El niño de las pesadillas

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Después de volver a casa, comencé a hacer mi trabajo, había perdido casi medio día en buscar algún dato sobre Aran, por lo que estaba bastante atrasado con los equipos que debía reparar.

Aran encontró a Byron en el jardín trasero de la casa y comenzaron a jugar sin descanso, por lo que pude dedicarme a mi trabajo sin preocuparme demasiado por ellos, si Byron se cansaba lo suficiente, podría perdonar por hoy su paseo diario, por lo que esperaba Aran pudiese con él.

Emma al parecer volvería tarde, trabajaba en una oficina fiscal, haciendo trabajo de oficina, ya que estaba en la facultad de derecho, mantener contacto con todo ese mundo de la legalidad y demás le ayudará a desarrollarse en su profesión. Por desgracia había días en los que el trabajo se acumulaba y tenía que quedarse horas extras a arreglar expedientes y otras cosas.

Al menos eso me daría un tiempo más para prepararme y encontrar la mejor manera de persuadirla sobre la situación de Aran.

Luego de un par de horas, la casa se sumió en un silencio absoluto, los ladridos de Byron cesaron por completo y los pies ligeros de Aran dejaron de resonar por el pasto; me preocupé un poco y salí a revisar lo que estaban haciendo, la imagen con la que me encontré me enterneció bastante.

Aran estaba recostado con Byron a la entrada del jardín, abrazados el uno al otro, ambos estaban agotados y ahora dormían tranquilamente, ambos se veían tan tranquilos; sin embargo no podía dejarlos de esa forma, comenzaba a oscurecer y hacía un poco de frío, Aran apenas se había recuperado de su fiebre de la noche anterior, sería malo dejarlo dormir a la intemperie.

Lo alcé en mis brazos, lo que hizo que Byron se despertara, me siguió hasta la habitación en donde recosté al niño y se subió a su lado en la cama. Tuve que hacer grandes esfuerzos para hacerlo bajar y sacarlo de regreso al jardín, no podía dejarlo dormir dentro o Emma me mataría, y en este momento ella no necesitaba más razones para hacerlo.

Todo se mantuvo en silencio un par de horas más, pero comencé a preocuparme, mi amiga estaba llegando aún más tarde de lo habitual, miré mi teléfono y ya sobrepasaba las diez de la noche. Intenté llamarla y preguntar si iba a tardar más, pero no contestó.

Suspiré y me dejé caer en el sofá, decidiendo si conseguía algo de cenar o preparaba algo, tal vez Aran estaría hambriento, pero como ya se había dormido no quería despertarlo sólo para eso.

- ¡AAAAAaaaaahhhh! - el grito vino de mi habitación, me hizo estremecer por completo, me levanté y fui corriendo a revisar lo que pasaba.

- ¡D-Dante! - al verme el chico se abalanzó sobre mi, abrazándome fuertemente; Estaba temblando y parecía haber sido asustado hasta la muerte.

- ¿Estás bien? ¿Por qué gritas? - le dije mientras intentaba que se calmara.

- S-Soñé... soñé... snif snif... tuve un mal sueño - entre sollozos le era aún dificil hablar.

Estaba seguro de que los sueños tan horrendos que tenía, eran los recuerdos de su tortuosa vida, representandose en pesadillas a causa del trauma que le ocasionaron los abusos y maltratos de su tío; se me revolvió el estómago de tan sólo pensarlo.

- Está bien, está bien. Ya no llores, sólo fue un sueño, no tienes nada que temer, recuerda que ahora estás a salvo, no te preocupes - pero Aran no se apartó más de mi, me abrazaba tan fuerte que sentía que me asfixiaba, su temor no le permitía alejarse, por lo que me acosté a su lado en la cama para que pudiera tranquilizarse un poco más.

- No tengo... que v-volver con el tío Giuseppe ¿verdad? N-nunca voy a volver ahí - dijo mientras se calmaba.

- ¿Tu tío te trataba mal, Aran? - el chico asintió y luego negó, sin estar muy seguro de que decir.

- Él, no me quería... siempre dijo que me quería, pero no me quería; e-eso fue lo que dijo E-Emilia - hablaba sin prestar mucha atención a lo que decía.

- ¿Quién es Emilia? - Aran miró hacia la puerta.

- Emilia era... mi amiga, e-ella y yo hablábamos a veces, a-a través de nuestras puertas, siempre m-me hacía compañía cuando me sentía solo - sonrió, pero de inmediato la sonrisa se esfumó - p-pero un día Emilia no volvió a hablarme, entonces el tío dijo que e-ella se había ido... cómo mamá - un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal ¿qué era lo que estaba diciendo?

- ¿Emilia era una niña de tu edad? - negó.

- Emilia e-era mayor, solíamos jugar juntos cuando era más pequeño - entonces había más niños que él en aquel lugar, este asunto podría ser mucho más peligroso de lo que había imaginado.

- ¿Tenías otros amigos? - asintió y comenzó a hablarme sobre su amigo Luis y su amigo Diego, con quienes cenaba a veces, Aran dijo que ellos eran más pequeños que él y que Diego siempre estaba intentando abrir las puertas y salir corriendo, pero que siempre era atrapado por "tío Giuseppe".

Me contó también, que cada cierto tiempo llegaban niños nuevos y todos ellos eran enviados a sitios diferentes dentro de la casa, a algunos nunca los volvió a ver.

Luego de hablar bastante sobre sus amigos, por fin se quedó dormido de nuevo, otra vez sin haber cenado nada y, aunque yo anteriormente me estaba muriendo de hambre, en ese preciso momento mi estómago se sentía tan revuelto que no podía pensar más en comer.

La pequeña Emilia, Anna, Sofía, Carlo, Diego y Luis, todos ellos podrían estar muertos ahora mismo, enterrados en una fosa clandestina después de haber sido abusados por un hombre asqueroso y desalmado.

Tuve que contenerme para evitar las arcadas, tuve que salir de la habitación para encontrar un poco de aire fresco, no podía mantenerme mucho más tiempo de esa manera. Justo cuando comenzaba a sentirme más tranquilo, por fin Emma regresó.

- ¿Te sucede algo? Estás pálido - dijo al verme.

- Estoy bien - me reincorporé un poco y fui a la cocina por un poco de agua.

- Bien... traje donas, cenemos algunas - a pesar de que sonaba bien, no creía que mi cuerpo pudiese tolerarlo por completo.

- Ya es tarde, comeré una en el desayuno - intenté sonar casual, pero tal vez era demasiado obvia mi reacción.

- ¿Dónde está el niño? ¿Sigue aquí? ¿Pudiste averiguar algo? - comenzó a bombardearme con sus preguntas.

- Si, sigue aquí y no, no encontré nada, nadie lo está buscando, nadie lo ha reclamado y me dijeron que sería inútil llevarlo a alguna institución, por lo que lo traje de regreso conmigo - con cada palabra, Emma ponía un rostro cada vez más aterrador.

- Te lo dije, no puedes recogerlo como si fuera un gato ¿qué harás con él? ¿Eres capáz de hacerte cargo? ¿Qué harás si un familiar lo reclama y te acusa de secuestro o algo similar? - suspiré, en ese punto no me podía importar menos, si su familia lo reclamaba no pensaba entregarlo.

Comencé a contarle a Emma lo que había descubierto según lo que Aran había dicho, pero ya que eran simples suposiciones, ella desacreditó cualquier información, sobre todo por que tal información provenía de un chico que ni siquiera sabía su nombre o su edad.

- No puedes simplemente creer todo lo que él dice, se nota que tiene problemas, no te dejes llevar por favor - dijo bastante molesta.

- No lo estoy diciendo completamente al azar, el pobre chico estaba petrificado de miedo no creo que sea algo que un niño con "problemas" pueda fingir fácilmente - Emma cerró sus ojos con exasperación, sabía que no iba a hacerme cambiar de opinión, mucho menos ahora que me había encariñado bastante con el chico. Si ya habíamos empatizado no habría vuelta atrás.

- Bien, que se quede, pero más te vale seguir averiguando sobre sus familiares, si nadie lo busca entonces llévalo por tí mismo a hacer un anuncio para que alguien lo encuentre - al final cedió a que Aran se quedara un poco más.

Mientras tanto tendría que esforzarme por demostrar que lo que decía era verdad, aunque no sabía por dónde empezar, estaba dispuesto a hacer algo al respecto.

Durante los próximos días, Aran continuó gritando por las noches, mientras las pesadillas lo atormentaban, por lo que comencé a dormir a su lado y eso ayudó bastante a que sus terrores nocturnos disminuyeran bastante.

Quédate a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora