Capítulo 21

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Después que hubieron obtenido lo que buscaban en el cachalote, el capitán anunció que paraba la caza de ballenas, al menos por el presente año. Ahora fijarían rumbo hacia Valparaíso; donde venderían parte de la carga; a través del Estrecho de Magallanes, y posteriormente se dirigirían a Estados Unidos arribando a un puerto diferente del que habían zarpado.

-¿Por qué si salió de un puerto va regresar a otro, capitán? -preguntó Tyler, muy interesado en el itinerario, otra noche que estaban cenando todos juntos.

-Porque la gente para la que trabajo tiene filialies en varias ciudades, entonces da lo mismo a cual regrese.

-¡Ah! ¿Y por qué vamos a Chile?

-Para entregar algunos barriles, y divertirnos un poco con las damas del puerto.

-¡Capitán!

-Perdón, señora Bellamy, el chico preguntó y yo suelo ser honesto.

Juan rió, y Tyler abrió mucho los ojos.

-En fin, en un mes más estaremos cruzando el estrecho y deberán prepararse para el mal tiempo.

-¿Mal tiempo?

-En el Estrecho de Magallanes convergen dos océanos, por lo tanto las corrientes son fuertes y se forman muchas tormentas -explicó Juan. -Muchos barcos han naufragado en esas aguas desapareciendo con todos sus tripulantes.

-¿Y por qué hemos de pasar por un lugar tan peligroso?

-Porque no existe otro paso, señora Bellamy. Si fuéramos más al sur, tendríamos que lidiar con los témpanos de hielo provenientes de la Antártida. Pero no se preocupe, con suerte llegaremos con bien a Valparaíso. Mientras tanto, disfrutaremos de un mar tranquilo.

Tal como lo predijera el capitán Robbins, continuaron navegando por un mar tranquilo, interrumpido solo por los paseos de las ballenas y los delfines que hicieron la delicia de las mujeres y los niños.

Aprovechando uno de estos momentos, Juan se acercó a ella, tal vez demasiado. No habían tenido otra oportunidad de estar a solas como esa tarde, y eso lo tenía frustrado. El deseo que sentía por esa mujer le dolía físicamente. Ya eran muchas las noches de insomnio pensando en ella: soñándola, amándola, deseándola. A veces quería que el mar se los tragara a todos y los dejara a ellos dos solos, pero ese deseo era demasiado drástico, Violet se moriría sin sus pequeños.

-¿No está demasiado cerca, Juan? -preguntó ella, azorada.

-¿Lo cree? Estuvimos más cerca el mes anterior.

-¿Sí? No recuerdo.

-Claro, estaba frágil. Fue eso, ¿no?

-Sí. Pudo ser eso.

-¡No juegue conmigo! -siseó él en su oído, tomándola con fuerza del codo sin importar si alguien los observaba.

Violet se limitó a mirarlo con desdén, y él al ver el desprecio en esos ojos azules, se sintió pequeño.

Juan se alejó sumido en la rabia y la vergüenza.

Violet se quedó mirando la espalda de Juan. Lamentaba haber actuado así con él, pero no podía permitir que él pensara que ella sentía algo más que amistad. No podía admitir que se había convertido en alguien tan importante que lo único que desearía, si es que le estaba permitido anhelar algo, era que formara parte de su vida para siempre.

Si supiera él la agonía que había significado separarse de su cuerpo cuando había creído que la haría suya. Jamás sospecharía que todo su ser clamaba por una satisfacción que solo él le podía otorgar. Quizás era mejor que la odiara ahora, y no después cuando se arrepintiera de cargar a cuestas con una mujer viuda con dos niños de otro hombre.

Toda la alegría que había sentido momentos antes se había esfumado. Mientras Alika y los niños reían, el corazón encogido de Violet derramaba lágrimas de sangre: estaba enamorada de Juan Griffin, pero él nunca lo sabría.

Juan solo quería arrojarse al mar y que un tiburón lo devorara. ¡Cómo había podido ser tan iluso! Creer que Violet comenzaba a sentir lo mismo que él, había sido la máxima idiotez del mundo, no, del universo, y como allí no había tierra que lo pudiera tragar, la mejor alternativa era hundirse en las fauces de un escualo.

Después de un rato y de golpear algunas tablas con el puño, se calmó. Amaba tanto a esa mujer. La amaba aunque fuera endemoniadamente obcecada. La amaba, y aunque ella lo rechazara, él continuaría a su lado cuidándola, protegiéndola, hasta que se diera cuenta que su lugar estaba junto a él.

Sin embargo, desde ese día Juan procuró mantener las distancias. Por las noches se quedaba a beber con el capitán y en las horas muertas permitía que Tyler le enseñara ajedrez. Inclusive, algunas mañanas, Violet había permitido que se lo llevara en un bote a pescar. Por lo tanto el lazo entre los dos se había estrechado al punto de que cualquiera que los viera imaginaba de inmediato que eran padre e hijo.

Violet creyó que Juan lo hacía por venganza, por lo que le molestaba sobremanera verlos juntos, pero no podía impedirlo sin parecer despechada. En su cabeza no cabía la idea de que Juan solamente la evitaba para no tener que sufrir su cercanía.

El clima fue tornándose frío, y la llovizna más constante. A su vez el barco comenzó a balancearse más de lo normal. Al parecer se aproximaban al estrecho.

Los días se volvieron monótonos al tener que quedarse bajo cubierta por ordenes del capitán. Y así, de un día para otro, la llovizna se convirtió en una feroz tormenta. El mar agitado se transformó en un mar embravecido, ávido de tragar cualquier objeto que se atreviera a surcar esas aguas.

Este fue el comienzo de una dura pelea del hombre contra los elementos. Juan llevó a las mujeres y a los niños al alcázar, ya que por estar en un nivel intermedio, quizás tendría menos probabilidad de inundarse, ya que los camarotes seguro que se llenarían de agua si los hombres eran insuficientes para achicar la que entrara al barco.

Los niños estaban asustados, el bebé Ekon berreaba a más no poder. Violet estaba pálida como un papel, y Alika oraba a sus dioses.

Después de dejarlos allí, Juan se dirigió a la puerta para salir.

-¡¿A dónde va?! -chilló estridente, Violet.

-Debo ayudar.

-Ellos son muchos, usted solo uno. Quédese... Por favor.

-No puedo, Violet.

De pronto, regresó y tomando el rostro de ella entre sus manos le dio un ligero beso.

-Por si no logro escapar.

Tempestades del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora