Luego de hacer el amor, ambos tomamos una ligera ducha. No le permití ducharse conmigo, por lo que se quejó y peleó hasta el cansancio, sin embargo, fui firme. Necesitaba un momento a solas para procesar todo lo que había ocurrido.
Nuestra primera vez junto fue tan mágica que aún me sentía en una nube de placer y lujuria.
El cuerpo me dolía, pero Nathan fue cuidadoso y atento. Cuidó de mí a cada instante, incluso cuando creí que perdería el control por completo.
Los hombres lobo tenían tanta fuerza que podían partir huesos humanos como si de un simple cristal se tratase. Incluso siendo cuidadoso, más de una vez me había herido anteriormente. Por eso la madre luna me protegió.
No tan débil como una humana, pero tampoco tan fuerte como una mujer lobo.
Observé en el espejo la marca en mi cuello. Era un poco grotesca y estaba hinchada, pero luego se convertiría en un bonito tatuaje único. Era algo mágico y especial que todos los lobos compartían, una señal de amor y respeto hacia nuestro mate.
Tendría que esperar unos días para ver la nuestra, pero sería paciente. Por el momento, bastaba con cubrirla con una gasa y cuidar de ella como una herida más. Al ser un tatuaje mágico, mis poderes no podrían sanarla.
Me duché con cuidado, sintiendo mi cuerpo adolorido.
Las personas tenían razón, la primera vez dolía, aunque Nathan fue lo suficientemente cuidadoso como para que no fuera algo traumático. Era un dolor soportable que para la próxima vez disminuiría.
Mi marca ardía con el contacto del agua sobre ella, por lo que estaba siendo precavida. Quizás me estaba demorando más de lo usual, pero me había entretenido pensando en todo lo ocurrido.
La madre de Nathan logró descolocarme. No sabía si hice bien o mal al apartarla, pero tampoco me arrepentía. Comencé a dudar sobre sí debía comentarle a Nate lo ocurrido. ¿Se enojaría conmigo? Aunque quizás fuera mejor que se enfadara conmigo ahorita, a que descubriera que había visto a su madre por fuentes externas.
Lo mejor sería hablarlo entre nosotros. Si le contaba mis razones, entonces él lo entendería.
—¿Elle? ¿Todo está bien? —preguntó a través de la puerta.
Por la diosa, este hombre era demasiado sobreprotector.
¿Qué demonios podía pasarme en la ducha? ¿Caerme y morir desangrada?¡Para algo contaba con la magia!
—No me voy a morir —rodeé los ojos.
—Sólo intento cuidarte.
Podía imaginármelo con una suave expresión de perrito regañado. Era tan fácil de leer, que no necesitaba verlo para saber la clase de expresión que tendría.
Lobo tonto.
—Avísame si necesitas ayuda para lavar tu espalda, nena.
—Ya estoy saliendo, lobo tonto.
—Oh, que lastima. Será para la próxima —bromeó.
Reí con ligereza, intentando apresurarme. Si tardaba demasiado, de seguro que Nathan entraría aquí sin pensarlo dos veces.
Salí con mi cuerpo envuelto en una toalla. De todos modos, ya no había nada que ocultar. Nathan me miró con deseo, su cuerpo estaba apenas cubierto por una toalla enrollada en su cintura. Mi loba sintió el deseo de lamer todo su cuerpo, probarlo y devorarlo sin piedad. Me sonrojé por la fuerza de mis pensamientos, si no tenía cuidado, terminaría abalanzándome sobre él.
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Los sacrificios de la luna
WerewolfEleanna es una humana criada entre hombres lobos. ¿El problema? Está enamorada de un imbécil. ¿El mayor problema? Ese imbécil es su mejor amigo y el futuro alfa de la manada. Como si enamorarse no fuera lo suficientemente complicado, Eleanna desar...