Star Wars Ex Umbra

3. Darkside

Rey caminó por la orilla hasta que una ola alcanzó sus pies con suavidad. Activó el sable láser que llevaba en la mano y una hoja azul apareció con un zumbido. Comenzó a ensayar movimientos de combate mientras la tela de su atuendo volaba al son del viento oceánico, arreglándoselas para no interponerse entre el arma incandescente.

Algo se acercaba por la playa, caminando de forma pesada y haciendo tintinear algo metálico. La joven jedi se giró a tiempo de ver a Kylo Ren prendiendo su arma a una distancia prudente de ella.

—¿Ben?

Él se detuvo entonces. Nada sobre su expresión facial podía intuirse a través de aquel casco oscuro y pulido. Rey vaciló un poco antes de levantar su arma en posición defensiva, sintiendo su propio pulso en los oídos.

Con un movimiento brusco acompañado del zumbido de su sable, Kylo se abalanzó a gran velocidad, salvando la distancia que quedaba entre ambos y golpeando la hoja azul de Rey, que aguantó sin problemas.

Algo andaba mal. Aquello no tenía ningún sentido. La chica comenzó una intensa ofensiva contra el enmascarado, que él enfrentó con relativa facilidad. Si la joven se paraba a recibir los golpes, llevaba las de perder contra alguien más grande y pesado que ella.

Su estilo de combate rápido los agotaba a los dos demasiado deprisa, así que ambos se retiraron varios pasos para respirar un momento. Kylo ladeó la cabeza un instante, como fijándose cuidadosamente en ella durante un segundo. En la siguiente aproximación de Rey, él se dedicó a esquivar las estocadas más que a pararlas con su propio arma, perdiendo el ritmo de la pelea y viéndose obligado a recular.

Consciente de la agresividad con la que estaba cargando sus movimientos, la chica también se echó varios pasos hacia atrás lentamente, manteniendo su arma alta. Cada vez se sentía más confusa y no tenía tiempo de pararse a pensar en el porqué de todo aquello.

—Ben, si eres tú...

Nada más oír aquel nombre, el joven enmascarado colocó su sable en posición defensiva también. Ambos comenzaron a describir un círculo sobre las aguas bajas y cristalinas. El sol se estaba poniendo y ambos querían tenerlo a su espalda.

Rey fijó la vista donde sabía que se encontrarían sus ojos cubiertos por el casco, y con suavidad, empleó sus poderes para tratar de alcanzarle. Era la única forma que se le ocurría de empezar a buscar respuestas en mitad de la pelea.

El fulgor del combate. Calor. El pulso acelerado. Todo lo que sentía le parecía tan superfluo, y aún así, no podía evitar contagiarse de aquellas emociones. Y, un instante antes de que se rindiera tratando de buscar algo que le resultara familiar, lo encontró.

Kylo pareció contraerse de dolor un instante; Rey abrió la boca para decir algo, pero inmediatamente después el volvía a abalanzarse con el sable en alto y la obligaba a centrarse por completo en el duelo.

Las espadas entrechocaron innumerables veces, soltando chispazos, zumbando en el aire y haciendo que el agua se evaporara cada vez que rozaban el suelo. Cuando la jedi supo que tenía el control de la situación y creyó que sería capaz de acorralarlo de nuevo, el viento se levantó con fuerza, y la arena oscura volvió a invadirlo todo.

—No... —dijo Rey, frustrada— ¡NO!

Pero nada podía detener aquellas tinieblas, que hicieron que dejara de sentir el calor del combate, el agua fría a sus pies y la presión del sable rojo de Kylo contra el suyo.

Despertó abriendo los ojos al instante. Se había quedado dormida sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el fuselaje de una nave. Inspiró hondo y se incorporó: estaba sudando, pero se trataba de un sudor frío que le generaba un tremendo malestar. Necesitaba una bocanada de aire fresco y un rato a solas para aclararse las ideas... Pero a su lado estaba Finn, también dormido con los brazos cruzados y el ceño fruncido.