Un último abrazo

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Estaba teniendo problemas en verdad graves, ¡le habían lavado el cerebro! Tan sólo la noche anterior estaba tan molesto con Emma que no podía estar cerca de ella, y hoy al despertar, Aran estaba tan pegado a ella que no pude evitar ponerme celoso.

Me abstuve de decir cualquier cosa, pues Aran parecía estar más feliz que nunca, como si algo muy bueno le hubiera pasado.

- ¿Cómo hiciste para contentarlo? ¿Le ofreciste un vestido nuevo o algo? - Emma me dió un golpe fuerte en la cabeza, aprovechando que el de ayer aún no estaba curado, sentí el dolor quemar a través de la herida que aún no sanaba.

- No soy tan frívola, no fue algo tan simple como un mugroso vestido, en cualquier caso, no te importa lo que haya hecho - dijo. Al parecer aún estaba algo enojada conmigo por lo del día anterior.

- ¡Aran! - Si Emma no me lo decía, Aran tal vez lo haría.

- Aran, tienes prohibido decirle cualquier cosa que haya sucedido en mi habitación a Dante - se apresuró a decir antes de que siquiera pudiera preguntar.

- ¿No puedo decirle? - parpadeó un poco confundido, ella negó.

- Se lo diremos la próxima semana - Aran hizo un puchero pero no la desobedeció, dio media vuelta y volvió a jugar con Byron.

- ¿Qué sucederá la próxima semana? - pregunté, al parecer había algo importante.

- Lo sabrás la próxima semana - tomó sus cosas y se levantó - me voy a trabajar, cuida bien de Aran, más te vale hacerlo bien hoy - sus ojos eran tan amenazadores que inconscientemente me alejé unos pasos de Aran.

Una vez que Emma se fue, pude sentirme un poco más relajado, al parecer no iba a estar contenta si volvía a poner mis manos sobre Aran, por lo que tendríamos que ser cuidadosos con nuestras demostraciones de afecto.

- Dante - Aran entró de nuevo a la casa, miró a todos lados y yo me reí.

- Emma ya se fue a trabajar, no te preocupes - era demasiado lindo, sonrió ampliamente y se lanzó corriendo a mis brazos.

Se enganchó a mí como solía hacerlo y yo tuve que reaccionar rápido para no dejarlo caer, parecía estar en verdad feliz, había usado hoy el vestido que le había comprado la primera vez, se veía tan radiante, que era imposible pensar que él, días antes, era un niño serio y retraído, me gustaba mucho verlo así de feliz, lo abracé fuerte y di vueltas con él mientras reía y se divertía.

- Dante, tu me quieres ¿verdad? - su pregunta fue repentina.

- Claro que te quiero ¿por qué? - Aran negó.

- Sólo quería escucharlo directamente de ti, desde que llegué a esta casa ha sido todo un sueño, gracias por cuidar tanto de mi, soy muy feliz - sus palabras conmovieron demasiado mi corazón.

Tiempo atrás, siempre había soñado con ser el héroe de alguien, por lo que siempre me esforzaba por ayudar a los demás, sin embargo todas las personas a las que alguna vez ayudé, me terminaban usando y desechando a conveniencia, por lo que eran pocas las personas que me habían agradecido, y sobre todo, de una manera tan dulce y sincera como lo hacía Aran, me hacía sentir que ser de la forma en la que era, había valido la pena. Me hacía sentir completo, querido y eternamente agradecido.

- Aran, quédate para siempre a mi lado por favor - él asintió y me abrazó aún más fuerte.

- Siempre, siempre voy a quedarme a tu lado - lo miré a los ojos y acerqué lentamente mi rostro al suyo, al juntarse nuestros labios, Aran me dió acceso absoluto al interior de su boca, estaba tan feliz que aquel beso resultaba tan dulce como la miel, era adictivo y empalagoso.

Quédate a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora