X Capítulo. Chocolates mágicos

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Los colibudentes y Sir Nalguth salían del aeropuerto de Colonia, Alemania, provenientes de Londres, ellos aguardaban a Moris.

-No debe tardar en llegar nuestro amigo peludo -dijo Nalguth-, al igual que la vez pasada, tuvo que enviarse como mercancía y se usó la documentación de mi gran danés, que por suerte acostumbro a andarla en mi billetera junto con mis documentos personales...Pero hay algo que no comprendo, ¿realmente es un animal humanoide o especie de mutante? No parece ser cualquier disfraz.

Los demás se miraron entre sí algo confundidos.

-¡No puede existir tal coyote humanoide que habla, si en verdad es un hombre como yo, debería tener las pelotas de salir de ese maldito disfraz, en vez de darnos esos problemas! -manifestó Christian muy enfadado y, dijo en tono de amenaza:

-Tendrá que pagarnos lo que se ha pagado demás por enviarlo en cargo, no dejaré que siga jugando con nosotros.

-Aunque le he hecho pruebas cuando venía en el barco -recordó luego Christian-antes de naufragar y su rostro es real, aseguraba ser un hombre cruzado con un coyote y ser de una raza superior creada por un científico, decía haberse operado...

Más tarde, ya cuando Moris ya había arribado y liberado de esa jaula, Ortaquiz le preguntó si iba cómodo ahí dentro, Moris en eso recordó cuando iba dentro esa jaula en la bodega de carga del avión y dijo:

-Recuerdo que junto a mi jaula iba un escandaloso perro en otra jaula.

En aquel entonces, mientras se oía los incesantes y molestos ladridos, de fondo se escuchaba el tema "Bad" de U2, y el coyote amenazó al perro:

-Si no te callas, serás mi almuerzo, te convertiré en perros calientes.

En seguida, Moris gruñó fuerte y el perro gimió con temor. Luego recordó que en otra jaula había un cerdito al que quería comerse.

A media tarde, los colibudentes llegaron con Nalguth a la ciudad de Colonia, desde el ferrocarril podía apreciarse el río Rin y el Domo de Colonia detrás, Nalguth les comentó que el Domo fue el edificio más alto del Mundo años atrás.

  Después de comer en la estación, llegaron a un hostal económico pero acogedor, se cambiaron y pasaron por la plaza al costado sur del Domo, ahí Ortaquiz y Gericocho se dieron un panzazo frente a frente y, se metieron a refrescarse en una de sus ...

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Después de comer en la estación, llegaron a un hostal económico pero acogedor, se cambiaron y pasaron por la plaza al costado sur del Domo, ahí Ortaquiz y Gericocho se dieron un panzazo frente a frente y, se metieron a refrescarse en una de sus fuentes, pringando a la gente que sentada a sus orillas estaba, de inmediato los padres de unos niños que también se refrescaban en esa misma fuente, acataron a sacarlos de ahí y alejarlos, mientras una señora regañaba a ese par de obesos chiflados en idioma alemán, más ellos no le entendían y sólo levantaron el pulgar cada uno, pero en eso llegó Nalguth a sacarlos de ahí. Entonces regresaron al hostal con sus compañeros.

-¡Miren no más cómo se mojaron! ¿Y ahora que se van a poner? -les dijo Moris.

-Traigo más ropas -contestó Gericocho.

Los Imperdonables Colibudentes . La comedia del sigloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora