TAD
—¿Cómo que nos vamos de viaje? —Pregunta con sorpresa—. ¿A dónde? No entiendo.
—Por favor, no hagas tantas preguntas, será algo rápido. Tengo que ir a un lugar y quiero que me acompañes.
—Sí, está bien.
No cuestiona más, asiente y con rapidez camina hasta su cuarto; yo camino detrás, aunque parezca inoportuno. Parece estar espabilada, desenreda con sus dedos su cabello enmarañado aún con el pijama puesto.
Me siento en la cama a observar cada uno de sus pasos. Saca un bolso para guardar algo de ropa cargando una enorme duda en el fondo, lo sé, a pesar de que no se anime a preguntar.
—¿Qué pasa?
—No estás huyendo, ¿verdad?
—No, bebé, no lo hago—sonrío—. Estaremos aquí por la noche a última hora, lo prometo. Lleva lo necesario y una muda de ropa por si acaso.
—Creo que con esto estaré bien, pero debo darme un baño antes.
—Ve a ducharte, te espero aquí, de paso dejo mi celular cargando un momento. —Desconecto el de ella para conectar el mío. No estoy viéndole la cara, de todas maneras sé que esto le ha causado gracia.
—¿No quieres ducharte conmigo? —Propone sin mirarme en tanto busca una toalla.
—¿Me dejas?
—Jamás voy a dejarte, Tadie.
Su respuesta no es en base a mi pregunta, sin embargo, la firmeza con la que contesta hace surgir en mí la ilusión que necesito. Me acerco y sujeto su mentón con el deseo de besarla, quiero unir nuestros labios de una maldita vez, si bien no estoy seguro de que sea correcto. Sus dígitos recorren mis mejillas con moderación bajando hasta mi cuello; es ella quien da el primer paso, entonces cierro los ojos y lo disfruto después de 4 largos días sin tenerla conmigo.
Sin darnos cuenta las prendas caen dejando un camino hasta llegar al baño. El agua del grifo empapa nuestros rostros y el beso continúa; no es acelerado, es pausado y tortuoso, porque siento morir a este ritmo.
—Tadie —susurra a una corta distancia.
—¿Qué pasa, Jadie?
—Tengo muchas ganas de que me hagas el amor ahora, ¿hay tiempo?
—Para ti voy a tener todo el tiempo del mundo, podemos atrasar el viaje si así quieres.
—¡No! —Detiene en seco—. Quiero que vayamos a donde tengas que ir, quiero acompañarte.
—De ser así, nos duchamos rápido y salimos. Te prometo que no faltará oportunidad para estar juntos.
El cabello castaño se apega a su piel debido a la caída del agua, las gotas que se deslizan por sus mejillas llegan hasta sus labios, provocando que ella saque la lengua y beba con picardía; sabe perfectamente como me pone.
La espuma deslizándose por su pequeño cuerpo crea en mí una imagen tentadora, es mucho admitir que estoy controlándome como todo un desgraciado. Dicen que lo bueno se hace esperar; yo estoy dispuesto a esperar a Jadie todo el tiempo que sea necesario. La intimidad pasa a segundo plano, por lo menos esta vez.
Una hora después nos encontramos caminando hacia la zona de viajes nacionales. La terminal de Buses yace serena, supongo que viajar a primera hora de la mañana tiene sus ventajas. Jade toma mi mano al caminar, como una pareja real que no debe esconderse ni aparentar frente a la mirada ajena.
—Jadie, ¿a dónde quieres ir? —Consulto en cuanto nos detenemos frente aquella pantalla con los viajes establecidos y sus horarios correspondientes.
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Solo sigue las reglas [+21]
Roman d'amour¿Qué harías si un día decides experimentar cosas nuevas y quedas sumergido en un triángulo obsesivo del cual no puedes salir? Tad Bennett y Joan Grant son dueños de una de las mejores discográficas del país. Además de compartir los negocios, una cas...