Primer Acercamiento

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Dentro del pequeño café, Hinata se estremeció y talló su mano contra la otra una y otra vez. Kiba la imitó y Shino se mantuvo inerte sentado frente a ellos, el gran perro Akamaru se escondió debajo de la mesa para acurrucarse a los pies de su dueño. Kiba abrazó a Hinata para compartirle calidez. Llevaban chamarras gruesas de invierno para cubrirse del frío que aún azotaba a la aldea. Después de un arduo entrenamiento que duró hasta las siete de la noche, el equipo Kurenai se tomó un descanso en un pequeño café al este de la aldea escondida entre las Hojas.

—Dos semanas más y estaremos presentando el examen.

Tres tazas de café y unos dangos de dulce sobre la mesa, para Akamaru un par de galletas y agua caliente. Kiba seguía comentando con entusiasmo el progreso que tenían como ninjas y como equipo en los últimos días.

—Eres increíble, Hinata. A este paso serás la mejor para evaluar las aptitudes y manejo de chakra de cada uno de nosotros. Sé que Kakashi-sensei estará orgulloso de ti por tu desempeño. Kurenai-sensei lo está.

—Estoy de acuerdo con Kiba.

El café comenzaba a tornarse cálido. El encargado del pequeño establecimiento utilizó un jutsu del elemento fuego. En medio del espacio, tres bolas de fuego giraban en el mismo lugar. El quipo Kurenai pidió otro café y más dangos. Hinata sintió el impulso de quitarse la enorme chamarra.

—Te hará daño, Hinata.

Sus ojos buscaron los de Kiba.

—Has sudado. El frío te hará daño si te quitas la chamarra.

Por un momento esperó que el nombre "Sasuke Uchiha" saliera de los labios de su amigo. Es mi salud, pensó.

Hinata asintió. La mano de Shino recorrió por encima de la mesa el espacio hasta llegar a la suya. Al tener su tacto, recibió un cálido apretón y un pensamiento le llegó. Shino conocía sus pensamientos mejor que ella. Se sintió invadida, pero después se dijo que no tenía porqué sentirse así, Shino era demasiado silencioso para contar algo suyo. Podía confiar en él, aunque le avergonzó. ¿Qué tan fácil era descifrarla?

—Hay algo que quería preguntarte, Hinata —el misterioso aspecto de Shino se ensombreció al inclinar su cuerpo hacia ella—. Han pasado tantas cosas en los últimos meses que no había tenido la oportunidad, pero —hizo una pausa—... Me preocupas. ¿Cómo sigues después de ese incidente?

Hinata parpadeó sin entender las palabras de Shino.

—Aquel día que te encerraron con Sasuke.

La tortura. Hinata tuvo un par de pesadillas después de eso, nada de qué preocuparse. Lo que ocupó su mente en los días siguientes fue su clan y su padre.

—Estoy bien.

—No creo que estés bien, Hinata —exclamó Kiba con indignación—. ¿Cómo podrías después de vivir y ver...?

Kiba apretó sus labios para no decir algo más. Abrazó a Hinata con fuerza, preocupado. Sintió el ligero estremecimiento de su pequeño cuerpo sobre su pecho y brazos.

—No puedo creer... ¿Por qué a ti?

—Sólo estuve en el lugar y momento equivocado.

Maldito seas, Sasuke.

—Ese bastardo te ha traído demasiados problemas. Y pensar que le agradecí que te salvara.

Hinata se safó de su agarre.

—No fue su culpa.

Shino asintió. Kiba dejó caer su espalda sobre el respaldo de la silla, frustrado. Hinata miró el negro del café resplandecer por la luz que desprendían las bolas de fuego. Los recuerdos se mezclaron en su bebida, de pronto veía a Sasuke tirado en el suelo. Parpadeó asustada, pero sin levantar la cabeza, no quería que vieran su expresión. No debían preocuparse.

Ojos sin pupila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora