II Capítulo. Cuando Moris se afeita

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Amanecieron en la noria del parque de diversiones del pueblo. Cada uno de los colibudentes durmió en uno de los 8 coches del carrusel.

Gericocho y Pernabuco se bajaron luego de levantarse, ya que durmieron en los coches que quedaron abajo, entonces Moris le pidió a Gericocho:

-Pon a funcionar ésta cosa y bájanos de aquí.

-¡Abróchense los cinturones, que ya vamos a aterrizar! -les dijo Gericocho.

Subió hasta la mitad la única palanca que se miraba en el tablero de control y el carrusel comenzó a girar, no daba la primera vuelta cuando Pernabuco se subió al tablero por detrás y se agarró de la palanca para no caerse, haciendo que el carrusel girara a toda velocidad, mientras gritaban que los bajaran de esa fucking ruleta, Pernabuco quedó colgando de la palanca, y Gericocho lo ayudó a subirse, luego iba a bajar la palanca, pero notó que estaba trabada, entonces entre ambos hicieron fuerza con su peso, pero sólo lograron doblarla, y en un segundo intento ya la bajaron, frenando de golpe la noria, por lo que se desmontó y salió rodando con sus ocupantes, hasta impactar con la torre de un letrero y, ésta se vino abajo sobre unos autos que estaban estacionados en fila, uno al lado de otro. Al menos ninguno de ellos se lastimó seriamente; el coyote, muy mareado pidió a Gericocho que se suba la camisa y le golpeó la barriga, luego de 3 intentos por pegarle, en lo que se movía como un borracho por el mareo, y amenazó:

-No te pego otra porque todavía estoy mareado, y la próxima vez te arranco el trasero a mordidas.

-¿Ves lo que haces con tus estupideces, imbécil? -le dijo Belíver a Pernabuco tras quitarse un zapato para hacerle sonar el sombrero metálico.

Los demás le hicieron sonar el sombrero, y Moris le reclamó:

-¡Pudiste habernos matado!

-¿Pero de quién fue la idea de ir a dormir ahí? -replicó Pernabuco.

Todos volvieron a ver a Pulpop, quien alegó:

-No había otro escondite más cómodo, señón.

-¡Ay...yayay! -se quejó Pernabuco- ¡Santos pistachos!...Tendré que dejar de usar éste sombrero.

-Pues mejor -dijo Moris-, así te deformamos la cabeza a coscorrones, más de lo que la tienes.

-O te la podemos dejar más bonita que como la tienes... -agregó Ortaquiz.

En eso, Ortaquiz olfateó algo en el aire, y luego prosiguió:

-Amigos, algo apesta aquí.

-¡Y dale con eso! -protestó Moris- ¿Todavía les huelo a frutas podridas?

Ortaquiz dijo a todos:

-Nosotros, al igual que el señor Frutas Podridas necesitamos un baño.

Se fueron a los servicios sanitarios del parque de diversiones, donde Moris abrió el lavamanos y no salía agua, por tanto se enjuagaron con el agua del tanque de uno de los inodoros, el único que encontraron con agua. Moris encontró una cubeta bajo los lavamanos y pidió a Gericocho ir a llenarla; Gericocho intentaba meterla en el tanque del inodoro para llenarla ahí, el coyote al verlo cometer esa tontera, se molestó, lo sacó bruscamente del cubículo y le gritó: "¡Busca otro lugar donde llenarla, cerebro de manteca!"

Gericocho metió la cubeta en la taza y de ahí la llenó, entonces Moris se la botó de un manotazo, diciéndole:

-¡No seas cochino, ve a llenarla a la laguna, y si puedes llénala en el río!

Gericocho salió del baño para ir a buscar agua.

Belíver se colaba debajo de Ortaquiz para adelantársele a enjuagarse, por lo que Ortaquiz dijo como amenaza, y a la vez mofándose de su estatura:

Los Imperdonables Colibudentes . La comedia del sigloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora