On the Turning Away (stucky)

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Steve se encontraba llorando en la puerta de la iglesia. Lo expulsaron cuando se enteraron de su homosexualidad y ahora no tenia donde dormir. La comida también se había acabado, y estaba solo. Odiaba a todos. A los ricos por su desprecio, a la clase media por su indiferencia, y a los pobres indigentes como el que eran capaz de matarlo por una cama o un trozo de pan. Deseaba que algún día su situación cambie. Que no lo rechacen por su situación precaria de vida, por algo que no fue su culpa.

Por otra parte y del otro lado de esa ciudad tan socialmente desigual, Bucky gozaba de cierto prestigio en el ámbito militar. Tanto así para ser el comandante que se encarga de la preparación de los cadetes y organizar las operaciones a largo plazo. Otra de sus tareas, y su favorita, era coordinar lo necesario para la caridad y los fondos del ejercito de salvación. El quizá fue afortunado. Nunca le faltó nada, pero sabia que existía gente que no gozaba de sus privilegios, y quería ayudarla.

Un día, estas dos almas tan distintas se cruzaron.

—Disculpa, puedo ayudarte?

—Ahorrate esa basura.

—Pero yo solo...

—Tu eres de los que viene cada mes a mi iglesia a hablar de caridad. Y ni siquiera sabes mi nombre o el de otros. Tu y tu gente no quieren ayudar. Solo quieren sentirse poderosos haciendo que otros dependan de que ustedes nos den lo que ya no usan. Eso a mi no me interesa. Así que vete.

—Entonces dime como ayudarte, que necesita tu iglesia?

—Mi iglesia me acaba de hechar. No es irónico? El hogar de dios, donde me bauticé, vine a misa y elegí como mi refugio en mis épocas de adversidad me rechazó porque me gustan los hombres. Que estúpidos. Ah y ellos no necesitan nada. Todo lo que dan se lo quedan las monjas. Yo y mis amigos pasabamos hambre,a veces el cocinero de la casa de la esquina nos traia sobras. Eso era todo.

—Yo te comprendo, en serio.

—Acaso también te gustan los penes?-dijo el rubio irónicamente.

—pues si, pero aparte de eso me refiero al rechazo diario. La incomprension de esta sociedad estupida. Yo hago lo que puedo desde mi lugar.

—Dudo que lo hagas. Ya me han dicho palabras bonitas antes. Estoy cansado de ese cuento. Quiero que la pases conmigo, viendo las cosas de este lado. Veras como las alas de la noche nos sobrepasan, dejando la penumbra helada, y la indiferencia de tu clase predomina durante el día.

—Ten por seguro que sé de que se trata. Me rodeo de esa gente pobre todos los dias.

—Pobres?

—Si, tan pobres que solo tienen dinero. Carecen de las cosas mas importantes y esenciales de la vida: espíritu, lógica, opinión propia, sentido de la realidad.

—El espíritu no te da de comer.

—Nunca dije que lo hiciera. Pero si podemos usarlo para impulsar vientos de cambio. Para nosotros y ellos.—Steve iba a decir algo pero el soldado se acercó y lo tomó del mentón, dejándolo mudo. —Acepto tu propuesta, me quedare contigo el resto del día. Pero quiero que luego tú vengas conmigo. Trato?

—De acuerdo.—toda la ironía y el desquite del menor se había esfumado al ver esa sonrisa tan cerca suyo.

—Genial— le guiñó el ojo y le ofreció su mano.—Empecemos otra vez. Mi nombre es James, pero puedes decirme Sarge o Bucky.

—Steve. Dime Steve.

Fue entonces que pasaron el día allí, en la calle. Ellos miraban y atestiguaban como la gente tiraba sus restos de comida en lugar de dárselos. Bucky logró obtener algo del cuartel.

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