TAD
Hace una hora estaba asustado, tanto que consideré no volver a meterme en problemas. Un desconocido había irrumpido nuestro hogar amenazándonos con un arma, dejando en evidencia su inestabilidad y disparando contra una de las cámaras de seguridad. Pero al descubrir que era Jade, me relajé de repente, como si algo en mi interior me alertara que todo estaría bien a partir de hoy.
Un pensamiento trastornado atravesó mi cordura, permitiendo el declive de mi poca dignidad. Escuchar su nombre y falsas presunciones me destruía, intenté buscarla agotando mis opciones, a pesar de manifestar en distintas ocasiones que olvidarla sería lo mejor; no me detuve. Incluso su propuesta contraria al raciocinio fue aceptada. Una segunda oportunidad no se le niega a nadie, y hablo por los tres, porque en este triángulo las culpas son compartidas, porque el error de uno es la debilidad del otro.
Ahora nos dirigimos a su departamento para luego llevarla a la universidad. Es lunes, la semana recién comienza y de la mejor manera para nosotros, omitiendo el beso con Joan, solo espero que ambos lo olvidemos.
—¿Por qué tan callados? —pregunta desde el asiento trasero—. ¿El arma en mi mochila los incomoda?
—¿Tienes que llevarla ahí? ¿No podías dejarla en casa?
—Linda, ¿por qué decidiste volver con nosotros?
—No lo sé, no quiero hablar de eso. —Esquiva mis cuestionamientos—. Solo volveré con mis reglas, no acataré ninguna que provenga de ustedes.
—No estoy de acuerdo con que quieras ver a Kurt—Opina mi compañero—. ¿Ya le dijiste que no te llamas Selina?
—Ese no es tu asunto, se lo diré en cuanto pueda. Y lo que yo haga con mi vida sexual a partir de este momento es mi problema, Joan Grant.
—Ahora sabes nuestros apellidos, eres una bebé peligrosa. —Me burlo.
—Bueno, ahora me recordarás con nombre y apellido cada vez que te retuerzas de placer entre mis sábanas.
—Será entre mis sábanas, no las tuyas, idiota—murmura.
—Veo que hay cosas que nunca cambiarán —resoplo al escucharlos—. Jade, ya te he dicho que te quiero...
—También te quiero, Tad—Interrumpe—. Y no miento al decirte que me he sentido culpable en este tiempo por haberte engañado con Joan.
—¿Engañado? —Se entromete el conductor— ¡No eran novios, los tres teníamos relaciones juntos!
—Sabes a lo que me refiero, Joan—Persiste desde atrás—. Fue mi culpa.
—Lamento haberte golpeado, no he dejado de cuestionarme lo que dije e hice.
—Sí, tanto que buscaste a la nueva chica, ¿verdad, Bennett? Cuéntale que la querías a ella misma aquella noche en el club.
—Escucha, Grant, no trates de quedar apartado de esto, tú también estuviste de acuerdo. Incluso tú eras el que la quería, a ella o a cualquiera de sus dos amigas —prosigo—. Mejor cállate porque podría preguntarle a Payne y él lo recordaría a la perfección.
—¡Paren! —espeta molesta—. No me interesa de quién fue la idea mientras haya quedado ahí. No quiero que estén con ninguna otra mujer, ¿me escucharon? o esto se termina. Tampoco me interesa si alguno se enamora de mí porque nunca obtendrán algo más que sexo de mi parte.
Me duelen sus palabras, sobre todo cuando me he enamorado de ella mucho antes de la traición. Jade es la mujer perfecta, cada vez que tengo la oportunidad de decírselo lo hago porque no hay motivo para guardármelo. Es impensado hasta para mí mismo intentar convencerme de que puedo sentir algo más que una atracción física. Con el tiempo lo descubrí, cayendo en la realidad. Haría cualquier cosa por estar a su lado, aunque eso implique compartirla con Joan, Kurt, o cualquier otro hombre. Suena incoherente, pero no puedo evitar sentir lo que siento. Deseo a Jade hasta el punto más enfermizo de la palabra.
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Solo sigue las reglas [+21]
Romance¿Qué harías si un día decides experimentar cosas nuevas y quedas sumergido en un triángulo obsesivo del cual no puedes salir? Tad Bennett y Joan Grant son dueños de una de las mejores discográficas del país. Además de compartir los negocios, una cas...