Capítulo 41: ¿Me extrañaste?

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Tres días después, en medio de la noche mientras me preparaba para dormir, recibí el primer aviso de que Luxu se acercaba. Toderick cumplió con su palabra. Me advirtió de que llegarían a la medianoche. Por lo que me encargué de avisarle a todos. Gracias a Toderick y al gran trabajo de Elliot, ya estábamos preparados para el ataque, por lo que fue bastante rápido movilizar a todos.

Dejamos a las embarazadas, los niños y ancianos en un refugio protegido con magia. Kaos fue quién me ayudó a hacerlo, enseñándome todo tipo de trucos. Le di la orden a Stuart de quedarse en el refugio, junto con Carol. Él se quejó, diciendo que podía pelear a nuestro lado.

Tuve que convencerlo. Incluso si el refugio estaba protegido con magia, era imposible dejar a los demás miembros de la manada solos. Alguien lo suficientemente fuerte tenía que quedarse, en caso de que algo saliera mal.

Además de Stuart, dejamos a un par de hombres lobos cerca del refugio, los que darían el aviso si los atacantes se acercaban demasiado. Mi abuelo, quien normalmente no salía de la comunidad, se ofreció a quedarse ahí, a la espera. Quería estar lo suficientemente cerca como para ayudar, pero lo suficientemente lejos como para no tener que luchar contra su propia sangre.

No era capaz de enfrentarse a su propio hijo, pero dijo que haría todo lo posible para ayudar. Con Stuart y mi abuelo defendiendo a los demás, podía concentrarme por completo en la batalla. Le prometí que haría lo posible por recuperar a su hijo, pero tanto él como yo, sabíamos que las posibilidades eran demasiado remotas.

—Los brujos deben mantenerse ocultos. Kyo, Kaos, los dejo a cargo. Sé que apenas contamos con treinta brujos, pero también sé que harán todo lo posible por cuidarnos. Los tres mejores brujos en curación deben estar en medio del campo de batalla, tienen orden de sanar a toda persona que vean herida. Incluyendo a nuestros atacantes. Los demás estarán a un costado, su misión es evitar los ataques con magia, así que tendrán que prestar mucha atención a lo que ocurre en el campo de batalla, manténganse lejos del alcance del enemigo.

—Pero... —intentó quejarse uno de los brujos.

Sí, solo se quedaron en la orden de curar a todos. Se veían confundidos, como si no lograran entender mis palabras o como si me creyeran loca.

Quizás estés un poco loca.

Quizás, cedí.

—La mayoría son niños —hablé con dureza—. Niños que no tienen idea de las complicaciones que todo esto implica. Si alguno está en contra de esta orden, amablemente le pido que se retire. Esto no tiene que ser un campo sangriento. Yo me encargaré del mayor peligro, Luxu. Lo único que pido, es que salven a los inocentes.

—Nosotros nos encargaremos, Eleanna —exclamó Kaos, ganándose una mala mirada por parte de Kyo—. Tienes razón, es lo mínimo que podemos hacer por ellos.

Sonreí hacia él, sintiéndome ligeramente más tranquila. Los brujos que se habían reunido con nosotros días atrás se habían negado a cooperar. Decían que no tenía nada que ver con ellos el estado de salud de unos terroristas.

Tenían razón, en parte. Pero la realidad era que ninguno de los presentes, se encontraban aquí por voluntad propia. ¿Entonces por qué debían dar la vida por una causa que ni siquiera era suya? No era justo. No era así como todo debía resultar.

Lo que ocurriera de ahora en adelante, corría a mi cuenta. Cada lágrima, sangre y sudor derramado. El peso sobre mis hombros solo aumentaba, pero mi nivel de estrés cruzó los limites cuando noté una cabellera castaña corría por todo el lugar, como si intentara pasar desapercibida.

Dejé a los hermanos discutir sobre la estrategia que tomarían, mientras avanzaba a pasos acelerados hacia la causante de mi nuevo temor. Mi corazón dio un vuelco cuando confirmé que se trataba de mi mejor amiga, aquella idiota que acababa de meterse por voluntad propia en el infierno.

Los sacrificios de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora