VIII Capítulo. Perdidos en Ámsterdam

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Al día siguiente, Gal-Urbe-Dazs, le notificó a Nalguth que la llave USB de Shaggy se encontraba en Ámsterdam, y que debían tomar el siguiente vuelo doméstico a dicho destino. De nuevo empezaba otra aburrida discusión con el coyote, quien se negaba una vez más a entrar a aquel sarcófago, y furioso les mostraba los colmillos.

-Si vas en el cajón no tienes que pagar el tiquete -le sugirió Belíver.

-Prefiero pagar tiquete que volver a entrar al puto cajón -respondió el coyote.

-Señores -les recordó en eso Nalguth-, no es por apresurarlos pero solo queda una hora para tomar ese vuelo, iré a llamar un taxi en seguida.

Una vez que estaba el taxi listo para llevarlos, los colibudentes, intentaban entrar apretujados al taxi con sus cosas. No obstante, Sir Nalguth resolvió con llegar en 2 taxis al aeropuerto con los colibudentes, no como pensaban ir todos ellos, en un mismo coche. Ya dentro del aeropuerto, una vez más le recordaron al coyote ir en el cajón, Moris respondió haciendo berrinches y rabietas, en eso se percataron que no traían ese cajón con ellos ni recordaban donde quedó.

-Te salvaste, coyote -le dijo Pernabuco a Moris, quien en respuesta le hizo sonar el sombrero con un periodicazo.

Ya cuando hacían fila para pasar los controles, poco les importaba si le hacían problemas al coyote por creer que llevaba un disfraz que no se quería quitar, pues ya habían comprado su pase de abordar. Cuando pasaban los controles, previamente Nalguth les advirtió que tenían que despojarse parte de su atuendo y zapatos, para poder pasar, Ortaquiz se quitó casi toda la ropa, quedando en camiseta, calzoncillo y medias, con su ropa en el brazo, mientras los oficiales se veían con cara de muy pocos amigos, por creer que les estaban tomando del pelo.

-El pobre tiene retraso mental -excusó Christian-, pero no se preocupen, está bajo nuestro cuidado y no lo perderemos más de vista, señones.

En eso pasó el coyote sin problemas, pues el oficial ni lo alzó a ver bien. En la fila para abordar, varios curiosos se le quedaban mirando, principalmente los niños, pero el asunto no pasaba a más. Luego, cuando ya salían por la puerta de embarque, el encargado de verificar los pases de abordar, vio al coyote, lo dejó pasar rápidamente para agilizar el paso, y dijo:

-Ya estoy viendo visiones, necesito un capuchino.

Luego, el vuelo arribó a media tarde a Ámsterdam.

Una vez que salieron del aeropuerto, estaban hablando del sarcófago.

-La vez pasada nos cobraron más por llevar el sarcófago, porque el coyote ni pesa -dijo Christian, Moris se dio por aludido, por ser flaco, y lo volvió a ver feo, pelando los colmillos.

Por otro lado, Siggy, Shaggy, y sus familiares que le acompañaban, ya se encontraban en Holanda, visitaban los famosos molinos de Zaanse Schans, aunque sin el Papamoscas, de seguro ya tomaron rumbos diferentes.

                                 Por otro lado, Siggy, Shaggy, y sus familiares que le acompañaban, ya se encontraban en Holanda, visitaban los famosos molinos de Zaanse Schans, aunque sin el Papamoscas, de seguro ya tomaron rumbos diferentes

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Los Imperdonables Colibudentes . La comedia del sigloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora