7. Powerlines

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Rey abrió los ojos despacio, mareada. Un buen montón de gente se agolpaba a su alrededor, pero cuando trató de enfocar sus caras una por una, el dolor le golpeó las sienes.

—Leia... —fue lo primero que alcanzó a decir.

Las caras de preocupación de todos cambiaron rápidamente a la confusión.

—Rey, ¿estás bien? —dijo Rose, que le estaba cogiendo la mano.

La joven jedi trató de decirlo todo a la vez, temerosa de olvidar lo que acababa de... ¿Soñar?

—¡Leia! —repitió antes de trastabillarse— He hablado con Leia, yo, yo...

De pronto se le vino a la cabeza lo último que había tratado de transmitirle: que tenía razón. Que tenía que buscar a...

—Ben —continuó—, tengo que...

Ahora todos a su alrededor la miraban como si se tratara de una lunática. Rey trató de levantarse y enseguida un puñado de manos se lo impidieron a coro, las de Maz Kanata en primerísimo lugar.

—A ver, niña, tranquilízate un momento, ¿vale? —su tono era algo más grave de lo habitual, pero seguía transmitiendo cercanía— No puedes casi matarme por aplastamiento y salir corriendo.

Rey se tapó la boca con las manos.

—¡Maz! ¡Lo siento muchísimo! ¿Estás bien?

Ella asintió con una pequeña sonrisa.

—Tengo buenos reflejos —le guiñó el ojo—. Vamos a ver. Despacio. ¿Cómo te sientes?

—Estoy perfectamente, tengo que ponerme en marcha ya —insistió la joven jedi, viendo de reojo a Rose poner cara de desaprobación—. He visto a Leia. Hay alguien en la Galaxia, alguien más que puede usar la Fuerza y la recorre por senderos oscuros —explicó, mirándolos a todos a los ojos—. Está interfiriendo con los fantasmas y...

Se detuvo. Si seguía y hablaba delante de todos de lo que había visto y sentido, comenzarían a hacerle demasiadas preguntas. Sin darse cuenta, también comenzó a morderse el labio, nerviosa por haber mencionado demasiado rápido el nombre de Ben.

Los murmullos comenzaron a aumentar y cuando Maz se dio la vuelta para tratar de acallarlos, la joven jedi intentó aprovechar para escabullirse, pero Rose se interpuso al momento.

—Voy contigo —le dijo, agarrándole suavemente la muñeca.

Rey asintió, viendo a Finn acercarse entre la gente, y entonces tuvo un mal presentimiento.

—Me apunto a lo que quiera que vayáis a hacer —dijo.

Pero al momento se dio cuenta, por la expresión de su amiga, de que algo no andaba bien. De fondo, los murmullos habían pasado a un coro de conversaciones en voz alta y la anciana no daba abasto.

—Finn, vamos a acercarnos a lo que quiera que produjera la perturbación. No tienes entrenamiento alguno... No quiero que te pase nada —explicó la joven jedi—. Pero estaremos en contacto.

El ex-soldado la miró, incrédulo.

—¿En serio? ¿Después de todo lo que hemos pasado?

—Esto es diferente. No es una guerra. Tus poderes están despertando ahora mismo, si lo que quiera que sea eso te atrapa... No me lo perdonaría jamás.

Rey trató de coger la mano de su amigo, pero él se apartó.

—He estado semanas reprimiendo mis poderes con bastante éxito. Pensaba que confiabas en mí.

Star Wars Ex UmbraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora