11.Isaac Lahey

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Fui hasta las gradas con mi hermana, ella me obligó a venir junto a Lydia. Me coloqué a un lado de ella y el juego comenzó.

La gente gritaba apoyando a su equipo, notaba como todos querían ganar el partido, claro no era tan fácil porque nuestro jugador estrella estaba en la banca gracias a sus notas muy bajas en las materias, y el reglamento dice que si un jugador está reprobando una materia no podrá jugar en los partidos, su razón de estar en la banca.

Miraba como el rubio derribaba a sus compañeros de equipo sin saber la razón y se lo reprochaba en forma silenciosa, el rubio me miró y me guiñó el ojo haciendo que sonría y me sonroje.

El único que se hallaba en la banca y que podía jugar era la estrella de todo el equipo junto a Jackson, y en el momento en que empezó el juego derribaron al rubio fuertemente contra el suelo.

El entrenador le gritaba al grandulón del otro equipo enojado y bajé rápidamente de las gradas para ver el estado del ojiazul, la preocupación era muy grande, vi como ese chico intentaba quebrarle unos cuantos huesos cuando corría hacia él.

—Estoy bien, tranquila— dijo calmadamente y yo negué siguiendo a los chicos que se lo llevaban hacia los vestidores.

—Si lo estuvieras no habrían tenido que reemplazarte en el campo— dije cruzada de brazos y solté un suspiro.

—Cierto— se rindió encogiéndose de hombros y me acerqué más a él.

—Me diste un susto de muerte— coloqué mi mano en su mejilla y miraba sus lindos ojos azules que me volvían loca desde que lo conocí.

—Lo siento— desvío su mirada apenado y yo sonreí, se veía tan tierno ahora.

—Fue culpa de ese idiota, no tuya— me senté a un lado de él y admiraba sus facciones tan atractivas —¿Por qué eres tan jodidamente guapo?— pensé en voz alta y pensé que no me había escuchado.

—¿Q-Qué?— se giró hacia mí con un sonrojo en sus mejillas, mi cara se había calentado mucho, gracias a la vergüenza que sentía en estos momentos.

—N-Nada, no di-dije nada— tragué saliva nerviosa y desvíe la mirada, decidí irme por lo estúpido que había sido eso y sentí una presión en mi brazo.

—¿A dónde crees que vas?— se sentó en la banca mientras tomaba mi brazo.

—Te dejaré descansar. Las chicas deben estar preguntándose dónde estoy— mi voz salió algo entrecortada y nerviosa, y los latidos de mi corazón no ayudaban en nada.

—Te dije que estoy bien. No necesito descansar— aseguró el rubio y me miró a los ojos nuevamente.

—Deja de hacerte el fuerte, Lahey— suspiré y él me miraba atento —Deja de pretender que siempre estás bien cuando no es verdad.

—Es la verdad, Anna.

—Y eso me dijiste cuando en realidad tu padre era el causante de todas tus heridas— el rubio me soltó —Me mentiste todo el tiempo, Isaac— me sentí dolida por un segundo, a penas y me había enterado de que su padre lo golpeaba.

—Sí, lo hice. ¿Sabes por qué? Porque no quería que te metieras en mi vida— dijo cerrando sus ojos fuertemente y me alejé de él.

—¿Por qué?— pregunté en un hilo de voz y me giré para volver a mirar sus hermosos ojos.

Estaba dispuesta a irme de ahí cuando no recibí respuesta, iba a salir corriendo, pero el rubio fue más rápido que yo y se puso en mi camino, colocó sus manos en mis brazos para que no pueda moverme.

—Ya deja de molestar, Lahey— bufé con tristeza y desvíe la mirada.

—No lo haré— dijo en un tono serio —Lo lamento, ¿sí?

One-shots•Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora