NARRA LUIS CEPEDA OCAÑA
(Sábado 13 de abril de 2030)
Noto su ausencia, noto su puta ausencia desde que tengo uso de razón, desde que entiendo porque mi madre llora algunas noches, sobretodo los 26 de agosto, los 24 de junio y los 7 de octubre; desde que sé que mi padre nos abandonó a mi madre y a mi cuando ella apenas estaba de tres meses, porque aunque no sepa el por qué ni el cómo pasó, sé que le hizo mucho daño, que por ello vive rota y que aún así va todos los días con una puta sonrisa en la cara finjiendo que todo está bien y que nada le pasa.
Y yo. Yo no estoy mucho mejor. También le echo parte de culpa a mi madre por no decirme quién es, solamente para mirarlo a los ojos y decirle lo hijo de puta que es o tal vez para ver si me parezco a él y hacerme una cirugía plástica, porque mi peor pesadilla es parecerme a mi padre, un hombre cobarde que nunca tuvo los santos cojones de volver y pedir perdón, al menos a mi madre, porque a mi no me debe nada.
Estaba absorto en mis pensamientos cuando de repente un balón chocó contra mi cara. Me toqué la nariz y me tape el ojo con la otra mano.
-Perdón tío, ¿estás bien?- Uno de mis compañeros se acercó al banquillo donde estaba sentado.
-Si, no te preocupes.- Me levanté y caminé a paso ligero en dirección al baño.
Se me había formado un nudo en la garganta y tenía ganas de llorar del dolor pero fue entonces cuando choqué con alguien por los pasillos del polideportivo.
-Perdón. ¿Luis?- Levanté la mirada y la vi a ella. -Luis dios mío, ¿qué te ha pasado bruto?-
-Me han metido un balonazo.- Me encogí de hombros y ella rio mientras negaba.
-¿No pensarás echarte agua y ya, no?- Me dispuse a contestar pero me interrumpió. -Anda ven, que eso está muy feo.- Dijo refiriéndose al moratón que seguramente se me había formado debido al golpe.
Carla, aquella muchacha de pelo rubio, aquella que decía ser mi mejor amiga, aquella que quería que fuera algo más, porque aunque me negara en rotundo a aceptar que sentía algo por ella, mi madre tenía razón, me gustaba, me gustaba mucho, me gustaba hasta tal punto que sentía que el corazón se me saldría por la boca si seguía sonriéndome así.
-Joder.- Me quejé por quinta vez echándome hacia atrás.
-Ay Luis que pesado dios, no te muevas.- Volvió a pasar el paño húmedo por mi pómulo.
Yo no hacía más que mirarla embobado. Tanta era la distracción para mí que ya había olvidado el dolor por completo.
No sé en qué momento mi mirada se desvió a sus labios, cosa que ella notó, pues esbozó una gran sonrisa.
-Ya está.- La volví a mirar a los ojos y no me lo pensé dos veces.
-¿Quieres venir a merendar a mi casa?- Lo dije casi de carrerilla notando como el corazón se me salía del pecho casi.
-¿Tienes play?- Asentí. -¿Tienes juegos a doble?- Volví a asentir sonriendo. -Pues entonces ves a darte una ducha, nos vemos en la entrada, no tardes.- Ella también me sonrió mientras se levantaba del banco y cogía su macuto para después irse al vestuario de chicas.
Y ahí me quedé yo, observando como se alejaba sonriendo como un bobo. Era preciosa, inteligente, amable, extrovertida, divertida y dulce, era perfecta.
Una vez que ya había salido de mi trance, me di una ducha rápida y salí lo más rápido que pude con el pelo empapado y alborotado. Ella estaba en la puerta del polideportivo sentada en uno de los bancos de la entarda.
ESTÁS LEYENDO
Está Permitido || Aiteda
ФанфикTrece años. Trece años anclada en el pasado. Trece años pensado en que hubiera pasado si no me hubiera alejado de ti, si no hubiéramos tenido aquella discusión, si no hubieras cogido ese puto avión en aquel aeropuerto de Madrid a las 8:25 p.m. desti...