JADE
Tirada en el sillón de la sala espero que los dos hombres con los que convivo lleguen para cenar. He preparado el menú favorito de ambos, me gusta consentirlos, me han tratado como a una reina en este último mes, incluso en mis días de periodo, como si estuviera agonizando a causa de mis molestos cólicos.
Mis amigas piensan que después de un mes de prueba ya debería escoger a uno de ellos, considerando a Kurt, con quien solo he salido un par de veces, aunque no pasa de una buena charla y extensos besos. Su personalidad no es impulsiva, está disfrutando del momento, no puedo quejarme, los labios de Kurt Riley son tan sabrosos que siempre quedo con hambre voraz.
El ruido de las llaves me alerta el ingreso, mi mirada se desvía hacia la entrada cuando los dos llegan con sus sacos en una mano y el maletín en la otra. Perfectos, jodidamente perfectos.
—Hola, Jade ¿Cómo estás, linda? —Se acerca para dejar un casto beso en mis labios.
—Muy bien, Tadie, recién terminé de preparar la cena, tu comida favorita. —Miro hacia la cocina— ¿Cuenta cómo cena? —interrogo apenada.
—¡Claro que cuenta!
Se muerde el labio y hace un gesto de chuparse los dedos. Hace unos días mencionó que el cheesesteake le fascina y me tome el atrevimiento de buscar el mejor tutorial para prepararlo. La cocina no es mi fuerte, algo tan simple puede terminar horrendo si no estoy atenta. A simple vista se ve apetitoso, espero que el sabor también acompañe.
—Hola, Jadie—Me abraza con poca energía, algo distante.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué me das este abrazo tan suave?
—¿Los abrazos tienen que ser fuertes? —Me aprieta un poco más y besa mi frente como si se tratara de una niña pequeña.
—¡Sabes a que me refiero, Joan! ¿Estás enojado conmigo por algo? ¿Es por qué no te esperé a que salieras de la ducha esta mañana?
—No, no es eso —Suspira evitando el contacto visual conmigo, es obvio que algo anda mal—. Es solo que...
—¿Qué? —Demando con insistencia.
—Ya no quiero ser parte de esto, de estar en el trío y lo que venimos haciendo. Lo siento, Jade.
—¿Por qué? ¿No estábamos bien así? Los tres obtenemos un beneficio.
—Es lo que dije, pero él ya tomó su decisión. —Media el castaño alertando la situación.
—¡Me gustas! —expresa Joan—. Y no quiero compartirte más, no debo compartirte. Tampoco quiero que elijas porque sé que no te quedarás conmigo.
—¿Entonces me dejas porque elegiré a Tad? ¿Crees conocerme lo suficiente para saber a quién voy a elegir?
—¡No! ¡No sé a quién vas a elegir, pero es obvio que no será a mí! Si no es él, será Kurt, ¡Será otro! Y quiero que seas feliz con quien tú quieras, aunque por dentro me muera de ganas por hacerte el amor—bufa— ¡Ya basta! En definitiva, sigues con Bennett.
—¿Y qué si yo también te amo? —digo casi gritando.
—¿Qué? —Su vista se desvía hacia Tad.
—Te amo, no estoy mintiendo, pero también amo a Tadie. —Cubro mis ojos con total indignación porque sé que no es normal.
La sensación en este momento es tan patética como cuando era adolescente y tenía algún capricho estúpido, o cuando gastaba dinero en algo innecesario por el mero hecho de adquirirlo con pleno conocimiento de que nunca lo disfrutaría. Sí, algo así de idiota.
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Solo sigue las reglas [+21]
Romans¿Qué harías si un día decides experimentar cosas nuevas y quedas sumergido en un triángulo obsesivo del cual no puedes salir? Tad Bennett y Joan Grant son dueños de una de las mejores discográficas del país. Además de compartir los negocios, una cas...