JADE
Ha pasado una semana desde que llegué a esta casa. Gran parte de mi día permanezco sola y, me aburro tanto, que hasta preparo la cena para Tad y Joan. Mi rutina diaria se basa en esperar que salgan para merodear las habitaciones con sumo cuidado; no me olvido de que las cámaras captan cada uno de mis movimientos.
En estos días han jugado conmigo de igual manera, cambiando un par de posiciones y detalles mínimos. Mañana y noche vienen por mí a la habitación, me llevan al cuarto del encuentro y solo se encargan de darme placer, logrando que me olvide de mis preocupaciones. No los he tocado tanto como mi imaginación y mi mente lo proyecta, en la vida real no llevo el control de nada, solo dejo que ellos me dominen.
Estoy de pie esperando al lado de la ventana. Joan abre la puerta y trae consigo una bolsa rosa, la deja sobre el escritorio pidiendo que me vista con lo que hay dentro antes de ir a la habitación. Un conjunto de lencería blanco con portaligas incluido es lo que descubro en el interior. Huele muy bien, como a coco o quizás vainilla, pareciera que lo han comprado hace un momento y se me hace un lindo detalle para ser utilizado solo unos minutos.
Frente al espejo obtengo una aprobación de mí misma sin dejar de sorprenderme. Es increíble cómo conocen a exactitud mis medidas o cómo logran imaginarme con el atuendo correcto. Acomodo mi cabello en una última revisión antes de ir al encuentro; aquel cuarto que por más extraño que suene me encanta.
—Perfecta, como todos los días— habla Tad echándome un vistazo.
—¡Que hermosa te ves, Jade! Espero que hoy estés lista, porque será diferente.
—¿Diferente?
—Hoy perderás la virginidad y daremos comienzo a una nueva etapa —Sonríe el castaño como si eso fuese una buena noticia—. Los tres nos vamos a divertir a partir de ahora.
—Pero... Quién de ustedes...
—Tranquila, no te haremos daño —Interrumpe Joan—. No lo hemos hecho en todo este tiempo.
Guardo silencio. Es difícil procesar lo que acaban de decirme con tan solo ingresar al cuarto. Era consciente de que esto sucedería en algún momento, es parte del contrato; sin embargo, no pensé que fuera tan rápido.
—Jade, todo va a estar bien.
—Tienes razón, perdón —Asiento sin hacer contacto visual con ellos.
—Míranos a los ojos a ambos a partir de ahora y hasta que terminemos —Ordena el pelinegro—. Seremos suaves, como siempre.
—¿Quién lo hará? —Pregunto con inquietud, no sé hasta qué punto puedo intervenir en esto.
—Llegado el momento tú decides quien quieres que lo haga, no te forzaremos a nada.
Siempre iniciaba igual, uno frente a mí y otro detrás, besándome y quitándome la ropa interior; aquella que elegían pero que no duraba nada en mí.
La cama era el segundo destino, cuando se abalanzaban como fieras hambrientas sobre una presa vulnerable. Hacían todo lo que querían conmigo y yo me dejaba, porque en el fondo los deseaba, anhelaba que los dos me probaran y me dijeran cosas sucias al oído completamente desinhibidos por la presencia del otro. Ni hablar cuando alguno de ellos se adueñaba de mi boca y yo continuaba ese juego, devorando sus labios sin piedad.
—Estás muy mojada —Susurra Tad—. Hueles bien, eres hermosa; no perdamos tiempo y empecemos con esto.
—Sí, está bien —respondo agitada a milímetros de su rostro.
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Solo sigue las reglas [+21]
Romance¿Qué harías si un día decides experimentar cosas nuevas y quedas sumergido en un triángulo obsesivo del cual no puedes salir? Tad Bennett y Joan Grant son dueños de una de las mejores discográficas del país. Además de compartir los negocios, una cas...