El Amor en realidad...

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Han pasado seis meses desde que comencé a vivir con Dante y Emma de forma normal. Ha sido un tiempo lleno de cambios y de cosas buenas, el pasado dejó de atormentarme lentamente, ahora duermo tranquilo y se podría decir que llevo una "vida normal". Había engrosado un poco mi voz, crecí algunos centímetros y aumenté un poco de peso, por lo que Dante se mostraba en verdad feliz.

- Al parecer no estás condenado a ser un enano toda tu vida - dijo mientras me revolvía el cabello.

- Déjame en paz, aún estoy en edad de crecimiento - dije quitando su mano y fingiendo estar un poco molesto.

- No comiencen de nuevo con sus demostraciones de amor, estoy cansada de tener que soportarlos, son tan melosos todos los días - esa era Emma, quejándose como siempre. Al principio no estaba contenta con el tipo de relación que teníamos Dante y yo, pero por suerte, con el tiempo lo aceptó.

- No estamos haciendo nada, no exageres - respondió Dante. Emma se dio la vuelta y lo miró con las cejas levantadas. Suspiró en derrota y giró su vista hacia mi.

- Aran ¿Ya estás listo? Casi es hora de irnos - miré el reloj y en efecto, se estaba haciendo un poco tarde. Asentí levantándome de la mesa y apresurándome para salir.

Hacía poco que había comenzado a asistir a una escuela de regularización, para poder obtener los certificados escolares y entonces, conseguir un empleo. En verdad me estaba esforzando, pero era muy difícil aprender todo lo que me perdí por diez años, en tan sólo algunos meses.

Dante, Emma y mi tío Evan, me habían ayudado bastante con todo, siempre estaban atentos de lo que me sucedía y de lo que pudiese necesitar. Estaba viviendo una vida plena y feliz.

- ¿Irás hoy a ver a la doctora Palmieri? - preguntó Dante mientras me ayudaba a meter mis cosas en la mochila. Asentí un par de veces - Pasaré por ti cuando termines, llámame cuando lo hagas - Asentí de nuevo y sonreí.

- Puedo andar por mi cuenta, no tienes que preocuparte tanto - Dante frunció el ceño, un poco molesto.

- Yo sé eso, pero será tarde cuando regreses, prefiero ir por ti y estar más tranquilo - metiendo el último libro a mi mochila me giré y lo abracé, era en verdad increíble.

- Gracias - dije en su oído para después retirarme - nos vemos más tarde - seguí mi camino hacia la escuela, dejando a Dante con una gran sonrisa en su rostro.

Emma me llevaba todos los días a la escuela, ya que le quedaba de paso hacia su trabajo. Era muy rara la vez que podía explorar la ciudad por mi cuenta. Había querido hacerlo durante un tiempo, sin embargo, ninguno me dejaba ir a explorar la ciudad, argumentando que seguro terminaría perdido. A veces me sobre protegen demasiado.

Después de la escuela, tres veces por semana, voy al consultorio de la doctora Palmieri, ella es mi psicóloga, quien me ha estado ayudando a detener las pesadillas y los constantes terrores nocturnos, que me atormentaban sin descanso. Tendría que mantener mis visitas regulares a su consultorio durante un buen tiempo, para que pudiésemos lidiar con todo lo que había tenido que cargar en mi memoria.

Desde la muerte de mi madre, mi vida estuvo llena de traumas y de malos momentos, por lo que había demasiado trabajo que hacer con respecto a eso. Pero, al igual que en la escuela y el resto de cosas, me estaba esforzando bastante por seguir adelante.

Tiempo atrás, incluso intenté conseguir un trabajo, pero como mínimo debía aprender a leer, escribir y hacer matemáticas básicas, por lo que nadie pudo darme trabajo. Ayudo entonces, en las labores diarias de la casa y, de vez en cuando, ayudo a Dante con su taller de computadoras, o a Emma, organizando papeles y llenando datos en tablas.

Quédate a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora