II Capítulo. Bordeando Sudamérica

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Ya estando en el barco Ventanas, levaron anclas, Pulpop hizo ignición con una llave, como los autos y empezó a salir humo de la caldera, la vela fue desplegada y, se dio inicio de una travesía hacia lo incierto.

A la media noche, ya en altamar, se apagó la bombilla del baño del barco, cuando Christian desnudo estaba por ducharse, y éste dijo:

-¡Maldito bombillo, tenías que quemarte ahora!

Golpeó el bombillo con el dedo, cerró la puerta y entró a la ducha. Luego, el pequeño anciano, Belíver, desnudo entró al baño y en un breve instante después, también entró Pernabuco, en eso la bombilla se prendió sola, Christian se encontró a Belíver desnudo en la ducha, a Pernabuco orinando bajo sus piernas y, los 3 gritaron.

Más tarde, ya en pijamas, se encontraban acostados en la cubierta, mirando el firmamento, y Christian comentó:

-¿Sabían que las estrellas guiaban a los antiguo marinos?

-¿También guiaban a los antiguos conductores de coches? -interrumpió Pernabuco, cubriéndose el cuerpo del cuello para abajo con su redondo sombrero metálico; Belíver y Christian se miraron de reojo, Belíver se levantó para darle un coscorrón, pero vio que no tenía ese sombrero puesto y amenazó:

-Solo espera a que te pongas el sombrero.

Seguidamente le preguntó a Christian: "Por cierto, ¿para dónde vamos?"

-Donde las estrellas y las corrientes nos lleven, señón -respondió Christian, en eso una estrella fugaz surcó el firmamento en un parpadeo.

-¿Vieron eso?; una estrella fugaz, si la ven pasar, tienen que pedir un deseo y tienen que cerrar los ojos, señón -dijo Christian mientras se quedaba mirando las constelaciones, y señaló arriba, diciendo:

-Eso se me parece una sirena, aunque bien podría ser un pato, ¿qué opinan, señones?... ¿Señones?

En eso oyó unos ronquidos, Belíver roncaba acostado boca abajo envuelto en una toalla y Pernabuco roncaba bajo su sombrero.

-Creo que se me cumplió mi deseo, que éstos pigmeos se queden dormidos antes de seguir escuchando sus sandeces -dijo Christian.

A la mañana siguiente, se preguntaban qué iban a desayunar, entonces Christian dijo: "Pueden ser huevos de gaviota, o sino..." En eso bajó una palanca, y uno de los brazos pesqueros laterales del barco que sostenían las redes, bajó rápidamente al mar. Más tarde, accionó la palanca para levantar el largo brazo metálico y, en sus redes ya había un pequeño puñado de peces.

Luego, Belíver y Pernabuco comían unas de las sardinas asadas que se pescaron, con sus más grotescos modales, en eso llegó Christian, ya con su traje de pulpo puesto y anunció:

-Mi bien, señones, ya que están aquí, ya son parte de mi nueva tripulación y yo seré su capitán.

Lo ignoraron por un instante mientras seguían comiendo a lo troglodita, se detuvieron, gritaron con la boca llena y corrieron emocionados a abrazar las piernas de Pulpop, brincando como niños aferrados a ellas.

-¡Amigo Pulpoooop! -exclamó Belíver.

-¡Santos pistachos -dijo Pernabuco-, tantos años no nos vemos! ¿Dónde te habías metido?

Mientras, Christian dentro del disfraz decía para sí mismo:

-Pero si me acaban de ver con este traje hace poco allá en sus casas; es típico que a los ancianos les falle la memoria, pero éstos 2 ya son un caso especial, parecen ser novatos.

Los Imperdonables Colibudentes . La comedia del sigloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora