Sasuke En Libertad; Un Breve Encuentro

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Aquella mañana, pintada de un azul opaco por el frío, Sakura se levantó con demasiada energía. Estaba nerviosa, emocionada y lista para recibir a Sasuke a una nueva etapa, donde Naruto y ella le apoyarían. No lo dejaría solo ni un momento, excepto para cubrir su horario en el hospital. El optimismo la inundó toda la mañana. Al salir de su casa, Naruto la esperaba para reunirse con Kakashi-sensei e ir hacia la prisión subterránea. Le saludó con una sonrisa y un fuerte abrazo, algo que sorprendió al rubio de ojos azules. Él le devolvió el abrazo con efusividad.

Pasaron por unos dangos de fresa. Naruto había desayunado ramen de cerdo, parte de su camisa de rejilla se encontraba manchada del caldo. Naruto despertó tarde, calentó el agua para su sopa y comió lo más rápido que pudo para no hacer esperar a Sakura. Se colocó su chamarra con una mano y con la otra las sandalias ninja. Cerró la puerta a tropiezos y corrió por las calles de la aldea.

El camino a la prisión subterránea fue con un poco de prisa. El estómago de Sakura rugió en protesta minutos después. Cerca de su posición, Naruto le ofreció desayunar en un pequeño restaurante. Sakura se negó, pero para no preocupar a Naruto, accedió a comer un par de dangos. Al terminar, Sakura saltó al primer árbol. Naruto, detrás de ella, le gritó que lo esperara.

Sasuke despertó temprano. La venda sobre sus ojos no le permitía saber hacia dónde miraba su rostro. Apesadumbrado, perdió la noción del tiempo. No sabía si era amanecer o anochecer. Antes de sentir que se desorientaba por completo y que aquello lo llevaría a sentir una fuerte desesperación, Sasuke se refugió en los recuerdos de su pasado. En las imágenes de un Itachi joven, preparado para las misiones de la academia, las misiones ANBU.

—Ugh.

Apretó sus labios antes de que las imágenes de la masacre de su clan inundaran su mente. Se detuvo en su padre y su madre. Sus rostros demacrados por la preocupación. Era demasiado pequeño para haberlo entendido, siquiera para haberse dado cuenta que algo no estaba bien. Su preocupación fue demostrarle su existencia a su padre. Aprender el Jutsu Bola de Fuego, a su edad, supuso un duro entrenamiento de su chakra y su memoria. Aún recordaba la sensación de la primera vez que practicó.

Sus pequeñas manos se acomodaban con lentitud en cada posición, parecían torpes cuando trataba de hacerlo más rápido. Le tomó tres días agilizarlas. En las noches cuidaba que Itachi no se diera cuenta. Acostado, dándole la espalda, seguía practicando hasta que el sueño le vencía. Después entrenó con su chakra para hacerlo llegar a sus palmas y garganta.

La gruesa puerta de madera se hizo a un lado con un sonido molesto para sus oídos. Las visagras oxidadas y la madera raspando contra el piso, el sonido de pasos y las voces de un par de hombres. Lo tomaron de los hombros para ponerlo de pie. No dijo nada, ni siquiera tenía ganas de quejarse por el agarre en sus brazos mientras lo empujaban por quien sabe donde.

No le importaba.

El tacto sobre sus brazos desapareció al igual que la venda sobre sus ojos. La camisa de fuerza lo liberó de su prisión. Los ANBU, frente a él, lo miraron a través de las máscaras que protegían sus identidades. Sasuke parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz del foco de la pequeña habitación. Ahí estaba Kakashi, recargado sobre el pilar del muro con sus brazos cruzados sobre el pecho. Su cabeza gacha, no podía ver sus ojos puesto que el enorme sombrero de Hokage protegía lo único visible que siempre habría de mostrar.

Sus ojos. Su boca siempre cubierta no le dejaba ver algún indicio de felicidad, tristeza o enojo. Creyó en el pasado que Kakashi Hatake escondía sus emociones. ¿Para qué? Posiblemente para no mostrarse débil, para no ser atacado.

O era parte de su outfit.

Intercambiaron palabras frente a él. No escuchó nada, ni siquiera puso atención. Frente a él la libertad se erigía tratando de llamar su atención. Pensó en huir lejos, tomar la oportunidad y correr. Kakashi y el ANBU seguían en lo suyo, no se darían cuenta a tiempo para detenerlo. Pero estaba cansado. Agotado emocionalmente. No tenía objetivos tan fuertes para obligarlo a pelear una vez más. Deseaba seguir encerrado, esperando a que la muerte viniese por él. ¿Por qué Naruto no lo mató cuando pudo?

Ojos sin pupila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora