24-Cap

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Narra Serena:

Estaba intentando salir del trance en el que me hallaba. Mi sueño tan profundo no me permitía abrir los ojos, pero luchaba para ello. Algo no iba bien. Sentía que me estaban observando. Que alguien me llamaba, que me incitaba a que saliera de la cama, ¿estaba en la cama? No recuerdo que fuese allí donde me hallaba antes, habrá sido tan sólo un sueño.

Alguien intentaba despertarme con su mente. Intentaba meterse en mi sueño y sacarme de allí, cuanto antes. Se sentía como si debían convencerme, atraerme hasta quien quería algún signo de que podría despertar, pero no era fácil entrar en mi cabeza, el Conde una vez lo dijo, ¡el Conde! ¿Dónde estará? ¿Ya me habré muerto? Quizás estoy muerta y me parece como un sueño, un sueño eterno e irremediable.

He estado sintiendo una amenaza, una punzada en el corazón, ¿le habrá sucedido algo al Conde? Debía despertarme. ¿Por qué no podía hacerlo?

Saqué fuerzas de la flaqueza provocada por el no haber alimentado mi cuerpo e intenté levantar los pesados párpados.

Imágenes borrosas de la habitación aparecían ante mi como sombras fantasmales, ¿cómo he llegado aquí? Empecé a ser consciente del sonido de la fuerte lluvia que golpeaba los cristales viejos de la ventana, del viento que acariciaba mi rostro, a pesar de que no había por donde pudiese entrar.

¿Viento? Intenté abrir más los ojos y dirigí la mirada a la ventana. Estaba totalmente cerrada. Procuré aclarar mi vista y un sudor frío se concentró en mis manos.

Sin la ventana abierta ¿Por dónde fluía aquella corriente de aire en la habitación? Antes de despertar dormida en ésta cama, mi cuerpo yacía prácticamente casi desnudo sobre la reja de acero oxidada.

Me sentía realmente aturdida. ¿Cómo llegué acá? ¿Dónde están ésas horrendas criaturas cuyas risas diabólicas no conseguía sacar de mi mente? ¿En dónde estaban? ¿La señora peluda me habrá encontrado? ¿Habrá sido ella? ¿Y si fue el Conde? ¿Podría haber sido él? Me siento realmente confundida, es mucho que procesar, yo sola, sin una explicación de por medio, pero el viento, ¿quién me explica el viento?

Oigo abrirse la puerta. Oh, no… ya está aquí. Pero ¿quién? ¿La señora, el jorobado –mi cuerpo tiembla de tan sólo pensarlo, ése señor si me da miedo– otro sirviente, o tal vez el Conde? Imposible, después de todo aquello que le dije es, es imposible que quiera verme.

—¿Quién está ahí? — un silencio arrebatador abraza cada una de mis palabras, siento que un escalofrío involuntario recorre mi columna vertebral en lo que la puerta vuelve a cerrarse entre chillidos. — He preguntado… ¿quién está ahí? — de nuevo el silencio le da respuesta a mis interrogantes.

Abrí los ojos, despierta ya del todo finalmente. Me levanté y entonces vi algo que me dejó petrificada, paralizada, no puedo moverme y me quedo quieta, rígida, sin ceder en absoluto, se me erizó el vello y todos los folículos pilosos de mi cuerpo entraron en estado de alerta.

Amante de un Príncipe Oscuro (II Libro: Bilogía Amantes Siniestros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora