Violet se quedó allí, petrificada, como una estatua de piedra: Por si no logro escapar de la tormenta, le había dicho Juan, y en efecto, no sabía si lo volvería a ver.
Los movimientos del barco la hicieron despertar de su letargo. Se hizo rápidamente cargo de la situación, y mandó a los niños a subirse en los catres, lo mismo le ordenó a Alika que sostenía al bebé en sus brazos con fuerza. Y era, porque nada podría evitar que el agua de cubierta entrara al camarote ubicado bajo el castillo de proa, pero según Juan era más fácil librarse de esta agua que la que entraría a las bodegas y camarotes de abajo.
Los vientos fuertes continuaron mientras pasaban por distintos puntos donde se encontraba la corriente del Estrecho con la de los canales. Las altas olas zarandeaban el barco y en varias ocasiones pareció que el barco iba a zozobrar. Y así sería durante todo el tiempo que el Sea Hunter se tardaría en recorrer el Estrecho de océano a océano. Violet se preguntaba si volvería a ver a Juan cuando regresara la calma. Eso lo sabía solo el Todopoderoso.
Los hombres estuvieron muy ocupados el primer día de tormenta, asegurando los barriles, ya que el el buen capitán Robbins prefería perder a un tripulante que parte de la valiosa carga que llevaba. Sin embargo, a esta gente de mar, acostumbrada a pasar por este tipo de vicisitudes durante sus viajes de caza, los temporales no hicieron mella en sus cuerpos, más que unos pocos golpes y rasguños de las cosas que se movían en todas direcciones debido al fuerte bamboleo del barco.
-¡¿Hace cuánto tiempo que no estabas en una borrasca como esta?! -gritó el capitán a Juan, mientras amarraban unos barriles a la borda.
-¡Cómo esta, solo cuando pasamos por acá, y eso no es muy seguido! -respondió Juan de la misma forma.
-¡Haz de quererla mucho!
Juan no alcanzó a responder porque una gran hola los cubrió de repente enviándolos lejos. Juan se puso de pie con dificultad. Su frente sangraba, pero no se dio cuenta. Miró a través de la lluvia y no vio a su amigo. Comenzó a caminar como pudo, buscando en la dirección que imaginó que estaría. Finalmente lo encontró con la cabeza casi metida entre unas cajas. Al llamarlo y este no responderle se percató que estaba inconsciente.
Con bastante esfuerzo logró arrastrarlo hasta el camarote. Aunque delgado, Robbins era un hombre largo con un cuerpo difícil de manejar..
Debido al ruido reinante, nadie escuchó los golpes en la puerta, y cuando esta se abrió de golpe, todos los que estaban adentro pensaron que el barco se estaba yendo a pique.
-¡Necesito ayuda! -gritó Juan para hacerse oír.
De inmediato Violet soltó a los niños y fue en su auxilio. Entre los dos lograron meter a Robbins dentro y luego se dedicaron a la tarea de ponerlo sobre uno de los catres.
-No sé cómo puede dormir este hombre aquí si ni siquiera cabe en su propia cama -se lamentó Violet al ver que los pies del capitán sobrepasaban el largo del catre.
-John casi nunca duerme aquí, prefiere una hamaca -explicó Juan. -Yo tengo que regresar, ¿puede atenderlo usted?
-Por supuesto, Juan, no se preocupe.
Cuando Violet volteó a ver al herido, Alika ya se había hecho cargo. Había encontrado una toalla y lo estaba secando mientras murmuraba unas palabras en su idioma. Entonces desde ese momento los papeles se invirtieron y Violet pasó a ser la asistente de la joven.
Alika cuidó durante tres días al capitán con una diligencia propia de una enfermera o una esposa. El hombre estuvo con fiebres tan altas que en varias oportunidades temieron por su vida. Cuando el viento amainó un poco, John Robbins recuperó la conciencia, y lo primero que vio fue el rostro de Alika muy cerca del suyo, atenta a todos sus movimientos.
-Creo que que me morí y llegué al cielo -fue lo primero que dijo al abrir los ojos.
Y nadie supo si fue producto del golpe, o de los atentos cuidados de Alika, que desde ese día el hombre no quiso apartarse de su lado. Por primera vez pensó en tener una mujer definitiva. Su ángel de ébano, como él la llamaba se le había metido dentro del corazón, y ella que provenía de otra cultura y tenía por ende diferentes costumbres bien pronto estuvo compartiendo hamaca con el capitán. Robbins juró que haría de ella una mujer decente y que se casaría a la primera oportunidad. Juan y Violet se alegraron por ellos, y planificaron efectuar la boda en Valparaíso.
Aunque a Juan le hubiera gustado que la unión que celebrarían fuera la de él con Violet, se había prometido no presionarla. Mantendría su palabra, y esperaría paciente a que ella se diera cuenta que no podrían estar separados.
Los días siguientes continuaron con buen tiempo, pero cuando las aguas del Estrecho se juntaron con las del Canal Jerónimo, quedó de manifiesto que lo vivido antes era nada comparado con esta etapa del viaje: las corrientes de más de tres nudos les acompañarían hasta que lograran salir del Estrecho por el Cabo Pilar, y estuvieran por fin en el Océano Pacífico.
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Tempestades del destino
RomanceLady Violet Orchmond se encuentra a bordo de un barco, rumbo a Australia, junto a sus dos hijos. En solo dos días su vida se vio trastocada por la fatalidad. Ahora, viuda y sin bienes debe huir del país para que la mala fortuna que llevó a su marido...