Capítulo 28

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Cecyl Campbell, CC para los amigos, vio la postura al sentarse, y los modales para servirse el té, supo que no estaba ante una mujer común y corriente, ni siquiera era una dama burguesa: ella debía ser una Lady venida a menos, y por lo tanto merecía su ayuda.

-Me ha agradado tanto como me ha sorprendido su visita, señora Bellamy.

-El barco tardará una semana más en zarpar, y por eso se me ha ocurrido buscar como pasar el tiempo mientras tanto.

-No entiendo. ¿Usted piensa marcharse?

-Sí, vamos de camino para Australia.

-¿Eso la entusiasma?

-Sí.

-No se nota, querida... ¡Juana, lleva a los niños a la cocina para que coman pastel, o lo que deseen!

-Sí, señora.

Juana le hizo un gesto a Tayler y Francis, y ellos la siguieron hasta la cocina.

-Querida, no nos conocemos, pero me doy cuenta que algo le aqueja. La tristeza que trae en sus ojos la delatan.

Violet se retorció las manos.

-Solo estoy cansada. Nos subiremos a un cuarto barco desde que salimos de Inglaterra, y aún nos faltará recorrer mar para llegar a Australia.

-¿Y por qué no se queda?

-No comprendo cómo podría subsistir aquí. En Australia tengo familia, y en Chile no conozco a nadie.

-Me conoce a mí, y eso es solo para comenzar... Y en cuanto a la subsistencia, aunque usted no venga de una familia burguesa, quizás dentro de su educación ha aprendido a coser, o bordar.

»En Chile todo se confeccciona, lo único que se compra fabricado son los zapatos, los guantes y los sombreros. Los chilenos tienen tiendas de lo que imagine, y nosotros también tenemos nuestras tiendas de telas, hilos, lanas...

-Yo sé coser, bordar y algo de tejido.

-¿Ve? Siempre hay forma de comenzar un negocio lucrativo en este país. Somos muchos ingleses en esta ciudad, y cada día llegan más.

-¿Por qué me quiere ayudar?

-Porque presiento que a pesar de que desea continuar su camino, su corazón está aquí.

-Y es precisamente por eso que necesito marcharme, señora Campbell.

-Llámeme Cecyl, o CC como mis amigos... ¿Quiere ver la casa?

-Me encantaría.

La casa de CC era encantadora a los ojos de Violet: techos altos, habitaciones frescas, con pocas ventanas hacia el exterior, pero bastantes más que daban a un jardín interior. La cocina y el comedor estaban en la misma planta, sin embargo el mobiliario y las decoraciones eran totalmente al estilo inglés. En el jardín no solo había rosas y peonías, sino también un pequeño huerto que proveía de algunas hierbas y verduras para la cocina, ya que era costumbre en Chile tener este tipo de abastecimiento en casa. También había varios árboles frutales cargados de flores que ya pronto darían sus frutos del verano.

Ya era casi el mediodía cuando Violet dio por terminada la visita, a pesar de que CC insistió en que se quedaran a merendar, o almorzar como decían en Chile.

Las mujeres se abrazaron, y CC le dijo a Violet que si se arrepentía, contara con ella para lo que fuera.

Después de esta visita, Violet desistió de ir a visitar a las otras damas que le había entregado sus tarjetas. Ya no quería ver más compasión o curiosidad en ojos extraños. Sintió que Cecyl Campbell era una persona confiable, pero al fin y al cabo, una extraña.

Tempestades del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora