20-Cap

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Narra Serena:

— Yo sólo deseo liberarme de ésta tortura, la verdad no me interesa el costo, deseo morir, descansar en paz, lejos de él... — añadí al mismo tiempo que mi mirada se clavaba en los arabescos del recipiente de porcelana y un profundo suspiro escapaba de mis labios — Aunque de igual forma no resistiría estar alejada de él, tal vez lo creas masoquista pero hay algo en tu amo que, no sé, la verdad no sabría explicarlo, es algo que merece ser salvado...

— Él no siempre fue así, pero ha pasado mucho tiempo desde que todo empezó... — la vi suspirar, expulsando un preciado aire para sus pulmones y haciéndolo regresar rápidamente e incluso de manera insegura — Su madre fue asesinada, al igual que su padre, permaneció por su bien dentro de un ataúd por siglos y siglos sin ver siquiera el mundo exterior, para que nadie conociera de su existencia ya que un enorme peligro lo acechaba... — de la nada aparecieron unas garras extremadamente largas que con un zarpazo le cortaron la garganta a la joven derramando toda la sangre sobre la cama, cubriendo ésta también mi cara que se hallaba salpicada.

— ¡Aah! — grité como loca al ver el cuerpo de la chica caer al suelo, dejándome divisar en frente de mis ojos a aquel monstruo cubierto en sangre caminando en dirección a mí. — ¡Alejate! ¡No te quiero cerca! ¡Vete! ¡Ve...! — en lo que menos me había dado cuenta ya tenía sus manos en mi cuello ahorcándome fuertemente mientras yo forcejeaba para poder apartarme de su agarre, pero simplemente era imposible.

— Estás preparada para ésta noche condesa... si no lo estás de igual manera voy a hacerte pagar, no sólo por lo que habías hecho anteriormente sino también por meter las narices donde no te llaman... — me susurraba al oído.

El aire húmedo y gélido de la noche se colaba por la tela de la ropa dejándome algo rígida, tampoco es que quisiera moverme mucho pero al menos necesitaba librarme de lo que sabía que volvería suceder, se repetiría lo mismo de la vez pasada, él sobre mi evaluándome cada centímetro del cuerpo, esperando el momento apropiado para actuar.

Yo aún me sentía débil, mis párpados se iban cerrando poco a poco pero de igual manera no pensaba darme por vencida sin dar pelea.

Me cansé de verme como la niña débil y cobarde que no puede hacer nada, no, yo si puedo, puedo evitar que él cumpla con su objetivo de ésta noche, trayendo esto como resultado que de pronto una fuerte bofetada me devolviese de nuevo a la realidad.

Comienzo a sentir que mi cuerpo duele, duele mucho en consecuencias de lo pasado la noche anterior, me hallaba tendida ésta vez en el suelo de la desolada habitación donde tan sólo estábamos él y yo, con sus firmes manos alrededor mío para evitar que yo escaparse.

Comenzaba a hacer rasgados en la fina tela de mi ropa, me tiraba de los cabellos con gran fuerza para obligarme a abrirle paso en mi cuello, sentía un enorme dolor golpearme las costillas debido a la caída al suelo, el estómago, la espalda, e incluso la entrepiernas.

— ¡Dejame en paz! — gritaba sin que surgiese efecto alguno sobre aquel animal.

Ésa bestia no parecía escucharme, mientras más yo gritaba más el reía de forma malévola y sin compasión alguna.

— ¡Grita! ¡Vamos! ¡Quiero sentir tu dolor! ¡Quiero que el dolor te desgarre y perfore así como lo hiciste conmigo!

¿A qué se refiere el Conde? ¿Qué quiso decir con ello? ¿Él ha sentido dolor por mi causa? ¿Qué le he hecho?

— ¡Se puede saber qué daño yo te he hecho a ti, Conde!

— ¡Existir! ¡No te parece suficiente! — me mira enfadado, la ira saliéndole por todos y cada uno de los poros, crispado de rabia apenas contenida me gritaba aquellas palabras que consigo desencadenaban un arma de doble filo.

El dolor es tan intenso que me niego a reconocerlo, me niego a pensar que estoy permitiéndole que me haga daño. Me siento entumecida, también en gran parte por el inmenso peso que ejerce el Conde sobre mí.

De algún modo me he escapado del cuerpo y soy de pronto una observadora accidental de la tragedia que se está desencadenando, no, más bien que se ha desencadenado, que ha caído en mí.

Le molesta la sola razón de mi existencia, pero ¿qué le he hecho yo para que esté así? Una vez más mi curiosidad me trae terribles consecuencias y malestares para mi cuerpo.

Levanta la fina tela del vestido que traigo puesto debido haber manchado de sangre el anterior nuevamente y, no sé bien por qué razón, eso me resulta incluso más íntimo que si me hubiesen continuado desgarrando la ropa, pero ambas suenan horribles ¿por qué tengo que verme en ésta situación?

Me toquetea la entrepiernas supuestamente de forma suave, pasando la mano peluda con garras extremadamente largas y calientes por ambas zonas de las piernas hasta el principio de los muslos.

¡Quisiera morirme de una buena vez!

Se me saltan las lágrimas sin pensarlo. Dios, esto es peor de lo que pensaba, mucho peor que las bofetadas. No se está cortando nada. Planea hacerlo una vez más, como anoche, no, ¡no quiero!

Las lágrimas ya me corren por la cara descontroladas. No quiero llorar. Me enfurece estar llorando. Él me vuelve a pegar y me toma del mentón fuertemente para que le miré a la cara.

— ¡Mirame! ¡Quiero que no te olvides de mi rostro! ¡Quiero que sea esto lo que veas cada mañana! ¡Recuerdalo! ¡Te doy asco verdad! ¡Pues no me interesa! ¡Tú no eres más que una humana estúpida, como todas! — está a punto de tener un ataque.

Se le oscurecen los ojos hasta un punto totalmente siniestro, y se acerca muy despacio hacia mí. Sé que arde de rabia en éstos momentos, pero yo también.

— Suéltame... no... — intento zafarme de sus brazos, apartarme de él.

Me revuelvo en el frío piso.

— ¡No me toques! — le digo con furia contenida a punto de explotar.

Me enderezo y lo miro fijamente, y él me observa alterado, de cierta forma aturdido por mis palabras, como si yo fuera a echar a correr, cosa que la verdad me estaba planteando.

Me limpio rabiosa las lágrimas de los ojos con el dorso de las manos y le lanzo una mirada feroz y cargada de odio.

— ¿Esto es lo que te gusta de verdad? ¿Verme así? ¿Sufrir? ¡Explicame! ¡Ahora soy yo la que va a gritar por explicaciones! ¡Quiero que me digas por qué mierdas has tenido que tratarme así! ¡Dime! ¡Qué te he hecho yo para que te sientas con el derecho de acabar con mi cuerpo! ¡Habla!



— ¿Esto es lo que te gusta de verdad? ¿Verme así? ¿Sufrir? ¡Explicame! ¡Ahora soy yo la que va a gritar por explicaciones! ¡Quiero que me digas por qué mierdas has tenido que tratarme así! ¡Dime! ¡Qué te he hecho yo para que te sientas con el dere...

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Amante de un Príncipe Oscuro (II Libro: Bilogía Amantes Siniestros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora