Narra Serena:
Aquella bruma espesa se apoderaba poco a poco de cada rincón en la habitación. Podía percatarme incluso de los latidos de mi corazón zumbando en casi dentro de los oídos. Era algo escalofriante.
Apartando el simple hecho de que no me sentía yo misma, el denso vapor de agua hacía que mis piernas flaquearan como si de plastilina se tratase. Por un segundo bajé la mirada al sentirla humedecer mis pies desnudos apegados al frío suelo de madera de la habitación.
Al elevarla de una manera despistada me encontré nuevamente con las mismas penumbras negras detrás mío. Al justo tiempo en que yo estaba tan pálida como nunca antes me imaginé que podría verme, puesto que soy morena de piel.
Sin embargo, la chica que se reflejaba en aquel sencillo espejo... su matiz era el mismo retrato de la nieve en persona. Parecía otra, me veía tan... muerta. No pude evitar que un terror rotundo golpeara mi ser en su totalidad.
Me quedé anonadada, aterrorizada mientras contemplaba como se sonreía de una forma tan sínica. Esa sonrisa diabólica, perversa que esconde tantos secretos como oscuridad hay en este mundo.
Invitándome a que averigüe que es lo que envuelve toda esa oscuridad. Lo peor es que ya no parece tan ficticio como antes pensaba que podría ser. Ahora las cosas que se encontraban escritas en aquel libro se me hacen cada vez más reales.
Debería marcharme cuanto antes. Creo que no tengo salida. Me esfuerzo en querer pensar que es solo invención mía, que he leído demasiados libros pero. Lo estoy sintiendo. Siento como me acaricia los rizos castaños de mi cabello, cómo los eleva tal cual un niño jugando con algo nuevo. Eso sería yo. Un juguete nuevo.
Fugazmente me volteo para no ver nada. Es extraño, esto me hace sentir que estoy loca. ¿Me estaré volviendo loca? De repente comienzo a observar detalladamente mi piel, dedos, muñecas, brazos, piernas. Todo estaba al igual que minutos antes de salir del grifo. Seguía siendo morena, sin embargo estaba aterrada.
No necesitaba decirlo puesto que se me escurría por los poros. No entiendo que sucede aquí. Esto me hace sentir muy mal, con náuseas e incluso dolor de cabeza. Es como si me estuviesen asechando o incluso jugando con mi mente.
«¿De quién soy presa? ¿Quién me persigue? ¿De quién debería huir?»
«Serena relájate, no sucede nada. Será que no has podido dormir bien.»
«Sigue poniéndole la culpa encima al sueño cuando sabes que pasa algo, al menos te librarás de meterte en problemas.» afirma mi subconsciente.
«Si es que no lo he hecho ya. Lo más posible.»
«Vamos a pensar que sí, que estás alucinando debido al cansancio acumulado.» aconseja.
«Buena idea.»
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Amante de un Príncipe Oscuro (II Libro: Bilogía Amantes Siniestros)
VampireHay cicatrices que son algo más que una simple marca en la piel, o incluso en el alma. Lo que te llevó a conseguirla podría unirte a otra persona, quizás guiados por el mismo sufrimiento... uno reprimido en pedazos dentro de un pequeño rincón de tu...