Los Rebeldes Atacan

5.1K 491 206
                                    

A las 4:37 de la madrugada, un ave golpeó sin cesar el vidrio de la ventana. Kakashi se removió en la cama, entre sueños jaló la frazada hasta cubrirse la frente. El golpeteo siguió. Kakashi giró en la cama y frunció el seño. Se destapó hasta los ojos y observó como el ave movía con frenesí su pequeña cabecita. Sus ojos, uno a cada lado, lo buscaban. Kakashi se sentó y abrió la ventana. El ave le ofreció su patita, enrollada a ella un pergamino diminuto con la letra del Raikage.

Fuga en la prisión.

Se talló los ojos con ambas manos, el mensaje cayó sobre la frazada, el ave voló en el cielo estrellado. Pronto el sol saldría. Dejó que su cuerpo cayera hacia la cama, se quedó mirando el techo antes de dejarla.

.
.
.

Hiashi y el viejo Hyuga dejaron a Hinata a cargo del clan. A las ocho en punto de la mañana, Izumo y Kotetsu revisaron los pases de ambos hombres y abrieron las grandes puertas principales de la aldea escondida entre las Hojas. Caminaron por todo el sendero hacia el país de la hierba, donde comprarían un par de flores silvestres y curativas.

...

Sasuke despertó a las 8 con 10 minutos y movió a Naruto para avisarle que saldría a visitar a un viejo amigo. Naruto asintió y siguió durmiendo.

Sasuke caminó por las tranquilas calles de Konoha, a finales del mes de febrero la aldea comenzaba a tener ese aire que aún recordaba. La primavera pronto llegaría con demasiados colores, olores y frescura. Sintió los ojos de cada uno de los aldeanos puestos en su ropa, sus pasos y el brazo que perdió. Para esa fecha, sus miradas en alerta y de perspicacia había disminuido. Algunas cambiaron a indiferencia. Otras, las de las chicas, eran de profunda admiración.

Sasuke se dio cuenta que los rumores sobre su supuesto romance con Hinata se volvían poco a poco un murmuro, un susurro, como si perdiese el sonido hasta apagarse. Eso le alegró, pero le hizo preguntarse por qué Sai fue el único en enterarse y decirle. Tal vez sus demás compañeros lo sabían y con todo lo que pasó en los últimos meses, ninguno hizo mención. Todo el tiempo estaba en presencia de Naruto o Sakura. ¿Y ella? Nunca más le insistió en saber que relación tenía con Hinata.

Hinata.

Sasuke se sintió caer en la desesperación y en el ansia de volver a estar cerca de ella, de oler su perfume, observar sus ojos raros, de sentir su piel cálida. Cada día cuidaba de no encontrarla, desde la última vez, Sasuke pasaba la mayor parte del tiempo en alerta. Ponía trampas para saber si alguien le seguía, si Kakashi le vigilaba. No quería, si alguna vez sucedía, que le volvieran a interrumpir.

La casa sobresalía de las demás por la pintura envejecida y opaca. El anciano jugaba con sus nietas, sentado en un banco. Las niñas corrían. Sasuke sonrió. Al verlo, las dos niñas corrieron a abrazar sus pies. Yamato rió más fuerte, Sasuke dio varios traspié antes de caer de rodillas.

—¡Niñas! Cuidado.

Sasuke cuidó de no aplastar a la más pequeña. No visitaba a diario al viejo Yamamoto, pero al tener un espacio en su agenda, a primera hora estaba ahí. El anciano lo invitó a pasar a su casa. Sobre los asientos, Sasuke y Yamamoto tomaban el té mientras intercambiaban palabras. Esta vez, Sasuke tenía una proposición que hacerle.

—He terminado la construcción de mi casa y me gustaría que usted y sus nietas vivieran en una de las habitaciones.

De los bordes de sus labios arrugados, un poco de té quiso salir. El viejo tomó una servilleta y se limpió la comisura de los labios.

Ojos sin pupila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora