20. Foreverglow

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En la inmensa tranquilidad de la noche, cuando solo se escuchaba el canto de algunos animales y el suave viento acariciar las copas de los árboles, Ben Solo despertó, despacio. Algo lo estaba llamando.

Se incorporó poco a poco y sintió cómo el dolor le agarraba el costado, así que se lo tomó con aún más calma. Aunque estaba solo en la habitación, reconoció algunas de las pertenencias de Rey en ella, como su brazalete de cuero o los elásticos del pelo. Probablemente la chica se había pasado las horas allí a su lado, y desde luego se merecía dormir en una cama y no en un sofá.

Salió de la habitación colocándose una ligera bata encima que encontró en una silla. Apenas había tenido la oportunidad de deambular por el asentamiento para saber con exactitud dónde se encontraba, pero sin embargo estaba seguro de a dónde debía ir. La Resistencia había aprovechado un antiguo refugio excavado en la roca a poca profundidad, así que era sencillo salir al exterior y dar con la pared del valle que hacía de fachada.

La brisa fresca lo distrajo del dolor durante un delicioso instante. A lo lejos podía escuchar un grupo de gente conversar de forma apaciguada y el crepitar de una pequeña hoguera. Aunque los estragos de la batalla aún eran visibles, también se había desplegado ya el material de reconstrucción.

Caminó un poco más, dejando atrás el módulo al que lo habían traído y subiendo por unas escaleras talladas en la roca. Finalmente se encontró con un pequeño mirador solitario desde el que se observaba la rivera en la que quedaban algunas hogueras apagadas.

—Ben.

Se dio la vuelta, teniendo solo una corazonada sobre quién lo llamaba.

Era ella.

—... Mamá.

Estaba sentada sobre una de las cajas metálicas que los rebeldes llevaban de un lado a otro y se dejaban por todas partes. Un aura azul la envolvía y una sonrisa tranquila se dibujaba en su rostro.

Ben caminó hasta a ella, derrumbándose a medida que avanzaba y terminando de rodillas sobre el suelo. Se arrepentía de tantas cosas...

—Ben, estoy orgullosa de ti.

—¿Por qué? —preguntó con la garganta anudada.

Su madre puso los ojos en blanco. Era obvio que todo aquel rollo del fantasma místico de la Fuerza no iba con ella.

—Pues porque has vuelto del Lado Oscuro. Has sobrevivido a él, a caer en las garras de uno de los seres más retorcidos de la Galaxia.

—Pero... He hecho tantas cosas que...

—Lo sé. Pero ahora estás aquí. Y te acogerán. Estás en casa.

El chico permaneció sentado mientras trataba de calmarse. Había deseado que llegara aquel momento más que nada, pero lo estaba abrumando muchísimo.

—Ben... Rey y tú tenéis que construir algo mejor que lo que construyeron los antiguos jedi, y algo mejor de lo que construyó Luke. Pero no solo para la gente sensible a la Fuerza que vendrá... Sino para vosotros también.

Asintió, mirando a su madre a los ojos mientras sentía una enorme calidez en el pecho.

—Mamá... Te quiero.

Ella sonrió ampliamente.

—Lo sé.

Rey se dio la vuelta sobre la cama, intuyendo la luz a través de la persiana, pero deseando dormir un poco más. Una nave comenzó su entrada en los hangares, así que empleó la almohada para taparse los oídos mientras maldecía para sí misma. ¿Quién diantres estaba efectuando aquella entrada tan madrugadora?

Star Wars Ex UmbraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora