Shinobi De Konoha

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A mediados del mes de julio, los Kages concertaron el examen especial para Uchiha Sasuke. Llegaron a Konoha sin la presión de un grupo criminal a punto de atacar cada una de las aldeas y sin la intención de sentenciar. Hinata se despertó temprano en medio de los brazos de Sasuke. Un par de días antes habían decidido, por fin, dormir en el mismo futón como pareja. Naruto se había regresado a su departamento después de que formalizara su relación con Sakura Haruno.

Aquella chica, que comenzaba a acecharlo obsesivamente, huyó despavorida del puño asesino de la chica de los cabellos rosados y Naruto sólo emitió una mueca de disculpa, la cual no fue muy bien tomada. Sakura le ayudó a limpiar el desorden de la última vez que estuvo ahí y juguetearon melosamente antes de decidir ir a comer a Ichiraku Ramen. La prueba de Sasuke sería en dos horas y Hinata volvería a fungir como ninja sensor antes de regresar a sus misiones ANBU. Naruto y Sakura también querían estar ahí.

—Vamos, Sasuke —pidió Hinata—. Debes prepararte.

Sasuke fingió seguir durmiendo, manteniendo sus ojos cerrados y una respiración tranquila, pero al leve movimiento de Hinata sobre 3l futón, se abalanzó sobre ella. Hinata soltó un risita mientras rodaban del futón al tatami. Acostados mirándose, Sasuke acarició su muslo con suavidad con su brazo nuevo. Las sensaciones llegaron con normalidad, Sasuke olvidaba, un par de veces, que traía la prótesis. Manejaba con total control su chakra sobre su brazo nuevo.

—El examen es en un par de horas, Hinata —rezongó—. Tal vez... Tú y yo podamos... Avanzar...

Su mano había subido a la parte baja de su espalda y los labios de Sasuke atraparon los suyos. La espalda y pecho de Sasuke estaban tibios. Hinata solía abrazarlo por detrás de su cuello en cada beso. A pesar de que era un poco baja de estatura, Hinata siempre se las arreglaba para alcanzar los hombros de Sasuke. Su cabello había crecido un poco más, un mechón caía en medio de ambos ojos y los demás a cada lado de su rostro. El cabello de Hinata se encontraba igual de largo y Sasuke apreciaba sentir las hebras entre sus dedos en cada beso.

Los golpes en la puerta los detuvieron, era Hasami anunciando el desayuno. Hinata escapó de sus brazos y se metió al baño a limpiarse la cara. Sasuke la espero a un lado para que, cuando saliera, él volviese al ataque. Hinata emitió un gritito de asombro. Las manos de Sasuke recorrieron todo su cuerpo mientras la volteaba y pegaba su espalda sobre la pared. Subió sus piernas a cada lado de sus brazos y atacó su cuello sin piedad.

Yamamoto miró hacia arriba preguntándose la razón de por qué los jóvenes no bajaban a desayunar.

—Hasami, ¿hiciste lo que te pedí?

—Sí, abuelo. Dijeron que bajaban enseguida.

Yamamoto asintió y empezó a comer.

—Cuando su abuela y yo éramos jóvenes y no teníamos misiones nos quedábamos un rato en la casa o a veces salíamos a caminar por los campos de entrenamiento. Siempre era bueno pasar unos ratos de tranquilidad, aunque la acción siempre era emocionante.

Nigiri parecía interesada por el relato de su abuelo mientras se llevaba a la boca el onigiri.

—Su abuela era experta en el jutsu de fuego y el viento, además del taijutsu.

Nigiri asintió emocionada por escuchar aquello. Ella también quería ser como su abuela. Hasami terminó su comida y dijo con regocijo:

—Shino-sensei me ha dicho que soy buena en el taijutsu, abuelo. Y en el manejo de las shuriken y kunai.

Sasuke y Hinata por fin bajaron de la habitación. Yamamoto se disponía a levantarse, pero Hinata le pidió que no lo hiciera. Sasuke se sentó a lado de Nigiri, en la pequeña mesita, y le dio un golpecito en la frente con su dedo índice y medio.

Ojos sin pupila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora