22-Cap

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Narra Harry:

Observo su rostro tan próximo al mío mientras la mantengo sujeta de los brazos. Veo la ira brillar en sus ojos, apenas puede contenerla, estoy de igual manera como ella al inicio, mordiéndome el labio como si estuviera reprimiendo el impulso de replicarle, simplemente permanezco callado.

Trata de deshacerse de mi amarre en sus muñecas pero no le es tan fácil, está débil aún, la verdad ha hecho un esfuerzo enorme al conseguir mantenerse en pie, mis manos que no tan distintas de como se sientes las suyas la oprimen contra la fría pared, trato de apretar un poco más sin la intención de romperle las muñecas, sólo para evitar que me toque, ella hace una mueca de dolor tras aquel gesto, desde que ha llegado aquí lucha con una manera admirable, con el ímpetu de una guerrera.

Trago saliva, me paso la lengua por el labio inferior y colmillos, para humedecerlos antes de hablar cualquier mínima palabra, pero se me apaga la voz. Ella se deja caer con fuerza hacia adelante mientras procuro no soltarle las muñecas para mantenerla a raya, alejada de mí, pero, aún así, descuelga para adelante su cabeza haciendo que su frente quede pegada piel con piel a la mía, en otro momento puede que se lo hubiese permitido pero en ésta ocasión su piel me quema, me duele, me arde, no sé que me sucede, después de cada una de sus palabras algo en mi terminó de romperse ¿pero qué? ¿Qué sería tan grave para afectar mi cuerpo de raza noble?

Me hacia sentir débil, me pesaba considerablemente toda extremidad, apenas respondían a los estímulos musculares, en pocas palabras, ella me ha hecho algo, ésas cinco palabras lo definieron todo a partir de ése instante fugaz por el cual un rayo de luna me dejó contemplar su rostro, en ese justo minuto, todo quedó vagamente esclarecido para mí, todo cambió.

Tiene lágrimas en sus ojos, pero no consigo distinguir si son de miedo, rabia, impotencia o dolor, a lo mejor son todas juntas en adelante de la segunda variante porque miedo, miedo ella no me ha tenido nunca, ésta noche quedó claro, lo que parecía ser de un profundo horror estaba tan sólo formulado en su cabeza, como si fuese un espejismo.

Aquella pausa en mis palabras se extendió hasta convertirse en un vasto silencio, una exhalación que casi podría interpretarse como un suspiro quedo, es lo único que apenas escapa de mis labios.

No contesto, aunque quisiera acortar los pocos centímetros que nos separan, aún así no me lo permito, quisiera también romper con éste silencio tan desgarrador pero no lo consigo, mi expresión es como la de un niño que no comprende en que grado la situación podría volverse más incomprensible de lo que ya era, justo como ella dejó escapar en sus palabras, soy un niño, un niño que no conoce la magnitud del desastre que se está desatando bajo sus pies.

Te veo al elevar ese hermoso rostro pintado por los propios ángeles. Nuestras miradas se cruzan un segundo en la terrible oscuridad de la noche. Estás inmóvil, como si de una estatua se tratase, me encuentro paralizado, viendo el espectro de emociones que cruzan por tu rostro, ira, desolación, aunque ésta no la comprendo del todo, ¿por qué debería ella sentirse así?

Amante de un Príncipe Oscuro (II Libro: Bilogía Amantes Siniestros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora