14• Pensamiento crítico

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JOAN

Despierto con el brazo adormecido, Jade se encuentra acomodada en mi pecho, completamente desnuda. Hace más de un mes que esta convivencia extraña pasó a ser normal para los tres. Es irracional, utópico pensar que podría funcionar eternamente y, aunque en el fondo no quiero dejarla, tampoco quiero que este sentimiento siga aumentando.

Me levanto con cuidado para no despertarla, todavía es temprano, ella puede dormir un rato más en tanto tomo una ducha. Observo la belleza de su cuerpo cubierto con apenas una sábana y el cuestionamiento diario me invade.

¿Hasta cuándo vamos a estar así? Estoy confundido y no en cuanto a sentimientos, porque sé que quiero estar con Jade, estoy confundido porque no me molesta para nada que Tad tenga sexo con ella las veces que quiera, sin importar mi presencia. ¿Por qué no me molesta compartirla si me gusta? ¿Qué clase de enfermo soy?

Diez minutos después salgo del baño con la toalla a mi cintura, Jade ya no se encuentra en la cama. No le doy importancia y me visto con la intención de bajar a desayunar, es probable que haya despertado con el ruido de la ducha, o que solo haya querido ver a Bennett.

Ajusto mi corbata azul sobre la camisa celeste en combinación con el traje gris. Porter sostiene que es un color imparcial, que suelo utilizarlo en días de inseguridad, pero es un exagerado, el color gris también representa orden, aunque no sea el caso.

Al llegar a la cocina los dos se encuentran conversando atentos a mi ingreso. Jade deposita un tierno beso sobre mis labios, es tan linda que me carcome la culpa al saber que mi mente divaga por momentos sacando conclusiones apresuradas. Sé que algún día tendrá que decidirse por uno de nosotros y tengo tanto miedo de no ser yo, que quizás abandonar ahora sea la mejor opción antes que ser rechazado encontrándome al límite.

—¿Te pasa algo, Grant? —pregunta Bennett fijando sus ojos en mí.

—No, no pasa nada. —Finjo ver el celular— ¿Vamos? Se nos hará tarde, en la empresa tomaré un café. ¿Te quedas, Jade?

—Sí, no iré a la universidad hoy, me duele un poco la cabeza.

—De acuerdo, linda, cualquier cosa que necesites me avisas.

Le doy un abrazo como si fuera una despedida, beso su frente con aprecio, por si no se lo he demostrado antes y salgo de casa. Dentro del auto Bennett insiste en preguntar si algo me ocurre, entonces decido confesarle mis inquietudes.

—No puedo seguir con esto. —digo sujetando el volante con ambas manos y con la vista al frente—. Pensé que podía, pero no.

—¿De qué hablas? No te entiendo.

—Me enamoré de Jade, de verdad lo estoy, pero... ella va a elegirte a ti al final de este tonto pacto. Al principio pareció una buena idea; sin embargo, el tiempo pasa y si continúo así no voy a poder apartarme.

—¿Por qué piensas en eso? Disfruta del momento. Ahora estamos bien, más adelante ella escogerá, no tiene que ser algo inmediato. —espeta con seguridad—. Quizás no se quede con ninguno y solo elija a Kurt; sabes que Jade ha salido con él un par de veces.

—¡Ese es el punto! —Golpeo el volante—. Me molesta que salga con Kurt, que se besen ¡Que se acuesten si es que lo hacen! Pero contigo no me importa ¡Y no lo entiendo!

Mi amigo sonríe, todo le resulta gracioso. Él siempre ha sido de las personas que viven el día a día sin anticiparse a lo que pueda acontecer; en cambio, yo funciono de otra manera. No me gustan los altercados si puedo adelantarme a ellos, soy estratega a veces, aunque no muy bueno para negociar, en eso Bennett me lleva la delantera; tal vez es la razón por la cual nos entendemos en la empresa, él es el enganche y yo quien lo sostiene. Sin embargo, en otros aspectos, Tad parece mantener firme sus decisiones, es un hombre de palabra, elocuente y no desiste sino hasta que lo cree imprescindible. Su poder de convicción es más fuerte que mi sospecha, entonces obramos distinto.

—Esta noche le diré que quedo fuera del pacto, te dejo el camino libre si tú así lo quieres. Sé que ella te gusta tanto como a mí y en definitiva esto siempre fue tu idea, tu maldita idea que desde un comienzo te dije que saldría mal.

—¿Está saliendo mal para ti? Anoche no parecías pasarla mal —bromea y escucho ese chasquido con su boca—. Yo no voy a dejarla. —Advierte—. Así se quede con Kurt, no voy a dejarla hasta que ella me pida que me aleje.

Sus palabras cobran sentido, en nuestro contexto, en el mundo real cualquiera diría que está jodidamente obsesionado y es un completo psicópata.

—Haz lo que quieras, Tad, yo no puedo, no quiero. Desde el comienzo me pareció una pésima idea, actualmente me mata dejarla, no tocarla, saber que te elegirá siempre a ti por encima de mí; por otro lado, no quiero continuar con esto porque no tiene sentido, al final uno de los tres va a salir lastimado.

—Es tu decisión, tienes hasta la noche para pensarlo.

Aparco el coche en el estacionamiento de la discográfica y caminamos hacia el elevador. No mantenemos más conversación que la mencionada hace unos instantes. El escenario cambia y los personajes también, aquí dentro somos los directores de la obra, nos toca asumir el control y tomar decisiones, no hay tiempo para titubear; la calidad importa.

Rose acerca mi itinerario, campañas y nuevas producciones que hay que llevar a cabo en el transcurso de la semana. El departamento de A&Rs supervisará las grabaciones, debo tener una reunión previa con ellos en conjunto con Brendan. Por lo que veo Bennett se encargará de los negocios corporativos, no tengo quejas al respecto, sé que lo hará bien sin la necesidad de que me encuentre presente.

—Gracias, Rose —digo haciendo una seña de que me traiga una café bien cargado antes de salir.

—No hay problema, señor Grant, enseguida.

Debo concentrarme solo en el trabajo y olvidarme de mis problemas de cama, esta empresa no saldrá adelante sola, Joan Grant.



TAD

La conversación en el auto me deja pensando en cada decisión que he tomado en estos últimos meses. Traer a Jade a casa fue una de las mejores, pero al ver el semblante devastado de Joan, todo cambia.

Él es de esas personas competitivas que jamás abandona una carrera. Darle un reto es más que una prioridad para demostrar que puede hacer eso y mucho más. ¿Por qué me dejaría el paso libre con Jade si está realmente enamorado de ella? ¿Por qué yo no estoy dispuesto a dejarla y hasta me estoy alegrando que así sea?

Nunca me importó compartir mis cosas con Grant, si bien compartir a Jade era una experiencia totalmente nueva, tampoco me incomodó. Ni hablar si recuerdo que ella lo eligió a él para tener su primera vez mientras yo observaba con total atención desde un costado de la cama.

Verla tener sexo con mi mejor amigo despertaba mis instintos más salvajes, porque vamos, disfruto del sexo, siempre fue así. No me inhibe el cuerpo de otro, soy todo lo contrario a Grant, mi masculinidad no se pierde por verlo desnudo o por follarse a la mujer que tanto me gusta.

Recuerdo cuando Jadie nos abandonó por ese mes y días, fue la primera vez en la vida que me abstuve desde que comencé a tener relaciones cuando era un adolescente. Me tomó por sorpresa, recién ahí caí en cuenta que no quería hacerlo con nadie más, solo con ella porque estoy jodidamente obsesionado, con su cuerpo y con lo que ha aprendido.

¡No la quiero perder, no la voy a perder!

A mí no me molesta si otro la toca, si otro la besa, me importa que ella me acaricie con la misma intensidad y placer con la que ya lo hace. Me encanta su tacto, sus caricias, me encanta cuando pone voz de nenita y en el fondo es salvaje conmigo porque ese es el punto. He encontrado a la mujer que me hace desearla tanto que no quiero tener contacto con nadie más, no quiero tocar a nadie más, solo sentirla a ella; aunque eso me lastime a la larga si no se queda conmigo, si decide que Kurt, Joan, o cualquier otro es mejor que yo. Por eso me quedo, porque quiero que sepa que yo voy a estar siempre, así sea la última opción, el descarte, el reemplazo, o como quieran llamarle a esto. Jade es mía, y yo... soy suyo.


Solo sigue las reglas [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora