Luego del enfrentamiento con Luxu, comencé a caminar hacia el territorio que Donovan de forma muy amable nos cedió. Lily no dejó de hablar sobre lo genial que fue verme lucir como una madre osa, mientras que Liam comentaba que incluso a él le sorprendió lo bien que me manejé.
Aproveché para pedirle explicaciones a Liam sobre su poder. Me comentó que no era muy bueno como brujo, a diferencia de Lily que desbordaba magia, pero que tenía la grandiosa habilidad de teletransportarse. Dijo que no lo podía hacer más de una vez en un día, porque lo dejaba agotado.
Así que caminamos, a veces en silencio, a veces conversando. Eran unos chicos increíblemente dulces, inocentes.
Justo cuando comencé a cansarme, noté que Nathan estaba cerca. Los viajeros, como me pidieron que los llamara, desaparecieron de inmediato al notarlo. No supe por qué, pero no le di muchas vueltas al asunto cuando Nate me abrazó con una fuerza arrebatadora. Me llenó de besos por todo el rostro, haciéndome reír.
—¡Estaba tan preocupado! No vuelvas a hacer eso, Elle. Enfréntate a todo lo que quieras, pero hazlo a mi lado. No me dejes atrás, solo esperando por ti —me miró con intensidad—. Somos un equipo. Estaremos juntos en todas. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —sonreí.
Pocas veces Nathan era así de efusivo, por lo que me dejé mimar. Riendo y bromeando como siempre, emprendimos nuestra marcha hacia un nuevo futuro, hacia lo incierto. Todo estaría bien, mientras estuviéramos juntos. Tenía esa fe y esa certeza.
Y el tiempo pasó. Las horas se convirtieron en días y los días en semanas.
Vivíamos en una parte del territorio de los vampiros. Donovan había sido muy generoso al dejarnos pasar aquí los próximos dos meses. Los integrantes de la manada vivían en los apartamentos más cercanos, mientras que Nate, su padre y yo nos mudamos a una modesta casa de dos pisos. No era muy espaciosa, pero teníamos un lugar cómodo y agradable en el cual trabajar, comer y dormir.
Era mucho más de lo que podríamos pedir.
No era sencillo convivir con vampiros, no cuando nos repelíamos por naturaleza, sin embargo, algunas alianzas comenzaban a crearse.
Hablaba de los niños, el futuro de nuestro mundo. Los pequeños no veían distinción de raza, no sabían de odio. Jugaban entre sí como si toda la vida hubiera sido de esta forma. Claro que al principio no se juntaban, pero fue una reacción en cadena. Cuando los niños comenzaron a acercarse, los vampiros y lobos adultos lo hicieron también.
Logramos una convivencia que aún se sentía un poco tensa, pero de alguna forma lo hacíamos funcionar.
Habían pasado dos semanas enteras desde aquel supuesto ataque y nos adaptábamos lo mejor que podíamos. Los sobrevivientes de mi manada se habían unido mientras yo estaba en la comunidad, hablando con los brujos. Llegaron en un momento tenso para la manada, pero parecían felices de pertenecer a una manada más grande.
Mi conexión con la comunidad era un poco corta, mi abuelo no podía permitirse hablar demasiado conmigo, puesto que estaba prohibido para ellos hablar con las personas del exterior. Sin embargo, supe que estaban haciendo grandes cambios internos en la comunidad.
Al parecer, el abuelo no quería que casos como este siguieran ocurriendo y ellos sin enterarse de nada. Decidió que los brujos no podían vivir en una burbuja para siempre y poco a poco se adaptaban a esos cambios.
Los brujos debían buscar una solución para las reencarnaciones de Luxu. No debíamos sólo matarlo y ya. Eso no serviría de nada.
Los vampiros ayudaban buscando información del pasado, recolectando cada dato posible. Los lobos se preparaban para el ataque, con fuertes y exhaustivos entrenamientos. Entre todos, debíamos encontrar la solución.
ESTÁS LEYENDO
Los sacrificios de la luna
WerewolfEleanna es una humana criada entre hombres lobos. ¿El problema? Está enamorada de un imbécil. ¿El mayor problema? Ese imbécil es su mejor amigo y el futuro alfa de la manada. Como si enamorarse no fuera lo suficientemente complicado, Eleanna desar...