¿Y Los Ancianos Del Consejo?; La Prisión Abandonada

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Naruto despertó con un ánimo que desbordaba alegría y júbilo. Al acercarse a la cocina, donde Hinata preparaba un par de takoyaki rellenos de tomate y Sasuke tomaba el té con Hasami y Nigiri, el rubio tomó a Sasuke de la parte trasera de su cuello, en tanto tarareaba una melodía que había creado la noche anterior, después de cenar en Ichiraku Ramen. Sasuke la alejó de un manotazo y Naruto sonrió con exageración. Giró un par de veces, como si bailara, y se acercó a oler lo que Hinata hacia.

—Eso no es para ti, Naruto.

—¡Pero Sasuke! —chilló—. Estoy hambriento.

—Tendrás que preparar algo tú. Hinata y yo llevaremos a Hasami y Nigiri a la Academia ninja.

La más pequeña, Nigiri, pronto entraría a la academia ninja y quería que comenzara a hacerse familiar a tal sitio. Pero sobre todo, aprovecharía para charlar un rato con Kiba y Shino, en tanto, Hinata ayudaba a Shino con los preparativos del festival de verano y la salida de los nuevos genin. Kiba tenía el tiempo libre y un par de pistas sobre los ancianos del Consejo.

Hinata preparó dos takoyaki más después de darle un par a Sasuke, Hasami y Nigiri. Naruto le agradeció con palabras y al probar bocado la halagó.

—Sasuke, eres muy afortunado. ¡Hinata será una maravillosa esposa!

—Lo sé.

El gesto de Naruto aterrizó en estupefacción.

—Vamos, amigo. Sé que puedes demostrar felicidad. Inténtalo conmigo, ¿sí? Uno...

Sasuke dejó la mesita con Nigiri. Hasami tomó el takoyaki de Naruto con los palillos de este y lo metió en la boca del rubio en el momento justo cuando abría la boca para el siguiente número.

—¡Geg!, gaga-mi...

La niña rió y salió lo más pronto posible de la casa. Antes de que Naruto lograra masticar la bolita de masa.

—¡Chiquilla! —gritó—. Ya veremos cuando regreses, ¡Hasami!

Nigiri iba en medio tomada de las manos de Sasuke y Hinata. Hasami los alcanzó con su pequeña mochila sonando por los kunai y shuriken que traía.

—¿Llevas vendas?

—No las necesito —respondió con seguridad—. No lograrán ni rozarme un cabello.

El cabello rubio opaco de Hasami brilló tenuemente. Parecía que se volvería blanco, como el de su abuelo. Hinata sacó un pequeño botecito de entre su portashuriken y se lo tendió a Hasami.

—Es pomada medicinal.

—Gracias, Hinata.

Lo observó unos segundos antes de abrirlo y oler la masa verde clara que había dentro. Después la guardó con cuidado en su mochila.

La academia ninja se encontraba en silencio. Kiba esperaba que las puertas se abrieran para pasar dentro, donde seguramente Shino se encontraba acomodando sus cosas sobre el escritorio y revisando que todo estuviera en su lugar para las actividades de ese día. Akamaru ladró un poco por la gran afluencia.

—Es hora, amigo. Pronto estaremos adentro.

Los pequeños venían acompañados por sus madres o hermanos. Los más grandes venían en grupo y muy pocos solitarios. Kiba se sentó en el columpio que aún seguía delante de la academia, donde un par de veces vio a Naruto quedarse ahí hasta el atardecer.

—De estar solo a estar rodeado de buenos amigos. Sí que el chico se dio a respetar, ¿no? Siempre fue el payaso de la clase. A que lo recuerdas, Akamaru.

Ojos sin pupila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora