I fell in love with an XL

2.

Winnie:

—No quiero hablar contigo, Carter. —Digo dándole la espalda, está intentando levantarme de mi cama.

Se ha atrevido a venir después de lanzarme a hacer el ridículo por su culpa.

Ese tipo...

—Realmente lo siento, pero si hubieras visto a esa chica. —Puedo jurar que está haciendo líneas con sus manos, me giro para asegurarme.

Efectivamente.

—De acuerdo, pero realmente lo siento.

—No me interesa. —Me cubro con mi colcha y otra vez le doy la espalda.

Me la arrebata.

—Déjame compensarte.

¿Compensarme?

—¿Y cómo lo harás?

—Con esto.

¿Ah?

Recibo el afiche que tiene en la mano y leo.

—¿Qué es esto?

—Les hace falta pasteleros, solo debes llevar tu pastel y...

—¿Estas loco? —Le suelto. —Suerte tendré si aceptan darme una audiencia.

Además, cuantas personas irán por el empleo considerando el prestigio.

—Vamos, el dueño no discrimina por el nivel social, ¿Yo trabajo al lado no? Y si me aceptaron a mí en el área administrativa, estará dispuesto a aceptar a cualquiera que sepa hacer postres.

No respondo.

—Deja de desmerecerte. Eres igual de capaz que cualquier pastelero reconocido.

Vaya, me ha leído la mente.

—¿Por qué siempre adivinas lo que estoy pensando?

—Porque soy tu mejor amigo.

—Uno que me dejo botado anoche.

—Supéralo, mi amor.

Resoplo y observo el afiche.

—Además Joseph Ryder está abierto a descubrir nuevos talentos.

Me quedo callada.

—¿Y...?

Alzo la mirada de Carter.

—¿Estoy perdonado?

—Perdonado.

(*)