PAUSADA
Él es un vampiro cruel. Ella una chica común que prefiere quedarse en casa. Por un hechizo equivocado es invocada al reino de los vampiros, y será su mascota...
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Créditos: Yoolok Culture/Adaptación parcial
La ciudad se encontraba demasiado animada como siempre. Ayla caminaba detrás de Alexander tratando de mantener el ritmo de los pasos del hombre.
- ¡Ah! - ¡Oh lo siento pequeño! ¿Estás bien? - preguntó Ayla disculpándose con el niño que había chocado con ella. - ¡Mamá! - gritó el niño- ¡Mamá! ¡Mira sus orejas, son distintas a las nuestras! ¿Ella no es un vampiro? - Oh... es cierto. - dijo una mujer por ahí. - Miren sus orejas... - ¡Ella debe ser un orco!
La multitud comenzaba a formarse al rededor de Ayla cada vez más cerca.
- Las orejas de los orcos son peludas en sus cabezas. - dijo alguien por la multitud. - Entonces ella es... - ¡Una humana! - ¡Es una humana! - ¡O por Dios es una humana! - ¡Aléjense de ella! - ¡Maldita!
Ayla no podía más con esto, no sabía si correr o tirarse al suelo y llorar, se sentía como en su niñez cuando esos molestos niños la molestaban por sus buenas calificaciones, sus lágrimas no tardaron en asomarse por su mejilla, estaba reviviendo lo que creyó no volvería a suceder, se sentía... vulnerable.
Un manto un tanto pesado cubrió su cabeza y cuerpo casi por completo.
- Piérdanse. - ordenó el príncipe con voz clara y gruesa mientras sus ojos irradiaban furia.
Alexander se había despojado de su capa para cubrir el cuerpo de la mascota del resto. Estaba molesto por su reaccionar. Los demás vampiros no entendieron el por qué del actuar de su alteza pero aún asi obedecieron.
- Te dije que no te separaras... - dijo el hombre en un suspiro mientras tomaba los hombros de la mujer. - Lo siento yo choqué con un niño. - Quédate aquí ya vuelvo.
Como si fuera un vampiro Alexander llegó rápidamente hasta uno de los locales cercano a ellos y tomó una pequeña diadema para volver junto a Ayla.
- Qué rápido - dijo ella con una sonrisa un tanto divertida. - Ten...
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- ¿Para qué es esto? - Si no quieres tener más problemas úsala... - una sonrisa con mejillas rosadas se formó en el rostro de la menor - No me malinterpretes, no quiero ser todo el tiempo vigilado.
Continuaron caminando por unos extensos minutos hasta que algo llamó la atención de la mascota... Un anillo.
Ayla corrió hasta la vidriera de la joyería que exponía un único anillo, era el momento de sondear a Alexander.
- ¡Alexander mira! ¡¿Acaso no es lindo?! - ... - ¿No te parece familiar? - preguntó arriesgándose a ser descubierta. - Familiar... no. - ¿No crees que...? !Ay! - el príncipe había parado su caminar frente a la vidriera en seco provocando que la mascota chocara con él. - ¿Creer qué? - dijo el vampiro con mirada sospechosa. - Uhm...eh... - ¡¿Qué tratas de decir?! - N-no n-nada... - respondió la mujer segura de haber sido descubierta. - Empaca los anillos de toda esa tienda. - dijo su alteza mientras extendía una tarjeta negra al vendedor del local. - ¡Inmediatamente! - ¡Alexander espera... eso no es lo que quise decir! - ¡Tómalos! - dijo mientras le daba, o más bien dicho, le arrojaba una gran bolsa a la mujer. - ¡Las mascotas no tienen derecho a rechazar a sus amos! - Gracias. - respondió la mascota resignada. - De nada, sólo son juguetes para mi mascota. ¿Quieres ir a algún lado? Aún tenemos tiempo... Podemos... ir a donde fuiste la otra vez con Chris. - ¿Podemos ir al mercado nocturno? - respondió Ayla tratando de cambiar el tema. - De acuerdo... - ¡Vamos! - dijo Ayla tomando la mano de Alexander sin pensar y jalándo de ella para que éste la siguiera.
Minutos más tarde ya se encontraban rodeados de vampiros, sus voces se mezclaban en el aire al hablar haciendo posible escuchar a todos a la vez.
- ¡Mira, qué lindo! - dijo la mujer notando un tierno peluche rosado.
La mujer comenzó a jugar, tenía que disparar a los barcos que flotaban en el agua para poder ganar el premio que quería, el peluche. Un sólo tiro bastó para ganar.
- ¡Alexander inténtalo! - ... Está bien...
Un tiro, dos tiros, tres tiros...
- ¡Qué aburrido! - dijo el vampiro tirando el arma en manos de la chica tratando de ocultar su molestia.
Entonces, hay algo en lo que Alexander no es bueno... pensó Ayla divertida mientras se burlaba por lo bajo.
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