VI Capítulo. En Venecia. Seguiré siendo parte del Club Colibo

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Desde el avión, que estaba por arribar al aeropuerto Internacional de Venecia, se podía ver desde la ventana las islas de Venecia rodeadas por los canales con sus vías fluviales. Luego los colibudentes y Nalguth arribaron desde el aeropuerto a Venecia en un vaporetto, cargando sus costales con sus pertenencias y el sarcófago que contenía al coyote, hasta que ya dentro de una de las 2 habitaciones que rentaron en el hotel, por fin iban a abrir el sarcófago, Ortaquiz bromeaba con que había perdido la llave, Christian sacó la llave de su bolsillo, y dijo: "Por suerte la andaba yo, señón."

-¡Sí que eres aguafiestas! -le dijo Ortaquiz.

-¡Ya déjate de juegos y abre la maldita caja ahora! -le ordenó Christian impaciente.

-¿Sigues vivo ahí? -preguntó Ortaquiz poniendo su oído sobre la tapa de la caja, luego abrió el embalaje con la navaja suiza, abrieron el candado y encontraron al coyote casi desmayado pero con vida.

-Quiere seguir durmiendo -comentó Pernabuco.

-Se pondrá bien -dijo Nalguth.

Ortaquiz tomó un florero y lo volcó con la intención de despertarlo con agua, pero estaba vacío, y Ortaquiz seguía sacudiendo el florero a ver si salía una gota.

-Creo que el pobre necesita un chapuzón -sugirió Pernabuco.

-Ahora que lo dices -dijo Ortaquiz-, necesitamos un buen chapuzón.

Hacía calor, el verano estaba por llegar y, los reflejos del agua bajo el entrepiso se les hacía tentador un chapuzón, Ortaquiz abrió la ventana de par en par, en eso Moris reaccionó y despertó, y les dijo retándolos:

-¡A que no se arrojan por esa ventana!

Pero ninguno aún se decidía a saltar de esa ventana, el coyote les cacareaba como gallina, entonces Ortaquiz se quitó la ropa quedando solo en su calzoncillo trusa blanco, Belíver hizo lo mismo, y les dijo: 

-A un lado, les enseñaré que un Pestilacho no es ningún gallina.

Se subió al borde de la ventana con los ojos cerrados, los brazos hacia los lados y, se lanzó a las aguas del canal, Christian se apresuró a arrojarse al agua para rescatarlo, pero antes de saltar de la ventana, y gritó: "¡Arrivederchi!"

Una vez que éste se arrojó al agua, Moris alzó a Pernabuco, quien ya estaba en camiseta interior y en trusa, se acercó a la ventana, y anunció:

-¡El pigmeo chino también se va!

-¡Santos pistachos mojados!!! -dijo Pernabuco.

En eso, el coyote se arrojó con Pernabuco en brazos al agua por la ventana, desde un tercer piso, y cayeron detrás de Christian, quien en ese momento rescataba a Belíver de ahogarse.

-Mi secretario el Señor Trasero viene conmigo -dijo Ortaquiz asomándose por esa ventana, se dio media vuelta, se bajó la trusa mostrando sus glúteos por la ventana, mientras las sujetaba a los lados con sus manos, para darles movimiento, simulando de esa forma que su trasero estaba hablando, mientras decía: "Antres de lanza trrr me con uste trrr es, tengo un discurso trrrr..."

En eso sus compañeros le gritaron molestos e impacientes que saltara de una buena vez, Ortaquiz perdió el equilibrio y por poco les cae encima, se apoyaron en la orilla para no ahogarse, mientras algunos curiosos turistas no pudieron evitar verlos. Después, entraron al hotel en topa interior y empapados, el simpático administrador, quien ya los había registrado previamente, se carcajeaba, y les dijo en italiano que las aguas del canal no eran para nadar, por la contaminación, que no podían ingresar mojados, entonces les brindó unas toallas.

Los Imperdonables Colibudentes . La comedia del sigloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora