - aseguró.

- ¿Quieres tomar su mano? - yo asentí y ella me dejó el espacio libre para acercarme - iré por un poco de jugo, tómate tu tiempo - salió de la habitación, dándome un poco de privacidad.

Tomé su mano entre las mías y entonces pude saber, por que su madre lo había hecho antes, sentir el calor del cuerpo de Dante, hacía que mi corazón se calmara, dándome cuenta de que aún estaba ahí, de que aún estaba respirando y estaba luchando por recuperarse. Sequé mis lágrimas y me forcé a sonreír.

- Me da gusto, poder volver a verte - dije - por un momento creí que jamás lo haría de nuevo, de verdad muchas gracias, Dante, despierta pronto para poder decírtelo otra vez - de pronto, Dante apretó mi mano con la suya, pero sus ojos no se abrieron, por un momento mi alma se tranquilizó y pude sentirme mejor.

Quédate a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora