TAD
En el despacho reviso unos papeles respecto a un nuevo proyecto; las posibilidades de expandirnos en la discográfica son favorables, pero no quiero apresurarme con la idea, todo a su tiempo.
Joan salió a correr y está demorando, no hace falta interrogar mucho, está con Jade. Su insistencia para que regresemos a buscarla desapareció, junto a su pésimo humor; y como si fuese poco, dejó de fumar y beber de un día para el otro.
Brendan piensa que Grant es un hombre con metas fijas y concretas, de esos que no se desvían del camino con tal de alcanzarlas; yo pienso que es un completo imbécil, de los que obstaculiza al oponente hasta dejarlo débil para recién dar el golpe final.
Sé que no está bien tener este pensamiento contra mi mejor amigo, pero actualmente es lo único que puedo deducir. No es enojo, porque el rencor no consume mi ser, nunca lo ha hecho, menos con mi grupo teniendo a Kurt y Joan encabezando la lista de los seres más propensos a ser odiados. Muy por el contrario, creo que soltar y avanzar es lo correcto.
Bebo mi café, reenviándole a Brendan una copia del reciente mail para tener en cuenta los datos legales que hacen falta. Tenemos que estar asesorados antes de avanzar con esto.
—¿Qué haces, Bennett? ¿Otra vez trabajando un sábado?
—Demoraste hoy, ¿qué pasó? ¿Tu estado físico empeora? —Bromeo sin quitar la vista de mis asuntos.
—No, mejora considerablemente.
Toma asiento frente al escritorio, quiere que al menos le preste atención a su notorio e inequívoco comportamiento.
—Lo sabes —afirma con proeza—. No hace falta que te lo diga.
—Claro que lo sé —Lo miro—. No te va eso de guardar secretos por mucho tiempo, menos para dejar un vicio sin encontrar otro que lo suplante.
—Entiendo, quieres que la compartamos —Comenta jugando con el calendario nuevo de la discográfica, lo único que hay en el escritorio además de mi laptop—, pero no creo que sea posible esta vez.
—Grant —resoplo—. Cuando tú compartes algo; primero, tiene que ser tuyo; segundo, lo haces porque te nace. Jade no te pertenece y tampoco es un objeto, aunque eso lamentablemente no lo comprendes.
—Me eligió a mí, Bennett, estamos juntos ahora y espero que eso no cause problemas entre nosotros, porque pretendo que venga a casa muy seguido.
—Tú puedes traerla las veces que quieras, no tienes que consultarme nada. Y si tu temor es que te traicione conmigo, puedes quedarte tranquilo, porque yo no soy como tú.
—Ya veo, respetas lo ajeno.
—Siempre lo hago—confirmo.
—Por lo tanto, asumes que Jade es mía —Ríe—. Muy bien, Tad, iré a darme un baño.
Se retira a carcajadas y no me quedo atrás, también lo estoy haciendo al dejarme engañar en ese tonto juego de palabras.
Debo acostumbrarme a ver a Jade otra vez, pero manteniendo las formalidades. Se va a dirigir a mí como si fuese un decrépito y se follará a Grant que tiene mi edad, aunque deficiencia moral.
La extraño más, porque sé que jamás va a corresponderme, y aunque miles de veces intenté quitarme a Jade Jeffers de la cabeza, no he podido. Todavía conservo su fotocomo fondo de pantalla en mi celular. Cuando la observo es un recuerdo de loque nunca podré alcanzar, un maldito recordatorio que me advierte que, en algúnmomento no muy remoto, otro hombre que por evidencia no soy yo, le hace el amorcon menos cariño del que yo implementaría.
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Solo sigue las reglas [+21]
Romance¿Qué harías si un día decides experimentar cosas nuevas y quedas sumergido en un triángulo obsesivo del cual no puedes salir? Tad Bennett y Joan Grant son dueños de una de las mejores discográficas del país. Además de compartir los negocios, una cas...