Muerte

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Si había algo que nunca iba a permitir, eso era perder el Byakugan. En el pasado buscó que su familia se defendiera y defendiera el Kekkei Genkkai a costa de la propia vida. Aprender el puño suave era estricta regla para cada miembro del clan, sin distinción de la rama principal y secundaria, pues estos últimos se encargarían, en primera instancia, de ser los primeros en defender a la rama principal ante cualquier ataque. Sea el objetivo contra la aldea o contra el clan mismo.

De todas las familias que conformaban a la aldea oculta entre las Hojas, el clan Hyuga era el único que salía a la batalla al final. Nunca antes.

Ahora el viejo Hyuga iba a la cabeza. El enfrentamiento llegaría para ellos. A pesar de su edad y la decadencia de su condición, cosa que no le preocupaba en esos momentos porque Homura y Koharu contaban con su misma condición, se adelantó lo suficiente a los pasos de Kakashi. El Hokage lo había visto. Un hombre tan joven como Kakashi y tan listo, no podría detenerlo en esos momentos por más que aplique chakra en sus pies. Conocía sus intenciones, su objetivo. Sólo bastó que le echara una ojeada para ver ese semblante fresco de preocupación. Recién creada.

Vio la barrera que su nieta mencionó. Le parecía conocida, el pergamino de barrera debía estar cerca de esa área. Como todas las artimañas que los viejos hicieron contra su nieta. Sentía... Indignación. Él pidió que confiaran en su palabra. Tenía a Sasuke en sus manos a través de Hinata, nada de que preocuparse. El chico se enfocó en su nieta y olvidó todo lo demás. Si es que desde su regreso deseaba cumplir con su venganza, lo cual siempre dudó. Aquel día de su sentencia se veía indiferente a la decisión sobre su destino.

¿Orgullo? No, nada de eso. Simplemente el vacío de un alma sin objetivos. De un joven sin ningún ancla a este mundo. Naruto quiso ser esa ancla y no lo logró. Soprendentemente, su nieta sí. Y aquello trajo más problemas que calmas para todos. Incluso para él. El ataque del tal Takuma y ahora de dos sujetos más. Hiashi tuvo miedo de la atracción que Sasuke podía ejercer sobre todos. Y él pensó que sería apto para su nieta. Sasuke era joven y poderoso, un prodigio de su clan a pesar de que ya no había otro miembro del clan Uchiha con quien compararlo.

Itachi Uchiha. Lo recordaba. El deseó que Hinata avanzara a ese nivel en tan poco tiempo. Todos alababan al clan Uchiha, pero también le temían. Y su nieta... ¡Vaya! Ningún avance. Hiashi abandonó su instrucción y Hanabi ocupó el puesto. El gran Itachi Uchiha se alió con Akatsuki y el honor del clan del Sharingan decayó.

Pero Sasuke resultó ascender un poco la dignidad. Junto un par de pedazos en los exámenes chunin. ¿Y después? Se fue. Se alió con Orochimaru. Konoha perdió un clan importante. El último sobreviviente se hundió en una venganza nefasta, al punto de recurrir a la peor calaña: los traidores de la aldea.

El resto es historia. Hinata se enamoró de Sasuke y viceversa y aquello pintaba para bien. Sasuke podría ser considerado como un miembro de la rama secundaria, del cual el objetivo primordial era cuidar de Hinata, la ex heredera del clan Hyuga. Hiashi iba a poner el grito en el cielo una vez que acordara ponerle el sello del pájaro a su primogénita, incluso a Hanabi, a pesar de que era su destino.

No lidió con Neji en esos aspectos, pero el rencor de su nieto logró doblegar la dura coraza de su hijo.

Si no había sello del pájaro para cuidar de que el Byakugan no caiga en otras manos, entonces la relación con Sasuke era la solución a la única preocupación que le quitó el sueño un par de noches. De paso y el nuevo ser heredaría los dos Kekkei Genkkai o la evolución de ambos. El clan Hyuga se alzaría como el más poderoso de todos los clanes y tendría una alianza con el futuro clan Uchiha restablecido.

El tiempo corría demasiado deprisa, recordándole que no viviría para ver a sus bisnietos convertirse en unos grandes shinobi. Ni el glorioso momento cumbre de ambos clanes. Nada de eso. Ni siquiera su hijo cambiaría las leyes dentro del clan para su conveniencia.

Ojos sin pupila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora