Narra SerenaPodía sentir como se alejaba lentamente, haciendo que resonase en el perfecto suelo de piedra el fuerte tacón de sus zapatos. Dispersando el eco de este por toda la antigua habitación.
Por un momento sentí como me regresaba el alma al cuerpo aunque que fuese a medias, me alegraba volver a contemplar todo a mi alrededor.
No me ha matado. Sigue siendo eso algo que abate atrozmente mi corazón. A decir verdad, no lo entiendo.
¿Qué hago aquí?
¿Por qué no me dejó morir?
¿Por qué salvarme de la caída si podía acabar con todo de una vez?
¿Por qué?
Tantas preguntas me golpean una, otra y otra vez. Todas sin una respuesta. Siento que me volveré loca mientras continúe tras estos muros de piedra.
Encerrada en estas cuatro paredes. Rodeada de tantos monstruos a los cuales no me atrevo a siquiera levantar la vista.
Comienzo a percatarme que en la habitación ya no estaba aquella persona. En este lugar había alguien más, lo sé. Pude sentirlo, pero ocurrió tan rápido que apenas tuve tiempo a reaccionar.
Todo sucedió muy deprisa para poder evitarlo. De pronto estaba cayéndome y en cuestión de segundos estaba entre sus peludos brazos y me apretaba fuerte contra su pecho, como si hubiese querido ayudarme pero ¿por qué querría él ayudarme?
Es entonces cuando de una diminuta parte de mi cerebro que apenas podría utilizar en un momento así –seguramente por debajo del bulbo raquídeo cerca de donde habita mi subconsciente– surge una idea:
«Porque ha querido salvarte para dejarte ir.»
«¡Imposible!» La descarto de inmediato.
¿Por qué iba a querer salvarme ese monstruo, poderoso y sin escrúpulos?
Es una idea absurda en su totalidad, así que me la quito de la cabeza.
«¿Lo ves? Cuando digo yo que eres tonta, lo niegas pero esto definitivamente es más que una confirmación. Ni por asomo ha pasado por su mente dejarte ir.» se burla a gritos mi orgullosa subconsciente.
Me aterrorizo solo de pensar en las cosas terribles que se me pasan por la cabeza que él podría hacerme, tengo miedo. En mucho tiempo no había sentido que un terror me invadiese de esa forma.
Trato de centrar mi atención en aquel lugar donde me veré obligada a estar hasta que no consiga idear alguna forma de irme sin que esa "cosa" me descubra y me las haga pagar caro.
Coloco mi mano sobre el grueso edredón de un rojo granate con pequeños detalles en finas líneas de hilo dorado, trato de apartarlo pero sinceramente pesa un poco. Me extraña el hecho de que no consiga moverlo con la facilidad característica de mis manos, pero luego me vienen a la mente múltiples razones.
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Amante de un Príncipe Oscuro (II Libro: Bilogía Amantes Siniestros)
VampiroHay cicatrices que son algo más que una simple marca en la piel, o incluso en el alma. Lo que te llevó a conseguirla podría unirte a otra persona, quizás guiados por el mismo sufrimiento... uno reprimido en pedazos dentro de un pequeño rincón de tu...