♠️Capítulo XLIII♠️

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- He enviado a alguien para que te notifique sobre el asesinato que ocurrió hace un tiempo.
- ¿Y qué, sabes quién lo planeó? - interrogó su alteza.
- Más de una vez. Su alteza no tiene que ocultármelo - dijo el hombre soltando una sonrisa ladina.
- Dime todo lo que sabes - suspiró Alexander.
- No, solo puedo decirte lo que me has pedido que investigue.
- Entonces dime el resultado de tu investigación.
- Es el rey del país orco - soltó sin más - El asesinato... fue planeado por el rey del país orco.
- Ya veo - río el príncipe- No se pudo contener y por fin empezó su ataque.
- El hecho de que has sido herido por proteger a tu mascota... Me temo que alguien le avisó al rey así que tenga cuidado su alteza. Me temo que habrán más peligros a tu alrededor en el futuro...
- Bien. Te enviaré lo que me has pedido mañana.
- Ja. Me gusta la actitud de su alteza... Por cierto... - Dijo abriendo con sus manos un espejo que mostraba a la mujer - ¿Ésta es la mujer que su alteza protege?
- ¿Fran te contó todo al respecto?
- No sólo Fran, Chris también habló de ella. - largó para notar el cuerpo de su alteza tensarse en sillón y su mandíbula apretarse.
- Te dije que no te involucraras con Chris - habló molesto - Deberías saber para quién trabajas.
- Lo sé su alteza. -dijo sonriendo para volverse serio derrepente - Pero... sabes que sólo trabajo para el más poderoso.
- Hum... -se levantó su alteza del sofá - Si sigues cambiando de amo, podrías llegar a convertirte en un perro callejero.
- Ya veo... hermano.

La puerta se cerró detrás del cuerpo del príncipe que se marchaba dejado atrás al anfitrión del lugar junto a su espejo.

- Valla Alice, tu competidora es bastante interesante - Habló a la nada mientras miraba el rostro de la mascota.

...

- Ayla vamos.

En menos de un segundo la mujer se encontraba pegada al cuerpo del príncipe, acurrucándose en su pecho mientras sujetaba con fuerzas las solapas de su vestidura.

- ¿Qué pasa?
- ¿Cuándo podemos volver?
- Intentaste salir del palacio tantas veces antes - continuó acariciando la cabeza de la joven - ¿Por qué estás tan asustada cuando te muestro algo tan lindo?
- ¿Lindo? Aquí nada es lindo - con ojos llorosos - ¡Hay cosas raras por todos lados! ¡¿Cómo es que los vampiros toman una cosa tan terrible como una mascota?!
- De acuerdo, deja de llorar, vamos... - mientras la acercaba a su cuerpo y tomaba su cintura con delicadeza.

Ayla podía sentirlo, ese sentimiento que como mujer muchas veces sentía y no era difícil de interpretar. La estaban observando. Con precaución miró sobre su espalda encontrándose con él, ese sujeto igual a Alexander a simple vista pero no idéntico, la observaba desde el rellano de la escalera en silencio. Ella no hizo ni dijo nada, solo se limitó a caminar junto a Alexander.

...

Minutos más tarde...

- Al...Alexander... Ya no tengo miedo, puedes soltarme - dijo un tanto apenada recibiendo como respuesta un agarre más firme.
- Hace un instante estabas llorando entre mis brazos... ¿por qué derrepente tú...?
- ¡Oh por cierto! - lo interrumpió - ¿Quién era ese hombre en las escaleras? - provocando que el príncipe detuviera su paso y volteara a verla con una mirada oscura.
- ¿Estás interesada en él?
- ¿Por qué siempre te gusta adivinar lo que piensan los demás? Yo... sólo quiero saber la relación que tienes con él... - hablaba mientras sus mejillas tomaban un tono carmesí y su cabeza descendía por instinto para ocultarlo.
- ¿Estás celosa de un hombre?
- No estoy celosa. Yo, solo pensé que él... se veía raro...
- ¿Por qué piensas eso?
- No lo sé... Pero no creo que sea un buen hombre...
- Él es...
- ¡O por cierto! Tienes un mal carácter, nunca pensé u tendrías un amigo - dijo pensativa la menor.

No podía verla, pero aún así la sentía. Una oscura aura se formaba al rededor del vampiro por las palabras de la mujer que salieron sin freno de su boca. Lo dijo sin pensar y recién en este momento se daba cuenta del peso de sus palabras.

Maldición se me escapó, pensaba Ayla para sus adentros.

- Tienes razón - habló - No tengo muchos amigos pero... te tengo a ti ahora. - tomándola entre sus brazos y sujetando su barbilla para tener un completo contacto visual entre ellos mientras la menor comenzaba a sonrojarse velozmente sin poder disimular.

Más allá de mi vida Tu mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora